viernes, 16 de septiembre de 2016

Crítica: Diamonds and Pearls de Prince (1991)

Dos de las figuras más camaleónicas de la música de los últimos 50 años nos han dejado no hace mucho. Primero David Bowie, un avanguardista dentro de la música popular que supo entender el sentir de diferentes décadas en lo que a estilos se refiere y destacando claramente a finales de los 60, todos los 70, 80 y los últimos 5 años. El otro grande, Prince. Y es que Prince Rogers Nelson, cumple el mismo rol que Bowie dentro de la música negra de los últimos casi 40 años, llegando a colarse entre lo mejor de la música popular y disputándose contra titanes como Michael Jackson, Madonna o Phil Collins, por poner algunos ejemplos.

Pero es curioso como si bien se han mitificado muchos de los discos de los años 80 de Prince (o cualquiera de sus tropocientas nomenclaturas); los 90 fueron una época valiosísima para este artista, pero de la que no se realizan rediciones discográficas como se precisaría, llegando a valer algunas de sus obras en vinilo incluso centenares de euros. Hoy trataremos el disco que empieza la traca buena que el músico de Minneapolis hizo a principios de los 90. Y debemos entender que alrededor de este disco se presentaba un panorama musical en plena evolución y en el que se daba mucha importancia a la música alternativo y a los estilos callejeros (rap, hip-hop) o que hasta el momento eran de las subculturas (grunge).

En ese momento de transición, Prince decidió crear una nueva formación de músicos con la que se rodearía la New Power Generation y de la que ya daría alerta en su anterior disco Graffiti Bridge (1990). El cantante y multiinstrumentista, ya llevaba algunos discos trabajando en sonoridades muy ligadas a lo urbano, creando un cocktail que ya estaba refinando desde los tiempos del Sign o' the Times (1987). Por el otro lado su competidor más directo, Michael Jackson, sacaría poco más de un mes más tarde su disco Dangerous (1991), que confirmaría por parte del artista más comercial de su tiempo el nuevo rumbo de los hits musicales. Entonces se nos presenta conveniente repasar ágilmente este disco para ver a través de sus canciones esta capacidad de transformación musical que Prince poseía.


Hay un conjunto de temas del disco que vislumbran las tendencias del new jack swing, un estilo de música pop que fusionaba este género con sonidos del swing, R&B, el hip hop, jazz o el dance. Curiosamente Jackson también tomaría en el disco de ese mismo año a esta música como la abanderada, demostrando que era uno de los símbolos de identidad de finales de los 80 y principios de los 90. Ejemplos como Thunder, Live 4 LoveDaddy Pop o Gett Off, nos dan una buena muestra de como sonaba. Todas ellas demostrando un nivel notable y destacando la segunda y tercera por su buen gancho y sus ritmos divertidos. Jughead, sin salirse de esta senda, tiene un sonido mucho más hip hop y me lo paso genial escuchándola. En ella Tony Mosley hace uno de los rapeos más inspirados en todo el disco y me dan ganas de saltar y reir, que buen groove y rollo da.

La elegancia por otro lado se nos presenta a través de unos hits jugosos y de sonido más holgado como Cream o Money Don't Matter 2 Night. En ellas apreciamos un sonido glam que deja por un momento las trazas del hip hop, para ir a algo convencional pero trabajado con todo el mimo y detalle que Prince le ponía. Diamonds and Pearls resulta ser la gran y solvente balada del disco que decide tirar por lo épico y se agradece como entra Rosie Gaines a mitad de la canción para darle un toque pasional muy bello. Pareja a esta se encuentra Insatiable, que requiere un poco más de paciencia si estamos escuchando el disco con una actitud muy activa, ya que nos pide relax e intimidad. Y es que a ratos se puede aquejar de que el disco te pide estar con muchas actitudes como oyente y a muchos eso les evitaré poder centrarse en un disco que da tanta calidad como atención pide.

Entre todo este mar de sonidos mi elección de favorita es Strollin', una canción construido en un sofisticadísimo sonido jazz y con un Prince que toca las nubes con su hermosa voz. Los teclados de la canción son un dulce que te va atrayendo y dejando embaucar. Yo que soy hombre de tener gusto por las mujeres, debo decir que escuchando este temazo me siento como si estuviera en una elegante cafetería compartiendo una taza de café y hablando con una hermosa, elegante y culta mujer con la que estamos horas tratando temas interesantes y podemos soltar nuestra sensibilidad y cultura sin pedantería. Un ejercicio de galanteo y enamoramiento tan terrenal, pero que me hace volar tanto entre las estrellas que le tengo que pasar el extintor al botón de replay.


En términos generales, nos encontramos en Diamonds and Pearls una de las obras que más merecen conservarse al recuerdo de Prince. Un disco que llevaba un proceso de elaboración de dos años, resultó ser una preparación para una realidad musical que por lo visto era inevitable que ocurriera y lo supo captar. Entre los defectos hay detalles de que hay algunos hits muy buenos pero que no asimilan el nivel de calidad de otras de sus grandes canciones de los 80, pero luego lo compensa con algunas de las mejores canciones de su carrera. Nos encontramos ante un disco trabajado con mimo a nivel instrumental y que a pasos ligeros va dejando atrás aquellos años del multicolor synthpop de los 80, para pasar a unos colores más cálidos en los 90.

Valoración: 🌟🌟🌟🌟✰ (Excelente)

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