jueves, 19 de marzo de 2015

Crítica clásica: Leprosy de Death (1988)

Ayer discutía con una compañera de trabajo cual es el mejor chocolate que existe y así de primeras le dije, ¡el de 99%! El más puro y amargo de todos, además del más sano. No me siento mejor que nadie porqué me guste, ni lo debería sentir. Pero no lo neguemos, el hecho de que nos guste a muchos nos hace sentir que sabemos valorar algo exótico. Mi compañera, en cambio, me dijo que le gusta el chocolate con leche y aunque no es mi favorito, la entendí perfectamente. Un buen disco de pop o rock, igual que un buen chocolate con leche (añádele el extra que quieras) puede llegar a ser algo memorable y digno de dejar que se vaya fundiendo lentamente mientras nos tomamos un café.

Introducción al death metal y a Death

En este portal hemos visto grandes muestras de todos los estilos de "chocolate", pero hoy seguramente os voy a dejar una muestra de las categorías más amargas y difíciles. El death metal es un subgénero de rock duro que nos lleva casi al extremo definitivo del género, casi a chocarnos con la dura pared. Nació como una evolución más extremista del thrash metal que hacían bandas como Metallica, Megadeth o Anthrax y empezaban una liga nueva por si solas. La semilla popularmente se planto en 1981 con Welcome to Hell de Venom, disco que tubo influencia en el thrash metal, el black metal y el death metal. En la corriente que hoy veremos la respuesta fue Celtic Frost, nada más y nada menos que una banda de Suiza que bajo mi punto de vista fue el primer gran ¡si quiero! a ese death metal que aún no tenía nombre labrado.

Morbid Tales (1984) fue el disco de estos suizos que tenía ingredientes del nuevo subgénero y que por lo que creo forma parte de la breve primera fase, más contenida y "menos extrema". Vamos, un bombazo de racimo, pero con la bomba atómica que aún tenía que ser inventada, para entendernos. Eso, queridos amigos, ocurrió con las demos Death Metal de Possessed de 1984. Muchos me direis, ¡eso es antes del disco de Celtic Frost! Correcto, pero pensad que hasta que sacaron el disco Seven Churches de 1985 ellos fueron algo bastante desconocido, aunque respetado en pequeños círculos. Con Possessed ya nos encontramos en Estados Unidos, en la zona de la bahía de San Francisco donde el thrash metal había logrado una notable aceptación.


En aquel momento una banda entre comillas surgía a través de un músico visionario, Chuck Schuldiner. El nombre de la banda fue Death, así de claro y rotundo y desde 1983 hasta la publicación de Scream Bloody Gore (1987) fue sitio de paso de diferentes músicos que como si fueran de sesión, entraban y se iban constantemente de la banda (en realidad, la situación siguió siendo la misma hasta poco antes de 1996). Pero volviendo a los 80 y si nos situamos en esos años, hay un factor que ayudó claramente a que este estilo musical nuevo fuera más aceptado y degustado por muchos metaleros y que Death pudiera tener un gran prestigio.

En 1986, año cúspide del thrash metal, Slayer sacó al mercado Reign in Blood que por su sonido violento, denso y rápido fascinó a muchos headbangers (los que cabecean danzando el metal) y que puso el metal extremo en el área de confort de cierto público. Por lo tanto, cuando en 1988 Slayer publicó South of Heaven (grandísimo disco) y bajó un poco las revoluciones, discos como Leprosy podían satisfacer a aquellos que se habían quedado no del todo llenos con la evolución de los thrashers. Death, en ese tiempo supo mezclar dos cosas que a la postre le otorgarían ese estatus de leyenda con los años, agresividad y evolución. Schuldiner resultó ser un músico que a la par que evolucionaba él como músico, hizo evolucionar la música de su estilo y eso no lo puede decir cualquiera.

Nota: He de hacer referencia a lo mucho que he aprendido de este disco con la reseña de Winam en El Portal del Metal y del artículo de Matt Harvey (de la banda Leprosy) hablando del entorno musical de este disco en este artículo .

Crítica

Ya es hora de que entremos de pleno en el disco y para nada es una camino de rosas. Leprosy, la primera canción y que da título al disco empieza con un riff bastante oscuro reminiscente de grandes melodías del thrash del estilo Slayer. Pero a los 35 segundos preparaos para la marabunda con una guitarra feroz y una batería que parece un martillo mecánico. Constantes progresiones melódicas vuelven más enloquecedora la experiencia y con esa voz aguardentosa de Schuldiner no puedo considerar a esto menos que alucinante. El solo tan bruto envuelto de secciones de guitarra crudas y malignas son de leyenda y el outro, con la guitarra haciendo una melodía a través de trinados en el 5:23 es como observar la cima de los riffs vistos en Peace Sells de Megadeth (1986).

