jueves, 5 de marzo de 2015

Crítica: Phantom Radio de Mark Lanegan Band (2014)

Voy a ser claro, todos los ingredientes que conforman este disco los conozco. Sé lo que es un CD, sé quien es Mark Lanegan y conozco razonablemente el estilo que este músico propone. Pero la razón por la que en primer término dije "Quiero escuchar este disco", fue por su portada, nada más. No es que desprecie a Lanegan, al contrario, exclusivamente su voz ya da para líneas y líneas en lo que expresión y estilo se refiere. Pero es que a mi personalmente me va mucho lo de pararme ante un disco bonito, dedicarle unos minutos a mirar el arte de su caratula y a ojear el librillo (cada vez más breve) mientras escucho la música y tomo un café.

Esa sensación de dejarse llevar por el encanto natural de las cosas y bueno, no tanto a sabiendas de si me da más o menos popularidad hablar o no de un disco, es terapéutica. Incluso después de leer críticas sobre su contenido, no me siento atado a ninguna de ellas por muy próximos o alejados en opinión que estemos. Por eso me siento bien, porqué estoy cogiendo a un músico que no es que tenga una fama inconmensurable, pero ya tiene a su círculo de seguidores y detractores bien formado. Y yo como buen crítico, aquí estoy dispuesto a pasármelos a todos por el forro. Entendedme, ir con prejuicios en la mente y rechazar cualquier tipo de placer porqué los guay dicen que mola, o forzar el gusto por la música si algo no me entra ni a patadas, acaba siendo una ruleta rusa con la que un día te encuentras con una bala en la recamara y disparas a tus principios.

Personalmente, la primera vez que escuché a Mark Lanegan fue con Queens of the Stone Age cantando A Song for the Dead. Era un puto pino en medio del escenario escupiendo palabras que le reforzaban ese aspecto desértico que tiene la banda de Josh Homme. Era como si un amante de lo picante le descubres la comida hindú. Por esa razón, cuando me enteré que Lanegan seguía como una hormiguita haciendo su trabajo musical, empecé a investigar sobre él. Podría destacar su aportación como cantante en la banda grunge Screaming Trees, con la que generó un sonido muy peculiar y desgarrado. A la vez su colaboración con Queens of the Stone Age, con quien se volvió a establecer como figura en el mundo musical en discos como Songs for the Deaf (2002) o Rated R (2000). Pero su estatus de culto se lo ha ganado en los últimos años.

Colaboraciones con Isobel Campbell y sus últimos discos en solitario Blues Funeral (2012) y Imitations (2013) nos han atraído a muchos a redescubrir su discografía en solitario, que se remonta a principios de los 90 y que ha dejado joyas como Whiskey for the Holy Ghost (1994). Estoy seguro que estamos ante un músico con mucho fondo cultural y que sabe coger sus influencias, transformarlas y ponerle su sello. Por esa razón, cuando giré un poco la mirada y vi que el disco era de su banda pensé: "It's Lanegan Time!".

¡Por favor, muestrenos su mejor sonrisa señor Lanegan!
Lanegan siempre ha sido un tipo tímido que en las entrevistas se ha mantenido simpático pero un tanto hermético. Por eso es curioso cuando empieza el disco y suena Harvest Home. Una melodía preciosista que no desencaja para nada con su voz. Las guitarras y el teclado juegan a su favor para dar un sonido cálido y con un punto de folk. En muchos sentidos, exceptuando por la producción, me recuerda a el sonido de los 80 y 90. El sonido del post-punk parece emanar del tema, como si fuera una canción de in pass entre Joy Division y New Order. Pero si existe una gran influencia para Lanegan es Echo and the Bunnymen, con su estilo ambiental. Sin duda estamos ante la mejor canción del disco.

Si en cambio empezáramos por la segunda canción, Judgement Time, el disco nos parecería que va hacia otros derroteros. Es música popular abarcada en el mundo de la música alternativa. Las disonancias e imperfecciones vocales calzan perfectamente con una canción que musicalmente no tiene altas pretensiones, pero líricamente si. Cuando estamos acomodados, otra vuelta a la rueda y volvemos al estilo del principio. Floor of the Ocean, es como coger la música bailable del Madchester y quitarle la sustancia de groove (la que te hace bailar). Me recuerda a Stereo MC's pero sin el gancho y el desenfreno divertido de sus hits de los primeros años 90, con más bajo y batería.

Mark Lanegan Band - Harvest Home (2014)


The Killing Season, es una canción que recuerda mucho a la influencia sutil del chill out en algunos hits de los 90. Una música que se llena de minimalismo y acordes. A los 2 minutos y pico, me quedo pasmado por unos teclados que me recuerdan mucho al synthpop de los 80. Mientras las dos anteriores, me parecían más inconclusas y aunque buenas, no tan bien trabajadas, esta se acerca al nivel de la primera del disco. La cosa mejora en Seventh Day, ya que me resulta familiar por su sonido relajado, molón con ese fondo a lo música de kung fu. Parece una canción de Ian Brown fuera de The Stone Roses.

