domingo, 30 de agosto de 2015

Crítica: Valtari de Sigur Rós (2012)

En la actualidad, mucha de la música de moda en los entornos más alternativos es la música quietista, oscura, densa, reflexiva. A veces estas tendencias se unifican, a veces no. Pero cabe admitir que aunque en la anterior década el post-punk dominaba como sonido de los subsuelos y no tan subsuelos musicales, en los 2010's, hasta las bandas con una fuerte marca rítmica han decidido calmar su fórmula y volverse más reflexivos e introspectivos. Me valdré de dos de mis bandas favoritas actuales para exponerlo. Por un lado, Vampire Weekend ha apagado un poco ese nervio tribal que había tras su música pop en Modern Vampires of the City (2013); por el otro, Arctic Monkeys en AM (2013) también han optado por alejarse un pelín más del post-punk revival y acercarse a un rock clásico y elegante, que aunque a ratos tiene un poco de garbo, se quieren acercar más a un estilo elegante y poético, con mucho sex appeal. Pero este cambio en la música se llevaba preparando desde años atrás y de forma muy paulatina. Sigur Rós en los 90 fue una de las bandas en iniciar este sonido y Radiohead le daría mucho bombo y reconocimiento también por aquellas fechas, experimentando con la electrónica. Y por poner un ejemplo más, no me puedo dejar a los escoceses Mogwai, que también desde los 90 popularizarían este estilo, teniendo una mayor eclosión popular en los años 2000.

El sonido del que se conoce como post-rock, parece haber inundado el mercado y afectado a según que bandas y estilos con mayor o menor influencia, pero en definitiva, ha sabido intervenir en el mapa sonoro actual. Al igual que Björk ha sabido afectar a la música alternativa actual, debemos entender que la música nórdica (Suecia, Dinamarca, Escocia, Finlandia e Islandia) tanto en rock, pop y heavy ha hecho reescribir las reglas del juego para lo que es la música de calidad hoy. Pero es que poca broma, si echamos la vista atrás podríamos hasta hacer memoria de ABBA y percatarnos que en las que consideramos las tierras glaciales, tienen un corazón musical que bombea más intensamente de lo que aparentemente se hace creer desde ciertos ámbitos de la música comercial anglo-estadounidense. Entonces muchos os preguntareis ¿que narices es este post-rock que tanto está afectando a la música actual? Pues podríamos considerarlo un género musical en ciernes que se fundamenta en los arreglos sinfónicos y ambientales de su música y en el que la importancia de las letras es muy variable.


Cuando a un término se le añade el "post" delante, significa que se quiere a través de los mismos medios instrumentales, romper con el género o movimiento anterior. El post-rock en sí es a la vez un género que se remonta a los 80 y 90 con tres discos en su origen, Spirit of Eden (1988) y Laughing Stock (1991) de Talk Talk y Spiderland (1991) de Slint. Discos que proponían un cambio de sonido en el rock, tanto, que algunos se tomaron ese gesto como una salida del rock. Pero no olvidemos que tanto los parajes quietistas y ambientales de Talk Talk, se habían visto en el progresivo de los 70 con sus vertientes de kraut (Tangerine Dream) y new-age (Jean Michel Jarre, Mike Oldfield). Por lo tanto ¿hasta que punto el denominado post rock podría declararse uno de los movimientos actuales del progresivo? Y es que quiero que se me entienda bien, me muevo por algo más que ser un prog forofo, lo estudio y lo identifico. Por eso, claramente siento que mi amado género ha sabido sobrevivir con mil nombres e identidades. Si Simon Reynolds le quiso llamar post-rock en 1994 en una crítica a Hex (1994) de Bark Psychosis' bien por él y por mi y por la historia, parte de su música forma parte del sustrato prog.

