martes, 28 de abril de 2015

Crítica clásica: Pure Instinct de Scorpions (1996)

Según que bandas tienen la suerte que los denominados "discos malos" de su carrera, terminan por ser simplemente los menos buenos. Pero no por ello dejan de ser trabajos con material decente para engrosar el catálogo de los artistas y hasta curiosamente lo peor de estas bandas llega a ser lo mejor que podría sacar alguna banda mediocre. Estos Scorpions que podían sacar discazos como Taken by Force (1977), Love at First Sting (1984) o Crazy World (1990), también podían elegantemente tropezar igual que cualquier otro ser humano con alguna piedra en el camino. Pero repito, tropezaron elegantemente.

En el caso de los alemanes que ya conocemos sobradamente su piedra digamos que fue el repetirse, el aprovechar demasiado el tirón, el hecho de estancarse sin renovar. Y aclaremos la papeleta amigos, uno puede quedarse parado en un sonido y generar música de calidad y vivirlo a tope y sin hacer una obra maestra, firmar un disco ciertamente divertido. Algo así si lo recordais paso con AC/DC y su disco Flick of the Switch (1983), que no renovaba y encima retrocedía en el sonido crudo de los 70, pero no dejaba de ser un disco ciertamente notable porque era primitivo, impulsivo y con grandes ideas. Pues con Scorpions digamos que pasó lo mismo durante los años 90, podían grabar canciones con potencial y garra que te hacían disfrutar el disco, pero claramente ya no era ningún impacto para el oyente habitual de la banda.

Ya os dije en la anterior entrega que con Crazy World (1990) firmaban su último disco clásico, el último que realmente podía decir con todas las de la ley que pulía su sonido y los elevaba al máximo estrellato. Las giras lo petaban, pero su siguiente movimiento discográfico tardaría 3 años y se apodaría Face the Heat (1993) y saltaron las dudas. Particularmente me parece un disco muy contundente, con un sonido muy moderno y ligado a esas guitarras espectaculares de bandas como Guns N' Roses, lo que pasa es que le faltaba un poco el brillo del disco anterior. Aunque todo rodaba a buen nivel, nada sonaba a clásico inmediato y parte de la crítica se ensañó con ellos. Era cuestión de gustos y aunque el anterior disco parecía aceptable, este disco a orejas de muchos puristas era simplemente demasiado y demasiado frío.


A día de hoy, muchos señalan a Bruce Fairbairn como el artifice del sonido modernizado de los Scorps. Pero seamos claros, Fairbairn fue el hombre que modernizó el sonido del rock duro entre finales de los 80 y hasta mediados de los 90, no sólo eran los alemanes, era casi todo el mundo que quería triunfar quien lo contrataba o como mínimo usó la plantilla que el impuso con bandas como Aerosmith, AC/DC, Bon Jovi, Van Halen... Además los 90 se ponían chungos y ya no estaba tan de moda el hard rock, ya que el grunge y la música alternativa se cepillaba todo lo que se le ponía por delante. Por eso, o sonabas moderno o te ibas al cuerno y estar en la lista de los 100 primeros ya era de agradecer, aunque parezca duro. Ya no era cuestión de triunfar, era pura supervivencia en un mercado donde el clima no era favorable para ellos.

Un último factor y extremadamente importante era que su formación había cambiado, despidiendonos de la plantilla clásica que habíamos visto hasta el año 1990. Herman Rarebell, ya no estaba tras los parches y la composición desde poco después de la publicación del disco de 1993 y Francis Buchholz había dejado la posición de bajista en 1992. Estos fueron sustituidos por Ralph Rieckermann como bajista y Curt Cress (que duraría un suspiro en el grupo) en la batería. Después de un largo tiempo de estabilidad, la banda veía como algunos de sus músicos querían disfrutar de sus familias o realizar otros proyectos después de años y años en el seno. El nuevo disco podía suponer una terapia para la banda, almenos para tomar un poco de forma y contacto entre ellos. Seguramente ya no esperaban lo mismo que 5 o 6 años atrás pero querían seguir vivos...

Por eso si empiezas un disco con un tema como Wild Child, toda parece rodar bien como si nada hubiera ocurrido. Rudolf Schenker parece que quería demostrar que seguía creativo y el riff inicial encajarían perfectamente entre sus mejores discos. Su producción impoluta y su sonido cañero y épico son un "abre boca" magnífico. El solo de guitarra, aunque breve, sublima perfectamente el potencial de la canción. Un último detalle a destacar es esa gaita que suena de fondo a lo largo de la canción y que le da un sonido grande y eufórico al tema. En la producción de este tema estubo Keith Olsen, destacable por sus trabajos con Ozzy Osbourne o Whitesnake. Como vereis el disco es una producción a retazos entre Olsen y Erwin Musper que seguirían la escuela del indispuesto Fairbairn.

But the Best for You, no es tan grande como la primera pero también tiene su gracia. Suena a una de esas canciones que se patilleaban las bandas de hair metal, cuando hacían el trabajo bien hecho y yo no seré quien critique gratuitamente algo si vale la pena. Jabs le pone mucho carácter al centro de la canción con su solo y luego al final se vuelve a soltar de manera más contenida hasta que estalla mientras se diluye su sonido. Le sigue Does Anyone Know, que sigue el esquema 1-1 de una balada de los Scorpions post Crazy World y claro suena bien, eso si, tampoco esperéis que me salten los lagrimones de emoción porqué de este sentimentalismo ya estoy curado. Como mucho el solo podría causarme algo, pero esta bastante recortado y se suprimen todas aquellas acrobacias expresivas que te hacen un nudo en la garganta. Buena y agradable, pero reprimida en muchos sentidos.

