Pat Metheny es probablemente uno de los guitarristas (y en general músicos) de jazz más premiados y reputados de los últimos 40 años. Nacido en Lee's Summit, Missouri el 1954, empezó su pasión por el jazz a través de su hermano, el trompetista Mike Metheny. Cabe destacar que desde que empezó a tocar música supo destacar y rodearse de grandes músicos que lo conducirían a renovar su estilo y a triunfar. Jaco Pastorius (el mejor bajista de la historia), Gary Burton, Lyle Mays (muy destacable tecladista) o Pedro Aznar (brillante multiinstrumentista) le ayudarían e influenciarían en su brillante carrera desde su debut en Jaco (1974), pasando por Offramp (1982) con el Pat Metheny Group un brillante disco que experimenta y a la vez se muestra accesible o Letter from Home (1989) precursor cercano del disco que hoy veremos.
Por eso, para realizar una crítica tenía un serio dilema, ya que en principio me hubiera metido en una de sus obras de finales de los 70 o de pleno en los 80. Pero opté por mostrar una obra de suficiente calidad como para que ni el exigente i perfeccionista Pat Metheny dudara de su fuerza. Crítica, público y yo mismo ahora podemos confirmar que este disco es de bien seguro la opción más acertada. En una entrevista para el canal CNBC, Metheny consideró que esta era su obra más ambiciosa y personal. Por eso, podemos ver esta creación como una especie de hito que consiguió tras años de evolución artística y melódica. En el disco, así como adelanto, podemos ver una paleta con toda la gama de colores que el había trabajado en su carrera.
Pat Metheny con su distintiva cara apasionada mientras toca |
Los sonido étnicos camboyanos rompen un poco con toda el aura positiva que había escuchado hasta ahora de Metheny y evoca más a una idea de paz y contemplación más profunda. No hay virtuosismo, por ahora no. Y entre percusiones étnicas se disuelve la melodía dando paso a Facing West, que sabe recordar aquellos momentos de euforia y galope rítmico del Pat Metheny Group. Un solo delicado, hace florecer la melodía principar de la canción en lo que se llama un rendering heart solo. Creación que evoca o lleva a que el "corazón" (todos sabemos que es la cabeza) trabaje sentimientos dulces y potentes. Siendo conocedor del rock progresivo, siempre que he escuchado estos solos, rememoro sentimientos que he tenido con Pink Floyd (o los álbumes de David Gilmour), Marillion (con Steve Rothery) o Mike Oldfield en Ommadawn (1975) o Amarok (1990).
Pat Metheny - Facing West (En vivo, 1993)
Punteos de guitarra que nota a nota y escala a escala son como dulces agujas musicales, que para el músico van llenas de recuerdos bonitos pero amargos de rememorar. En este caso, Metheny llega a este extremo acompañado de un Lyle Mays que le sigue los pasos dando tanto calor auditivo que es inevitable dejarse llevar por su belleza. La orquestra no deja que la obra afloje en el pedal de calidad. Una aura pacifíca pero grandilocuente envuelve Cathedral in a Suitcaise, los instrumentos de viento levantan grandes muros naturales pintados con toques de guitarra y el hipnótico teclado. Pero si hay una pieza que tiene una sonoridad sorprendente e innovadora es Finding and Believing, en la que se llega al etno jazz. Esto resulta ser una evolución lógica de lo que llevaba haciendo desde la entrada de Pedro Aznar y Nana Vasconcelos en el Pat Metheny Group.
Su sonido me parece tradición que suena a pura modernidad; ritmos dinámicos, mucha riqueza ambiental, instrumentos que saben llevarme a un mundo selvático. Y cerca de los 7 minutos de melodía, despunta unos ritmos latinos magníficos que se balancean graciosamente acompañados de la inquieta guitarra de Metheny. Este nos hace uno de sus solos pasionales que no puedo evitar que me recuerde a Carlos Santana. Una maravilla, claramente entre las mejores composiciones que le he podido escuchar. The Longest Summer, es como sentir cualquiera de las piezas lideradas por la guitarra del músico de Missouri, pero traducida al piano. La guitarra eléctrica que interviene esta fuertemente retocada por sintetizadores, pero sin dejar de ser irresistible por su virtuosismo y sonido ensoñador.
