viernes, 5 de junio de 2020

Crítica: In Rock de Deep Purple (1970)

En 1969 la banda Deep Purple tenía proposito, encontrar su sitio en el mundo de la música con una formación potente. Ritchie Blackmore (guitarrista), Jon Lord (tecladista) e Ian Paice (batería) habían llegado al pacto de apostar por un sonido más duro de rock influidos por el impacto que simultáneamente estaba dando Led Zeppelin. Un camarada de Blackmore, Mick Underwood (que había tocado con él en The Outlaws), les presentó a dos miembros de la banda donde este tocaba la batería, Episode Six. Ian Gillan (cantante) y Roger Glover (bajista) eran el tándem compositor de su banda y al verles actuar, los tres miembros de Deep Purple quedaron convencidos del valor que los dos tenían como equipo.

Gillan ya era conocido anteriormente por la banda y en principio era el único recambio que Blackmore había contemplado, pero Paice le convenció de que valía la pena sumar al bajista a la formación renovada de la banda. Eso sí, esta transición de miembros se estaba haciendo con Nick Simper (bajista) y Rod Evans (cantante) aún en la banda y sin que ellos lo supieran. El objetivo era finalizar la gira en Estados Unidos con la vieja formación y luego hacer el cambio de fichas con los compromisos cumplidos. El que se llevaría la sorpresa más negativa sería Simper, que creyéndose que formaría parte de la renovación de la banda, se encontraría con que ya habían grabado un tema nuevo con Glover.

Mark II: Experimentando antes de la gran jugada

Jon Lord, Ian Paice, Ian Gillan, Ritchie Blackmore y Roger Glover (1969)

Ese tema, llamado Halleluyah (cover de una canción de Roger Greenaway y Roger Cook), había sido preparado por la formación antigua, pero como dijo Jon Lord en una entrevista para el canal oficial de la banda en YouTube: “Esta canción era en buena medida la audición/casting que le hacíamos a Gillan y Glover. Si pudiera volver atrás, lo hablaría cara a cara con Rod y Nicky en vez de dejarlo en manos del management, pero en esta profesión la gente es constantemente despedida, és la naturaleza del juego”. Esto sería la primera publicación de la conocida como Mark II (segunda formación), la segunda se basaría más en una apuesta.

Jon Lord tenía ganas y talento para crear una pieza orquestal y le dijo al resto de la banda que antes de dar el paso definitivo al hard rock, quería poder hacer con ellos ese tipo de composición. ¿La apuesta? Si tras hacer ese concierto la formación estaba convencida con el estilo orquestal, tirarían por esa forma de música, si no, Lord aceptaría de buena gana seguir con la idea inicial. Con ese pacto acordado, graban en septiembre de 1969 Concerto for Group and Orchestra con la Royal Philarmonic Orchestra. Este ejercicio musical compuesto por Lord y con letras de Ian Gillan, resultaría satisfactorio y aunque no tendría continuidad, el tecladista se sentía con energías para afrontar la ahora si metamorfosis completa.

Historia esculpida del rock

La entrada a la nueva década por parte de Deep Purple tenía que ir de la mano de dejar atrás la psicodelia de sus tres primeros discos. En las primeras actuaciones en vivo de la Mark II se iría formando una muy buena química entre sus integrantes y de la misma, se irían creando las nuevas canciones con el estilo hard rock. Desde julio hasta octubre del 69 estuvieron puliendo su estilo y en ese octubre se compaginarían en los IBC Studios de Londres y Abbey Road (estudio de The Beatles) junto a los ingenieros de sonido Andy Knight y Martin Birch (con quien empezarían una buena amistad y sería su productor de cabecera en adelante). Esas sesiones se conjugarían con su labor en directo, extendiendose hasta abril de 1970.  

Pero la discográfica Harvest le pidió a la banda que compusiera un single que acompañase a la publicación del disco. El mismo día 5 de junio salía a la venta In Rock y el single Black Night. El que 50 años sigue siendo el single más exitoso de la banda en Reino Unido, nació del reciclaje de un riff de otras dos canciones: la versión de Summertime (original de George Gershwin) hecha por Ricky Nelson en 1962 y (We Ain’t Got) Nothing Yet de Blue Magoos (1966). El resultado final es uno de los temas más icónicos de la banda que mostraba su fortaleza musical, superando sus influencias y sin perder su elemento pegadizo.