Born Dead se me hace muy parecido a escuchar a Sodom en Persecution Mania (1987). No es extraño que en los primeros años se confundiera a los de Sodom con death metal, porqué su thrash alemán a piñón  y muy oscuro amedrentaría a las fieras del death metal junto a los otros grandes alemanes, Kreator. Esta canción realmente refuerza un sonido muy ácido y veloz, como la típica imagen de una guerra química liderada por cazas volando a toda castaña por el cielo. La letra es bastante cruel, hablando de aquellos que nacen sin recursos, destinados a morir sin haber podido hacer nada de su vida. La parte solista se basa en solo abstractos y deformes que hacen pensar en una imagen grotesca de la humanidad.

Death - Leprosy (1988)


Más moderada en ritmo aparece Forgotten Past, pero de nuevo solo en el principio. Las transiciones y progresiones cambian de rápido a más rápido en un chasquido. En el minuto 2:26 llega un momento muy épico que con dos giros de ritmo y uno de melodía, la canción se vuelve más rica y tenebrosa. Pero ¡¡diós!! ¿que coño pasa con Left to Die? Es absurdamente brutal y con dos riffs tan grandes como una catedral cementa una pieza que tendría que considerarse de culto. Los berridos descompuestos de Schuldiner junto a esa guitarra que va a la velocidad de los astros, me pueden y muchísimo. Creo que estamos ante lo que sería una buena interpretación musical de la ira de los dioses griegos y romanos.

Pull the Plug, tiene la virtud de jugar más con el ritmo intercambiable que con la velocidad sin control. En ese sentido y aunque en algún momento le da al acelerador, su gran merito es que su estructura tan inteligente se me ha quedado clavada en el fondo de mi cabeza. Esta claro que hasta las obras más mórbidas pueden tener su trabajo de detallismo y de dar emoción al oyente y esta lo tiene y la define. En mi cabeza se podía escuchar lo siguiente: Cambio y otro. ¡Uff! Este realmente es bueno. Cambio y entrada de riff brillante. Mientras unos se ponen las manos en la cabeza horrorizados por lo oscuro y denso que es el disco, otros estamos alucinando de lo rico e ilustrativo que es.

Death - Pull the Plug (Eindhoven, 1998)


Como un torrente muy fuerte, Open Casket hace aparición. Diría que es de las canciones más simples a nivel de riff y es bastante desgarrada sonoramente. Su solo es bastante agrio en el sentido que necesita esta música, lo que ocurre es que se descompasa un poco. En el minuto 2:44 se empieza un dibujo de guitarra bastante notable y luego un riff que se balancea, digamos que esta es la mejor parte de la canción, luego todo vuelve al sonido original para cerrar la canción. Lo mismo me pasa con Primitive Ways, me gusta mucho lo que ocurre es que es muy bruta pero menos desarrollada  que las 5 primeras. La parte de batería juega mucho a cambiar las densidades que acompañan la parte la guitarra de Schuldiner, demos mérito a Bill Andrews que sería baterista durante un tiempo en Death y Massacre.

El disco termina con Choke on It y empieza con un riff maligno que digievoluciona en ¡¡megatorrentmon!! No, es broma. La gracia de esta canción es que vuelve a los esquemas pseudo-progresivos que hacía gala el disco en sus primeras canciones. Diferentes cambios que engrandecen un caos técnico, porqué hay bandas que se nota que son increiblemente rudas y potentes, pero con ritmos a piñon y mucha densidad. En cambio, Schuldiner con ese gutural ni muy grave, ni muy agudo, su forma de tocar la guitarra más desarrollada y unas partes de batería muy ricas dan a intuïr algo que con los años fue una realidad. Death de acabó convirtiendo en una gran representante del death metal progressivo.

Death - Choke on It (1988)


No hace demasiado que descubrí a Death, ya que no he sido nunca muy seguidor de los derivados del metal extremo. Pero ya desde su portada que me llamaba soberanamente la atención, hasta la calidad de las canciones me han dejado muy gratamente sorprendido. Se nota que esta fue una de las grandes bandas que nació en los 80 pero que evidentemente por su sonido y temática, no pudo tener tanta fama como merecía. Además me sorprende, porqué aún siendo un grandísimo disco, Leprosy no es la mayor evolución que logró esta bendita banda de Florida. Por eso cuando veais la nota, seguro que empezareis a especular (y sobretodo los fans del death metal) que bueno puede llegar a ser lo mejor que ha creado Schuldiner y sus secuaces.

Nota: 8,95

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

      Eliminar