viernes, 27 de febrero de 2015

Crítica clásica: Taken by Force de Scorpions (1977)

Se cumplen ya 50 años del nacimiento de una de las bandas de hard rock más relevantes de todos los tiempos. Si bien para mi no eran unos desconocidos, Scorpions era de esas bandas que hasta hace poco solo conocía de ellos algo de los 80, algo de los 90... Pero gracias a un amigo mio (esta va por ti David) me empecé a integrar en el grupo de afortunados que conocían un poco más de estos alemanes tan bien dotados (no se malinterprete el juego de palabras). La experiencia de primeras me resulto extraña y su sonido aún a día de hoy me parece un tanto diferente a muchas cosas inglesas y americanas que rondan por el mercado del rock duro, que no metal.

Su material de los 70 para nada del mundo me parece malo. Al contrario, su belleza se encuentra en que es divertido y unas pizcas oscurillas que realmente me retan. Como diría Rita Barberá, estos Scorpions tenían un "caloret" especial y por eso mismo los analizo. Algunos hubieran esperado que le hubiera dado un repaso a Blackout (1982) o Love at First Sting (1984), pero en esa época aún siendo auténticos dioses con "fama, femmes y farías", seguro que las groupies de más calidad las sacaron cuando eran un poco menos comerciales. Eso si, he querido coger un disco que deje ver retazos de la banda en ese momento y a la vez de pistas de cosas que seguirían trabajando en el futuro, pero no me voy a adelantar demasiado. Preparaos porqué esto va a ser una crítica pero también un reportaje.

Pongámonos en situación (1975 - 1978):

A finales de los 70, Scorpions ya se había empezado a labrar una merecida fama después de un conjunto de discos bastante sólidos y sobretodo a partir de su tercer álbum, In Trance (1975). Pero a ver, su mayor logro lo tenían por el momento en su país y en Japón con Virgin Killer (1976). Eso si, con las portadas de discos de Michael von Gimbut tenían la polémica asegurada. Con el disco del 75 una chica en postura provocadora hacia una guitarra, en el del 76 una prepúber desnuda y también provocativa con los genitales tapados con una rotura de cristal... Y por lo menos en esta ocasión no parecía que la tónica polémica fuera a cambiar, aunque por otra razón diferente.

Esta vez dos niños aparecían jugando a las pistolas en un cementerio y aunque al principio no entendía el juego de palabras, Uli Jon Roth (guitarrista solista de esta etapa) lo aclaró. Esta portada hace referencia a que muchas veces se hace intervenir a gente joven en la guerra sin que estos tengan demasiada idea sobre lo que es la vida, sin que le den el suficiente valor. Lo pero, según Roth, es que los políticos que generan estas guerras también lo son ya que juegan con inconsciencia con la vida de las personas que lucharan en ellas sin mancharse y sin percatarse directamente de las perdidas. Y os hago una pregunta a vosotros ¿cuantas veces creéis que los políticos han dicho eso de: "esto es un sacrificio necesario"? Me refiero no sólo a la guerra sino a otras cosas que nos afectan en nuestra vida.

Iba por el campo y me he encontrado con los Scorpions ¡yehaa!

martes, 24 de febrero de 2015

Arqueología musical: Kassia (810 - c. 867)

Hace unas semanas teníamos en este blog una crítica dedicada a Vivaldi, una gran figura en la música del siglo XVIII. Probablemente haya alguno que aún siga escocido de mi atrevimiento de poner una nota a un trabajo de un músico tan consolidado. A ese, le voy a recomendar encarecidamente que se compre una buena crema para las hemorroides porque hoy vamos con algo más extremo.

En primer término ¿porqué arqueología musical? Sencillo, porqué la música que hoy trataremos es de la primera que se tiene documentación. Tal es el nivel de misterio en todo esto, que muchos investigadores de música han estudiado durante años como interpretarse estas obras de manera tan fidedigna a su forma original como sea posible. A la vez, este tipo de artículos como los de hoy son más un ejercicio de comprensión de muy viejas modas musicales. A través de ellos, conoceremos a un compositor en su contexto y con su música.