Pat Metheny - Finding and Believing (En vivo, 1993)
Podemos resumirla como una balada que nos regala más variedad de emociones en el disco. La simplicidad ornamentada con una llovizna de luz aparece con Sunlight. Una canción de base rítmica y que básicamente es como la sonrisa de una persona querida, que con poco nos transmite alegría. La orquestración sabe ser sutil, pero notable, ya que sabes que está con los instrumentos de cuerda. Pero es un telón de fondo de la gran belleza que sabe dejarse liderar por una guitarra limpia, dulce y nostálgica. Rain River, la escuché por primera vez viendo unas grabaciones de un concierto dedicado a este disco y que podeis ver en los videos. En una canción tan plácida, la gracia de las filmaciones era ver las caras de inmersión, intensidad y esfuerzo de Pat Metheny mientras retorcía sus solos improvisados.
Y probablemente esta es la naturalidad que el tiene en el instrumento, se deja llevar por la música y la complejidad que suena a su alrededor. Todo empieza con unas pequeñas pinceladas y la emoción del ambiente lleva a que se luzca más la música. Probablemente, con Always and Forever se me produce una sensación de canción de impás. Es innegable su belleza orquestral y sencillez calmada de la guitarra, que es puro sentimiento. Pero las innovaciones i la euforia técnica se dejan de lado. La armónica de Toots Thielemans es un muy breve plus. Por esa razón, cuando percibo el sonido más destacable del Pat Metheny Group en See the World, de nuevo me vuelvo a sentir muy reconfortado.
Pat Metheny - Rain River (En vivo, 1993)
Esta canción de altas dosis de euforia y buen rollo, es como la llegada de aquel amigo que siempre sabe hacernos reir mientras compartimos un café o una cerveza con él, mientras os explicais las vivencias de este tiempo que nos os habéis visto. Sabe ser jazz moderno "del de toda la vida", pero con el añadido de una banda detrás que hace que la música respire entre tanta pulsación de guitarra. La parte de viento con esas trompetas vigorosas y punzantes, me dan un atisbo de la banda de jazz rock Chicago. Por otro lado, As Flower Blossoms (I Am Running to You), es un pequeño caramelo que nos conduce a la siguiente canción, ya que su sabor dulce se sabe deshacer entre las notas de piano y la inspirada voz de Akiko Yano.
Por otro lado, Antonia, la siguiente composición, tiene un aire más marinero con el sonido de acordeón de Gil Goldstein, que absorbe mucho del sonido de la guitarra de Metheny en dos sentidos. Lo primero, porque su sonido y manera de tratar las escalas es claramente el de Metheny. En segundo termino, porque literalmente tapa mucha de la sonoridad que emite la guitarra por debajo. Pero se soluciona este hecho cuando la guitarra hace su papel improvisador/solista. Esta intervención de guitarra me resulta muy familiar, pero de otro guitarrista en un disco muy concreto. Sólo hace falta pararse a recordar el disco de Chris Rea, On the Beach (1986), para toparse con dibujos de guitarra muy similares y climáticos.
Pat Metheny - See the World (En vivo, 1992)
De esos que me transmiten el calorcillo gustoso de un sol suave tocándome la piel mientras espero tumbado frente al mar. Metheny otorga este misticismo ambiental, haciendo como si la naturaleza misma nos pudiera abrazar en toda su euforia. The Truth Will Always Be, es un tema que da muchos minutos a aclimatarse, engrandirse i sentirse a sus anchas. La orquestra se va engrandeciendo i a los 4 minutos y medio ya está maniobrando en toda su amplitud. Metheny, en el último tramo, muestra su guitarra tan personal y tan sintetizada, mostrando una gran expresión. Evidentemente hace referencia al dolor intenso que sufría el músico a nivel amoroso por su ruptura con Nascimento.
Como diría el mismo en una entrevista, los últimos 20 minutos del disco que van relacionados con la ruptura los definió textualmente como: " Han sido los mejores 20 minutos de música que jamás he escrito". Por decirlo de alguna forma, aquí Metheny explota la naturalidad que posee y se deja llevar por sus sentimientos, haciendo que de la música un espejo melódico de su alma y explotando todos los recursos y medios que había aprendido. El último y melancólico tramo se produce con las dos últimas canciones: Tell Her You Saw Me y Not to Be Forgotten (Our Final Hour), que hacen referencia al anhelo desesperado del desamor, a afrontar con soledad los primeros compases de duelo de una ruptura.
Metheny minimiza su figura, aportando dramatismo y dolor con su instrumento, haciendo una buena metáfora de lo minimizados que nos sentimos cuando se acaba una bonita etapa de nuestra vida . Por eso al terminar el disco, tengo la sensación de haber escuchado la cumbre de un músico que había conquistado ya muchos picos musicales. Ya sabéis de la dureza que me caracteriza poniendo la nota pero eso no significa que el disco sea absolutamente disfrutable y de lo mejorcito que ha pasado por mis orejas en meses.
Nota: 8,9
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