Alain Johannes que está en el papel de guitarrista y productor en el disco, demuestra todo el talento que también ha sabido mostrar como colaborador en proyectos de Queens of the Stone Age y Them Crooked Vultures. I Am the Wolf, es una lluvia de guitarreo acústico que florece mientras Lanegan canta a su ritmo recitando su poesía. Aún siendo sencilla, se percibe más pasional y se nota mucho en como no hay raspados ni atonalidades, sólo un músico que parece desplegar tranquilamente su alma. Torn Red Heart, es como una balada espacial de David Bowie y se agradece la variedad que le da al disco algo así.

Mark Lanegan Band - The Killing Season (2014)


Lo que ocurre con la variedad es que, si está bien unificada pues hace un disco que destaca. Pero si no ordenas las canciones de manera acertada puede perjudicar la escucha. La zona central del disco, en la que ahora estamos sabe conjuntarse, con un Waltzing in Blue muy acorde al estilo ambiental, delicado e íntimo de las dos anteriores. Pero por ejemplo, el cambio que os he mostrado al principio entre Harvest y Judgement y luego vuelta al estilo con Floor of the Ocean, le resta esa magia que tiene un disco que es tratado como orfebrería. A mi parecer, un disco tiene que saber hacer cambios que den sensación de riqueza, cambio y sorpresa. Pero si no sabes hacer eso a través de tramos e intercalas mal lo triste y alegre, lo rítmico y lo más mínimamente melódico, ensombreces un poco el conjunto y lo haces más olvidable.

Otro bache se me hace con The Wild People, una canción que me da a entender que habla de un hombre que va a la cárcel. Pero seamos claros, a mi no me van las canciones que van de solemnes y olvidan de enriquecer su fondo. Tampoco pido mucho más, pero la canción se me repite un poco y eso me hace quererla pasar sin pena ni gloria. Death Trip to Tulsa, también me cansa porqué es de esas que suenan a quiero ser modernillo, rollo hip hop indie hipster surfer. De esas que te dice: ¡Si nena, soy profundo, fuck yeah! Aquí me siento desubicado y me parece que estamos en la zona floja del disco, pues como bien decía en la anterior crítica: ponte un tope de canciones para añadir en el álbum, coge lo mejor de lo mejor y si te sale un disco de 40 minutejos ¡pues ya está! Pero el mundo parece ir a otro rumbo.

Mark Lanegan Band - Waltzing in Blue (Neptune Theater, 2014)


Dry Iced, por suerte sube un poco el listón y me quita el sabor regulero con una melodía más rollo techno dance. Se alzarán los cuchillos y algún purista peligroso dirá que es una mierda que Lanegan experimente por estos terrenos, pero no hay para tanto ni para bien ni para mal. Algunos os preguntareis porqué digo eso y seré claro, a partir de esta canción el disco muestra como pasó con Judas Priest buenas ideas que necesitan ser pulidas y ajustadas. No Bells on Sunday, tiene un concepto de paz electrónica que nos acerca casi al new wave, pero es larguilla para lo que ofrece. Sad Lover, es una sorpresa positiva y me resulta atractiva porqué al igual que Harvest Home me recuerda el post-punk ochentero en una forma modernizada, lo que se conoce como post-punk revival.

Y en eso si que le tengo que tirar un piropo, por ser un compositor tan abierto de mente ya que no sólo toca diferentes formas de un mismo género, además sabe salir de lo habitual en él. Jonas Pap me aburre y es de esas canciones que podría coger a mis amigos y ponernos a hacer el baile del zombie borracho y le quedaría bien. Por último Smokestack Magic, una canción que promete y promete y te deja con el aliento subido pero que no se mueve de ese punto intermedio que me lleve al extasis y así durante más de 8 minutos. Demasiada canela pa mi body, es una buena canción para acompañar un porrete pero poco más.

Extra: Mark Lanegan Band - Live on KEXP (2014)


Con el disco analizado, hay tres puntos a destacar: 1. Mark Lanegan sigue dando buenas composiciones, 2. Le cuesta cohesionar un álbum y ser selectivo/conciso y 3. Eso le lleva a que a ratos se deshinche sin ser nada malo o que baje de lo aceptable. Un buen disco, que no enamora tanto como su envoltorio, pero que se deja escuchar. Tengo claro que si en algo define la portada al disco, es en su espíritu ecléctico, cogiendo de diferentes estilos y a ratos muy determinados creando bonitos pasajes con letras hermosas. Pero por otro lado, noto algo de exceso en algunas piezas que no tienen tanto que ofrecer. 

Nota: 6,8  

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