Eso me lleva a reflexionar sobre la gente que le llama arqueología musical a escuchar discos de los años 80 estilo Bad de Michael Jackson o Kind of Blue de Miles Davis. No os equivoqueis, que los humanos seamos insignificantes respecto a la durabilidad del Universo no significa que 30 años sean muchos. ¡Lo se! Ocurren muchas cosas, pero es que la realidad es que nunca llegaremos a saber ni una décima parte de las cosas importantes que ocurren en el mundo en un solo día. Cuando hablamos de arqueología con todas las de la ley es cuando nos ponemos ante vestigios de sociedades que existieron hace siglos, muchos siglos. Eso nos lleva directamente a donde tenemos que ir hoy, la Constantinopolis del 830 en la que había una fuerte corriente iconoclasta, es decir, una tendencia ideológica que pretendía destruir las imágenes de divinidades en los templos e incluso en casos extremos de objetos privados.

Como dicen The Residents: Here I Come Constantinople,
Here I Come Constantinople, I Am Coming Constantinople
Here I Come...

Esa idea fue promovida por el emperador León III desde el 726, y me diréis ¿y eso que tiene que ver con lo que veremos hoy? Aquí esta el quid de la cuestión. Kassia (una de las primeras compositoras con música documentada de la historia) era una joven iconódula, que defendía la presencia de imágenes religiosas en los templos y en la vida religiosa en si. En esa época, disentir en temas religiosos era como hacerlo en política, ya que en verdad las dos cosas iban unidas en eso de ordenar como tenía que ser la vida de un ciudadano. Por esos años reinava el emperador Teófilo, un hombre muy marcadamente iconoclasta. Pero curiosidades de la vida, este hombre buscaba una mujer (hacia el 830) y entre las candidatas estaba Kassia. Parece un cuento pero lo mejor fue la respuesta de Kassia a Teófilo, en una trolleada muy a lo medievo: "Antes que al hombre más grande del mundo, prefiero a la mujer más grande que ha nacido" haciendo referencia a la Virgen María.

jueves, 19 de febrero de 2015

Crítica: Blind Rage de Accept (2014)

Existen muchos discos clásicos de Accept que merece la pena analizar, ya que estamos ante una banda con suficiente legado como para dejar en pañales a grandes formaciones actuales. Incluso lo hace con bandas clásicas que actualmente se dedican a hacer giras interminables sin sacar nada nuevo a la palestra (¡ejem, Metallica!). Pero creo que en la labor de hacer críticas constructivas sobre música, es imprescindible no sólo manosear las grandes estatuas clásicas que millones de personas ya han tocado, sino también dar espacio a las novedades de estos artistas. Como a todo buen deportista, hace falta que evaluemos el estado de forma en el que están las bandas y ver si su destino es autohomenajearse o seguir adelante con la cabeza bien alta y sorprendiendo a su público.

Pues bien, con toda seguridad en mis palabras puedo decir y digo que Accept es de esos combos musicales tocados por las musas. Estos alemanes han sido lo suficientemente trabajadores como para vivir una segunda juventud y firmar discos en la actualidad que bien se podrían tildar de su segunda etapa clásica. Lo mejor y a la vez lo peor es que estamos hablando de unos hombres ya maduros (de unos 50 y pico tacos) y lo digo sin prejuicios. Que tengan que venir unos veteranos con más de 30 años de carrera discográfica a sacar las castañas del fuego ante toda una tropa de bandas metaleras, que en muchos casos son más jovenes que ellos, es de elogiar. Pero a la vez una señal negativa de que músicos legendarios se han quedado bastante estancados.