Mirando en el hoy, esta corriente tiene diferentes nombres propios que la representan como antes hablábamos. Entre todas ellas tomemos a Sigur Rós y fijemonos en que papel juega desde que sacara al mercado su segundo disco Ágaetis byrjun (1999). A partir de ese momento, el sonido etéreo y mágico de esta banda empezó a poco a poco integrarse en la subcultura musical y con el tiempo iba ganando adeptos hasta que a finales de la década pasada, su nombre retumbó en mis oídos. Eso sí, la verdad es que no me paré a escucharlos hasta hace relativamente poco, unos 2 años por lo alto. Pero las impresiones fueron bastante positivas, con un sonido intimista, bello, dulce y agudo (indudablemente por la voz contra tenor de Jónsi). En el momento de la creación de Valtari, la banda era un cuarteto formado por el propio Jónsi (Jón bor Birgisson, guitarra, voz, teclados y bajo), Goggi (Georg Hólm, bajo, glockenspiel, teclado de juguete, coros), Orri Páll Dýrason (batería, teclados y samplers) y Kjarri (Kjartan Sveinsson, sintetizadores, teclados, piano, organos, programación y viento). Una banda realmente compuesta por músicos multifuncionales y con amplia capacidad de componer e interpretar con diferentes instrumentos como podéis ver.

Sigur Rós - Ekki múkk (2012)


Empezando con el repaso a su contenido, este hiato desde Meô suô í eyrum viô spilum endalaust (2008) empieza con el tema Ég anda. Su entrada me rememora la música espiritual que mucha gente degusta a día de hoy para encontrar su parcelita de paz entre tanto alboroto mundano. Jónsi aparece entre tanta niebla de belleza, primero entre respiraciones que parece que vayan a cantar y luego recitando como si hiciera un himno al encuentro interior. El título traducido significa Yo respiro, clara alusión a su estilo pacífico. Orri comentaría en una entrevista que esta canción tendría un proceso de elaboración hasta que el disco estaba prácticamente terminado de grabar, nunca sentían que estuviera lo suficientemente completa la canción. Su composición se basa en cachos de otras canciones anteriores de la banda a ritmo ralentizado y el resultado, realmente notable.

Ekki múkk demuestra esa tensión palpitante que se enlaza con el anterior tema y que con la parte de cuerda crea un ambiente genial. La voz de Jónsi sabe llegarme y emocionarme, es como un mantra que te va recitando su mensaje con mucha paz. No pide mucho esfuerzo para dejarse llevar por su oleaje sonoro pacífico. Es esa música que deja un momento de quietismo en la vida, de pensamientos muy cálidos y dejar que todo fluya. La parte del final, compuesta básicamente por acordes de piano es tan simple como relajante y es una sensación estupenda. Igual que una pintura minimalista de Miró o Kline, estamos ante un tipo de creación que dice mucho en poco, que hace que la mente haga fluir sus ideas a través de una expresión tan sencilla como musical, la complejidad de la síntesis.

Sigur Rós - Varúð (2012)


El tercer tema del disco cambia un poco la sonoridad vista hasta ahora. Varúð tiene a mi parecer una espiritualidad muy diferente a lo visto hasta ahora. Me recuerda a los cánticos de iglesia en un primer momento y luego se torna en una canción en la que el ritmo de canto de Jónsi es más ágil y parecido a un tema típico. Pero sólo en eso, porqué realmente seguimos en un universo diferente a nivel sonoro respecto a tanta inundación de pop chicle que se puede encontrar hoy. Parece que el disco quiere escalar en calidad a medida que avanza porque sigue siendo la fórmula de Sigur Rós pero con variaciones que hacen que no sea todo una repetición de lo anterior. Aquí los instrumentos no se usan de forma corriente, se hace que fluyan con el viento, dando esa sensación tan marcada de new age.

Para esta banda a la vez, existe un proceso de construcción y de-construcción de las canciones. Eso se puede exponer en Rembihnútur, que según Georg Hólm en un inicio tenía un aspecto totalmente diferente al que podemos escuchar ahora. Es una canción que si bien mantiene un tono calmado, sabe como mantener una cierta pulsión pop con los ecos del teclado que le inundan. La percusión la voy a bautizar como los wood claps, ya que es una percusión suave que no implica un golpe de tambor directo sino más bien el golpe de dos tablas de madera (és un efecto que se produce con una caja de ritmos, pero que me evoca a ese tipo de percusión). Aún en su simplicidad, el acabado de esta canción probablemente fue lo que más les costó conseguir a la banda durante el proceso del disco, ya que a diferencia de Ég anda, esta se hizo en un esfuerzo continuo y no en un proceso intermitente a lo largo de la composición del LP.