Destaco la línea vocal que se sacó de la manga Ian Gillan, que junto a Roger Glover fueron los encargados de la letra de la canción. El título lo sacaron de una canción de Arthur Alexander y la letra realmente no tiene mucho sentido, ya que está hecha de versos al azar escritos por Gillan y que Glover se dedicó a resolver con frases rimadas. Este ejercicio de inspirarse en ideas externas ya lo hacía la banda que les empujó al hard rock, Led Zeppelin. Bien se sabe en la actualidad que Jimmy Page tomó canciones no muy conocidas de los años 50 y 60 para hacer sus reinterpretaciones en el primer periodo de la banda y al final las tuvo que acreditar.

Entrando ya en el LP, la entrada al mismo suponía un enorme punto y a parte respecto a todo lo anterior publicado por la banda hasta ahora. Speed King empieza en una explosión de puro hard rock con una guitarra muy agresiva de Ritchie Blackmore que se enciende con los retumbos de la batería de Paice y los acordes tensos de teclado de Lord. Por un momento todo se apaga excepto el teclado Hammond que hace una melodía inspirada en la música clásica (como sabemos, influencia clave en la musicalidad de Lord), pero no nos engañemos, esto sólo es un reposo antes del frenetismo del tema.

El tono tanto en lo instrumental como en lo vocal de esta canción serviría como un precedente para el hard rock y heavy metal tanto de la década que comenzaba como en la siguiente. La agresividad y agudos que soltaba Gillan son clave en diferenciarse del tono más dulce que Rod Evans había mostrado en discos anteriores. Se trataba de añadir más drama y ser operático o como decía Ritchie Blackmore: “Gillan es un cantante screamer (chillón), que era lo que nos interesaba para ese tipo de música que queríamos hacer en aquel momento”. La letra de esta canción de nuevo es un lanzamiento de ideas al azar de Ian Gillan, inspirado en versos de canciones de Little Richard o Elvis.


Después de tanta intensidad pasamos a Bloodsucker, que se basa más en tener un compás molón, hasta diría que parece destinado a influenciar al rap metal del futuro. En la actualidad casi cualquier productor mainstream diría que es un delito no colocarle un par de versos con un rapero destacado por encima. Eso sólo me da a entender el talento de Ian Paice en los parches y de Blackmore en situar un riff bien jugoso por encima. Las intervenciones de teclado son el perfecto contrapunto solista y cuando alguien hace un solo, ahí es cuando se nota a Roger Glover enchufado al ritmo de Paice.

En lo vocal Ian Gillan es incisivo en su forma de cantar de tal forma que acaba de acotar el compás como si fuera el movimiento de engranajes de un reloj suizo. Hasta los bramidos llenos de eco de la parte final parecen hechos para sincopar la parte instrumental. Según el libro Deep Purple - Wait for the Ricochet: The Story of the Band’s Classic Albums (de Simon Robinson y Stephen Clare), esta fué la última canción escrita para el disco en abril de 1970 y fué un trabajo conjunto de Blackmore y Glover. La letra de la canción resulta bastante abstracta, como si fuera más importante rimar y tratar la voz de Gillan como un instrumento más y no tanto emitir un mensaje con un significado profundo.

Para himnos con un mensaje importante de fondo ya está Child in Time, que és la composición más larga y técnica de todo el disco. Inspirada por la canción Bombay Calling de It’s a Beautiful Day (1969) cuando un día Jon Lord la estaba tocando en el teclado; los músicos de la banda le quisieron dar un giro en el tono de la misma y hacer una pieza más extensa que se va construyendo de forma sutil. El teclado de Lord abre la lata, mientras Paice hace un ejercicio de contención y decora un ambiente que se vuelve cada vez más intenso cuando se suman el resto a la ecuación. La voz de Gillan le añade más misterio en sus primeros compases cantados, pero a partir de ese punto empieza el in crescendo.

La maquinaria se pone a todo rendimiento y la parte vocal se vuelve dramática, soltando algunas de las notas más agudas que el cantante tendrá que entonar en su dilatada carrera. 
Entonces en la sección media de la canción vemos el que será uno de los grandes fuertes de la banda en este periodo de los 70, las jams instrumentales. Los duelos solistas entre Jon Lord y Ritchie Blackmore serían de los elementos más influenciales en otras bandas del futuro (como Dream Theater) y demostraban una sensibilidad jazzística impresionante. La intensidad de la jam se acopla al dramatismo de una canción que habla de forma ligera sobre los chicos jóvenes convertidos en soldados para la Guerra de Vietnam.