¿Y que han hecho estos Accept que es tan destacable? Bien, estamos hablando de una banda que permaneció inactiva discográficamente desde 1996 con Predator hasta 2010 cuando iniciarían su nuevo periplo con el cantante Mark Tornillo. Eso suponía dejar atrás a un frontman clásico como Udo Dirkschneider con quien habían firmado sus mejores obras y seguir adelante intentando mantener la magia del pasado. De ese movimiento se publicó Blood of the Nations (2010) que como poco fue una sorpresa muy positiva y de el que nacieron algunos de sus clásicos modernos, con temas como Teutonic Terror, Pandemic, Beat the Bastards o la que da nombre al disco. Aún es un disco muy cercano, pero con los años tengo claro que será considerado una joya en su discografía y un punto de inflexión para los que creían que Accept era una banda del pasado.

miércoles, 18 de febrero de 2015

Crítica: Comb the Feelings Through Your Hair de Grooms (2015)

Nota: Debido a que esta banda es un tanto desconocida os recomiendo escuchar este disco a través de Spotify.

Me gusta tomarme riesgos cuando se trata de valorar un disco nuevo. Muchas veces si llego a una banda nueva es por recomendación de un amigo o porqué una web le ha dado mucho bombo. Aún así, la mejor experiencia para mi es aquella en la que como hace 20 años atrás (mucho antes incluso) se entraba en una tienda y uno se dejaba encandilar por la portada de un disco igual que te enamora una chica. A algunos les enamora la chica modernilla y colorista, (Radiohead) a otros la extrovertida y rockera (Running Wild) y a mí me ha dado por la princesa soñadora que a escondidas le da al porro.

Lo mejor, es cuando te paras a hablar con ella y resulta ser encantadora y realmente quiere agradarte, aunque el puto Spotify con anuncios haga más difícil nuestro amor. Comb the Feelings Through Your Hair lo ha conseguido y pillándome medio dormido un mier(d)oles por la mañana con una taza de café entre las manos. Aunque siempre he sido un poco temeroso con las cosas nuevas; soy tímido y a veces me cuesta que me salgan las palabras con algo que me deja pasmado pero con lo que no tengo suficiente perspectiva. Por esa razón hasta ahora he sido bastante temeroso de hablar de un disco de rabiosa actualidad y más de un género como el indie, con el que siempre que he cogido un disco le he dado meses de evolución en mi mente.

En esta ocasión he querido cambiar un poco las normas y dejarme llevar por lo que el disco me está ofreciendo en las primeras escuchas, cuando mi sentimiento es más potente e impulsivo. Antes de ir al grano con el disco es de recibo hablar de Grooms. Esta banda de indie rock que remonta su debut a 2009 con el disco Rejoicer. Este me ha parecido un disco con buenas intenciones pero que sonoramente mezcla ratos de innovación y buen sonido ambiental con otros momentos en los que se nota que su fórmula musical era aún primigenia añadiendo algo de noise rock que me recuerda muchísimo a Sonic Youth. Pero con Prom (2011) y Infinity Caller (2013) me ha parecido que evolucionaron hacia algo más parecido al shoegazing (rock alternativo bailable, ambiental y con muchos efectos en la parte de guitarra).

Actual formación de Grooms

jueves, 12 de febrero de 2015

Crítica clásica: ...And Justice for All de Metallica (1988)

Hará 7 años que un disco me dejaría tan cautivado y enamorado de su denso, rápido y furioso sonido que no sólo me acercó a una banda sino a todo un género, el heavy metal. Y dejémonos de chuminadas, este disco del que hablo me hizo entrar tal vez por las puertas del Olimpo a un magnífico campo inexplorado para mi. Lo que no me hacía a la idea con 15 años es que la banda que estaba escuchando era una de aquellas que habían sabido tocar la tecla correcta en el momento idóneo y que se situaban como la primera línea de fuego que aseguraba la victoria en cualquier guerra.

Lo otro que no sabía y que tal vez me desilusionó es que aquel joven y vigoroso soldado que en su momento había destronado a grandes reyes (Ozzy Osbourne) y que se igualaba a los más nobles gentilhombres del reino (Judas Priest, Iron Maiden) a día de hoy era tomado por perro viejo, desgastado y desganado. Pero quise saber de su leyenda tan llena de epicidad, drama y sobretodo mucha música. Este caballero en realidad era una banda de cuatro chavales muy fervientes de energía que se hacían llamar Metallica. Sus mayores gestas se retiran ya casi 30 años en el tiempo, en aquellos lejanos (pero a la vez mas cercanos de lo que creemos) años 80.