Se pone el ambiente emocionante con Stone in My Shoe, que es muy enérgica y positiva melódicamente. Igualmente su aire festivo no me impide pensar en lo que son capaces de hacer cuando estan totalmente inspirados y eso me reprime de verlo como la panacea. Ahora, no nos dejemos engañar por este comentario, la canción es sólida y es de las que te dan razones para comprar el disco. Razones: riff meloso, estribillo melódico como solo Klaus Meine sabe hacer y euforia por sus poros. Soul Behind the Face, me parece algo así como relleno muy bonito, típica canción de Scorpions que ¡si! me gusta mas que Does Anyone Know, pero que no innova en el estilo de las baladas de estos alemanes. Me gustaría que hubieran trabajado más en la épica de las baladas en vez de quedarse tan inmobilizados por su estilo.

Disculpe, me he metido en un disco de Queen sin querer... ¡¡aahh no!! Sigo con los Scorpions, solo es que ha empezado Oh Girl (I Wanna Be with You) y oye tenemos aquí una especie de mid tempo bastante suculento. Vale, que no tenemos aquí la nueva composición de hard rock neoclásico pero sabe salirse de rositas, aunque por poner una pequeña tara, su ritmo machacón se puede hacer a segundos un poco repetitivo. Y cuando te giras un momento, te colocan otra baladita y con esta ya van 3. Con When You Came into My Life pienso, si quiero un disco de baladas y romanticismo pues me compro un disco de Luís Miguel. Que la canción es buena no lo va a negar nadie pero ¡coño! si veo un disco que se llama Pure Instinct, pues me imagino más garra y no tanta balada. Y es que como os dije en la entrega anterior, en los 90 la música melancólica y llorar por los rincones era clave para el éxito y a veces el abuso.

Y no contentos con eso me ponen Where the River Flows y ¿que tengo que hacer? ¿Darme por maravillado? Lo siento pero no. En serio lo digo, este material bien repartido entre sus siguientes discos hubiera dejado un mejor sabor de boca, pero se esta cayendo a estas alturas en un abuso de las canciones de guitarras coloreadas que en verdad suenan bien, pero no sacan toda la chicha que estos tipos saben dar. Time Will Call Your Name es de las canciones que también tira a la balada baladosa. Te enseña los dientes y te dice ¿los ves? Pues no los voy a usar, quédate delante de la vitrina que voy a ser un león manso que no hace nada mientra lo miras en el zoo. Lo único que me sube un poco la moral son esos teclados de Luke Herzog y Koen van Bael que le añaden un punto de color más. Si, más rico, pero más de lo mismo.

Vale y llega el momento pasteloso pero precioso, porqué negarlo, del disco con You and I. Y es que yo también tengo un corazoncete al que le gusta que le llenen y siempre he considerado esta canción un clasicazo de la banda y ahora si con mucha épica y dignidad. Desde su letra tan tierna hasta la guitarra que llega hasta el nudo del alma de aquel amor pasado o del que vivimos actualmente, simplemente lo bordaron. Y para más inri la versión orquestral de la canción es una puta obra maestra digna de ser escuchada. Se me ponen los vellos de punta al escuchar la mezcla y es como un momento solemne al que vale la pena asistir. Y lo mismo pasa con Are You the One? Que suena como una canción medieval/renacentista para una amada, sencillamente preciosa.

La canción extra del disco es She's Knocking at My Door y cierra el disco con una dosis bastante buena de hard rock. El riff es pegadizo, pero tal vez no es que sea la mejor tonada que he escuchado de ellos, pero es muy resultona. Entonces con el contenido analizado, creo que debemos tener en cuenta algunos factores que hacen que la nota sea bastante buena respecto a lo que se ha hablado hasta ahora del disco (y más bien criticado) pero a la vez sea más baja que todo lo que hemos visto hasta ahora de la banda. Lo primero, es que este disco tiene algunas canciones que creo que aunque estan bien realizadas, lo único que hacen es rebajar el nivel de impacto de un disco que podría haber dado más de si. Y es que el disco dura 55 minutos frente a los 40 minutos que duran algunos de sus discos más reputados.

Entiendo que estamos en la era del CD y caben más canciones, pero amigos, por mi que no fuercen la máquina más de lo debido. Un disco debe resumir el trabajo más selecto compuesto y no debe caer nunca en los excesos, ya que tiene que estar: 1. Bien ordenado y 2. Bien dosificado. Todo este apunte negativo, eso si, queda compensado por algunas canciones con lo que se espera de una banda del nivel de Scorpions. Garra, épica, dulzura, diversión y en definitiva buen gusto que nos acompaña por buena parte de este disco sin ser lo más brillante que hayan parido. Sería un heredero directo de los sonidos de Face the Heat (1993) o mirando en la semilla de Savage Amusement (1988) donde se perfilaba un sonido más moderno y variado. Infravalorado de su discografía, Pure Instinct (1996), merece un rescate de sus mejores temas y una consideración positiva en un momento duro del hard rock.

Nota: 7,8

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