La banda americana It’s a Beautiful Day les devolvió el favor tomando el tema Wring That Neck de Deep Purple (1968) y evolucionándolo a la canción Don and Dewey. Por su calidad y mensaje, probablemente estamos ante una de las canciones más importantes de principios de los años 70. Pero en el vinilo esta canción es tan larga que finiquita la cara A y debemos girar el disco para continuar el trayecto. De manera salvaje pero divertida entra Flight of the Rat, una de mis composiciones favoritas del disco y de esas que se siente que están en ese limbo entre el hard rock y el heavy metal (y en el limbo de querer hacer headbanging o bailar de manera desenfrenada).


No sólo el tema es frenético, sino que se da tiempo para juguetear musicalmente y hasta a colocar un pequeño solo de batería de Ian Paice. La forma de cantar de Gillan me recuerda a las formas de Elvis (una de sus mayores referencias), con una actitud, chulería y pasión desbordantes. La letra que él mismo escribió hace referencia a The Rat (la rata) como una metáfora del hábito a una droga y el viaje que supone el consumo de esa droga. En este caso las frases abstractas que forman los versos, parecen emanar el espíritu de la psicodelia que por aquellos años aún era tan presente en la música. Eso sí, el cantante tiene una visión no muy positiva del uso de estas drogas.

Y esa visión negativa de las drogas sigue en la canción más cercana al heavy metal que tiene el disco, Into the Fire. Según Ian Paice esta canción trata sobre una persona que toma una mala decisión al darse una zambullida incorrecta en las drogas. El pesado riff de la canción es llevado a hombros de la guitarra y el teclado dándole un sonido muy grueso que parece rasgarse por las costuras. En lo vocal Ian Gillan sigue escribiendo el manual de como sería vocalmente el hard rock y el heavy metal en los siguientes 20 años, pero cuando canta el título de la canción llega a un punto absolutamente brutal. Me debo postrar a los pies de esta leyenda.

Living Wreck sufre de lo mismo que Bloodsucker, tener demasiado swag y recordarme a los momentos más psicodélicos de la Jimi Hendrix Experience. Todo guay hasta que me dispongo a traducir la letra... Sospecho que habla de un chico que se liga o contrata a una chica para que le satisfaga y cuando esta se empieza a quitar la peluca y los dientes, se percata de que es un travesti. El chico le reprocha el engaño, le llama desastre viviente, pero igualmente le exige que cumpla con lo prometido, aún con el pastel descubierto. Según la sensibilidad que tenga la persona en la actualidad, pues se puede echar unas risas con un humor bastante negro o ofenderse si aboga más por la corrección política. 

Los tiempos y la forma de pensar evolucionan y más si dejas pasar 50 años y le podemos aplicar la misma idea a Hard Lovin’ Man. Melódicamente tiene la intensidad y el compás que con los años heredaría el heavy metal y en ese sentido se puede decir que es toda una creación vanguardista en lo suyo. En lo que es la letra, pues nos podemos poner muy finos o aceptar sin tantos problemas una canción de un hombre excitado que le pide más a su amante en la cama. Con esta canción acabaríamos el material que se nos ofrece en el disco, pero me gustaría dar un breve apunte sobre las canciones descartadas del mismo para hacer un repaso y estudio más completo de la obra.

Un bis para terminar

Cry Free, es la primera del dúo de extras que trataremos y tiene un compás acelerado de fondo que me recuerda a los tientos posteriores que Judas Priest o Motörhead haría de hacer metal más rápido. Eso sí, el tono de la canción es reivindicativo, defendiendo la libertad que hemos de tener todos a llorar ante las penas y pérdidas que nos encontramos en la vida. Una hard rocker breve y muy recomendable. La segunda es Jaw Stew, que es una creación instrumental agitada pero que demuestra la química y sincronización de la banda.


Tanto el disco In Rock como sus canciones satélite demuestran ser una prodigiosa entrada al hard rock por parte de la banda inglesa. Esa banda que había dado un petardazo con la canción Hush en Estados Unidos, pasaba a tener material para dejar de ser un one hit wonder y ser reconocidos en su propia tierra junto a otros colosos que se estaban irguiendo (Led Zeppelin, Black Sabbath, Uriah Heep...). Pero este LP no se limitaría a ser una obra de calidad de su tiempo, sino como el debut de Black Sabbath y otros discos de ese mismo año, sería un incunable que definiría el futuro del hard rock y el heavy metal.

Valoración: 🌟🌟🌟🌟🌟 (Superlativo)

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