Por su seno pasaron grandes nombres dentro de su estilo que luego también probarían de hacer sus gestas fuera de esta banda, sir Dave Mustaine (el hombre que toca la motosierra rítmica de Megadeth) o sir Jason Newsted (el hombre del bajo que corea como los espartanos). Eso si, si queremos saber el origen tenemos que mirar a un par de chavales que en su tiempo lucían una melena larga y alborotada, un danés y un estadounidense, Lars Ulrich (baterista) y James Hetfield (aceptable cantante, muy buen guitarrista). Ellos dos se encontraron a través de un anuncio colgado por el danés en una revista en 1981 y ¡pam! pura química de la que nacieron las primeras canciones para el que a la larga sería su primer disco Kill Em All (1983), un disco crudo, rápido y revolucionario.

Para ese tiempo tenían a su lado a un guitarrista solista muy solvente, Kirk Hammett y un bajista ciertamente dotado del que su sombra alargada generaría todo un mito, Cliff Burton. Ellos cuatro elaborarían música heavy, pero que bebía del punk y del New Wave of British Heavy Metal (Iron Maiden, Motörhead, Diamond Head). Distorsionada, rápida, técnica y visceral (almenos para su época) su música junto a otras bandas como Megadeth, Anthrax, Testament o Slayer formaría un subgénero llamado thrash metal. Con unas bases bien establecidas, se encaminaron en su segundo disco Ride the Lightning (1984) que les haría evolucionar a un sonido más épico y feroz. Sus obras se acercaban a sus admirados Maiden o Priest, su leyenda ya tenía dos grandes gestas.

Pero fue la tercera la que realmente dejó el mundo del metal patas arriba, Master of Puppets (1986). Ese disco les hizo pasar de ser los tíos rechazados de la escena musical de Los Angeles a los nuevos referentes de la música extrema de su tiempo. Daba igual si en los posters el cabeza de cartel de un festival era otro, ellos pasaban a ser los líderes absolutos en las mentes de los asistentes entre 1986 y 1987. A día de hoy considerado uno de los mejores discos del género por su dureza, épica, letras i musicalidad. Pero entonces en la gira de este disco la desgracia recayó sobre ellos ya que en un accidente de su bus de gira en 1986 moriría Cliff Burton, que en gran parte había sido ideólogo de su última obra maestra. A partir de ahí ¿como plantearse la nueva vida como banda?¿Seguir o dejarlo?

Jason Newsted, James Hetfield, Lars Ulrich y Kirk Hammett. Los "Four Horsemen"
decidieron seguir adelante con el legado de la banda.

miércoles, 4 de febrero de 2015

Crítica de Música Clásica: L'Estro Armonico de Vivaldi (1711)

¿Se puede analizar la Música Clásica? Algunos seguramente querrán venir a por mi a partirme los dientes y a decirme algo así como: "Esta música se analiza sola, los años se han encargado de eso". Pero si fuera así, las personas más jóvenes no nos atreveríamos a acercarnos a valorar que supone para nosotros una música que fue hecha hace más de 300 años por el simple hecho de ser poco más que un mito inalcanzable con las puntas de los dedos de los ahora presentes en este mundo. Esto no es una tragedia griega, ni hay seres superiores, solo arte para valorar y por eso estamos los críticos, para valorar y transmitir cultura a los muchos interesados que existís. Entonces, la tarea difícil está en ir más allá del mito y encontrarse cara a cara con la música como si fuera de un artista más, aunque de sobras sepamos que estamos hablando de uno de los muy grandes.