Sigur Rós - Rembihnútur (2012)


Realmente pienso que el disco quiere agradar a las almas más tranquilas en Dauðalogn, ya que toma esos arreglos que uno podía ver de cuerda en temas como Bitter Sweet Symphony de The Verve y lo torna en un elemento que se ensancha en el tiempo. Una especie de dramatismo danzarin, de bals muy lento, casi eterno, que baila en la nostalgia del recuerdo. Esa especie de calma muerta a la que hace referencia, no creo que signifique que hable del estrés, sinó de una calma tan profunda que parece que no emane nada de vida. Sólo un poco más viva se presenta Varðeldur, que me gusta mucho por su sonido pero que creo que se queda corta a la hora de amplificar el universo de Valtari. Cierto, puede tener ciertos coros angelicales bellísimos, pero se me queda como un trámite ambiental entre otras grandes canciones del disco.

Y en el tema homónimo, Valtari, realmente me hace sentir sonoramente que estamos ante un disco muy unificado y que en ciertos momentos me recuerda a esa bella ambientación que se respiraba en The Dark Side of the Moon (1973) de Pink Floyd, eso si, bajando las revoluciones de manera notable. Esta podemos decir que es la eclosión del disco, el momento en el que emerge el disco al chocar con sus ideas de quietud, ambientación y musicalidad. Sabe dar a entender que es una canción compleja y su nombre significa "rodante", ya que expone que la canción avanza y avanza, saltando con cualquier idea que los músicos consideraran oportuna para formarla. Me gusta que en ciertos momentos también me recuerde a los grandes tiempos de Mike Oldfield y me da a entender que estamos ante un disco con un cierto punto conceptual, cosa que me confirma su elemento progresivo.

Sigur Rós - Valtari (2012)


Finalmente aparece Fjögur Pianó, un tema de una gran delicadeza y con un videoclip que me parece una genialidad donde participa el actor Shia LaBeaouf. Puro minimalismo llevado con un exquisito gusto que intercala los pianos y un teclado ambiental de manera muy interesante. Este cierre mantiene ese concepto que os he expuesto de tensión latente de fondo contrapuesta a una superficie sencilla, un mar oscuro moldeado por sencillas olas que le dan relieve. Esta canción se realizó a través del experimento de tocar cada uno de ellos por separado el piano ante un loop sin saber lo que habían hecho los otros. El resultado es muy agradecido y digno, ya que sin aparentemente necesitar grandes pretensiones cumple con lo que buscaba en este disco, belleza y espíritu. 

En estas dos últimas palabras se podría sintetizar Valtari, un disco satisfactorio, de meditación, un tanto triste, pero a la vez con unos colores tenues que evitan que todo se sumerja en la nocturnidad. Algunos criticaron en su momento su carácter preciosista ya que lo consideraban vacío, pero a la larga si eres consecuente, uno sabe que ocupa su sitio especial en la discografía de Sigur Rós y que su intención es ser ligero. Este disco que fue el primero en entrar en el top 10 de ventas inglesas, demuestra que en la música la sencillez no se ha de ver como un defecto si se hace con buenas formas. Lo curioso es que normalmente las cosas sencillas son inmediatas, es decir, entran con rapidez en el gusto popular de la gente, pero en este caso igual que con un disco de Michael Jackson de los 80, la sencillez se consigue después de un arduo trabajo de sintesis que al desplegarse, contiene muchas capas.

Sobre el carácter progresivo del que he querido dotar al post-rock, debo decir que este disco lo contiene. Se ha de decir que en este caso estaríamos jugando en toda una nueva liga y sonoridad, pero las progresiones o transiciones están presentes, al igual que ciertas conexiones entre las canciones y su universo común. Estamos ante un disco que más que crear canciones como entidades individuales, sabe generar un aroma que acompaña todo el disco aún con sus variantes a lo largo y ancho del mismo. Probablemente, será con la perspectiva de los años que mis aclaraciones se puedan reflexionar, aceptar o cambiar, pero por ahora todo me encamina a lo que estoy pensando, que la música progresiva es como un ser camaleónico que siempre perdurará en diferentes formas y colores, pero con un espíritu de trabajo y experimentación muy marcados.

Nota: 8,3

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