Además existe otro gran problema que para muchos hace que analizar esta música pueda generar debate y controversia, el hecho de que no existe una grabación hecha por el propio creador de la obra. Eso desemboca en que existen muchas versiones con diferentes matices sueltas por el mar discográfico ¿pero cual es la buena? Eso se descubre a través de escuchar la misma pieza interpretada por diferentes orquestas y quedándose con la que más nos llene y ahí si que interviene mi subjetividad. Por mi parte, he decidido tomar esta versión de Fabio Biondi que recoge la gracia que para mi siempre ha destacado la música del compositor veneciano. Como la obra es más amplia que un disco normal y corriente, he preferido hacer referencias de diferentes partes que considere el cenit.

Es decir, que mi crítica estará hecha desde una escucha completa de la obra pero sintetizando aquellos momentos que más me hablan de ese sonido destacable que percibo. Pero antes que eso debo presentar la figura de Antonio Vivaldi (1678-1741), un destacadísimo compositor de música barroca, que destacaba por sus conciertos. Por la importancia que llegó a tomar su figura por Europa en su época, podemos decir que influyó sonoramente a músicos como Johann Sebastian Bach o Händel. Posteriormente Bach y sus hijos influenciarían a la siguiente generación, Haydn y este a Beethoven (que influenció hasta al butanero). Por lo tanto, directa o indirectamente el sonido del italiano siguió su desarrollo a lo largo del siglo XVIII i XIX. Todo un logro como músico, viendo la fugacidad actual de las modas.


lunes, 2 de febrero de 2015

Crítica clásica: ...Famous Last Words... de Supertramp (1982)

Cuando se termina una etapa en nuestra vida, muchas veces nos sentimos descolocados y más cuando es una ruptura. En el panorama musical eso también ocurre y en muchos casos hace mella en la personalidad de la banda, en el ambiente que se percibe. Muchas veces desde que se da la ruptura hasta que ocurre la despedida de un miembro de una banda hay un proceso y en este caso fue la grabación de un disco.

Lo que ocurre, que en este caso es un disco que fue el precedente de la que considero mi segunda infancia. Un momento de mi vida en el que recuperé las ganas de ir por el mundo sonriendo y aprender a ver la vida de nuevas formas e incluso conocer al que sería mi primer amor. Igualmente, algunas de sus canciones estaban grabadas en mi memoria desde hacía muchos años. Era un proceso de redescubrir mi niñez pero con un poco más de inteligencia y criterio y con una de esas me volví a enamorar del sonido de Supertramp como cuando era un niño de 6 años.

Lo mas bonito es que la niña de mis ojos acabó siendo uno de esos discos que para muchos fans de esta banda supone una encrucijada contra sus principios. Aparentemente no me había enamorado de la mas agraciada del patio con este álbum. Por eso mismo, empecé a leer tanto como pude sobre él para entender que escondía su proceso de composición. Pero para los que no sois muy seguidores de esta banda creo que merece la pena que os haga una pequeña presentación. Supertramp es una banda que a lo largo de los años 70 contribuyó en la música popular dentro del género progresivo, generando una música que podría ser tildada de pop/rock con diferentes cambios y progresiones que nos llevarían al llamado muchas veces pop progresivo (esta valoración es personal no acepto devoluciones bla, bla, bla...).

No hablaré de todos sus precedentes, sólo de la etapa en la que creo que se enmarca este álbum y que fue bastante complicada para los integrantes. Supertramp tenía dos mentes creativas muy potentes y a la vez dos identidades musicales y vocales: Rick Davies (piano y voz) y Roger Hodgson (piano, guitarra y voz). Además John Helliwell (saxo, teclados y coros) que le daba mucha personalidad al sonido de la banda. En definitiva, todo esto se estaba tambaleando por los conflictos de Davies y Hodgson desde la concepción de su anterior disco, el aclamado Breakfast in America (1979). En este disco alcanzaron sus mayores cotas a nivel comercial convirtiéndolo sin exagerar en el bombazo de su año y un techo difícil de alcanzar. Sólo podían estancarse o huir por la tangente.

Las cosas no eran sencillas en el seno de Supertramp, aunque tampoco
quería poner una foto de ellos con cara de vikingo sediento de sangre
 para reflejarlo. (Helliwell, Davies, Hodgson, Siebenberg, Thomson) de izquierda
a derecha