Y es que me genera curiosidad como un disco de tal calibre, nació de un ambiente de tal insatisfacción, de trabajo a medias y con el tiempo, de despedida. Pero sin adelantarnos a los acontecimientos, nos centramos en el hecho de que Marillion, la banda de música progresiva más importante de los 80 estaba sacando su "cuarta opus" y las expectativas estaban muy altas. Sólo un spoiler: No fallaron. Y es que los que amamos la música progresiva debemos entender que si bien en los 70 varias bandas cargaban el peso de este género, Marillion en los 80 se encontraba solo como abanderado y cada disco era crucial para conservar la relevancia del mismo. Existían otras bandas como Pendragon sacando obras estupendas como The Jewel (1985), Rush seguía teniendo matices progresivos, pero con Hold Your Fire (1987) estaban más enfrascados en crear música rockera pero accesible. Queensrÿche y Maiden estaban poniendo la semilla del progresivo de la siguiente década, pero de nuevo, Marillion era quien aseguraba el "presente" de esta música en los años 80.
Por eso al entrar al disco y empezar con Hotel Hobbies, se que ya me estan poniendo toda la carne en el asador de buenas a primeras. Una letra que relata un ambiente tóxico de alcohol y drogas bajo un manto realmente épico. El teclado de Mark Kelly da un fondo tenso, que el gran Steve Rothery eleva a las estrellas con esa guitarra que suelta esas notas largas y llenas de simfonismo. Y ese solo de guitarra furioso, dramático, hechizado que se suelta a los 2 minutos y pico, resulta extasiante ante un oyente que pudiera esperar algo inofensivo. El pulso de batería de Ian Mosley es acojonante y durante el solo le otorga la contundencia de un yunque a la canción. Pero sin roturas se entra a Warm Wet Circles, con una guitarra que va escalonadamente sacando notas dulces que adornan una letra que Fish ha sabido impregnar de irónico drama. El bajo de Pete Trewavas sabe adornar los acordes majestuosos de Kelly hasta desembocar a ese solo tan simple como emotivo de la canción. Por lo que he podido captar después de años de interpretación de la canción, "warm wet circles" (cálidos circulos húmedos) hablaría del poso que queda debajo de un vaso o una copa y que deja la marca circular en la mesa. En definitiva, una referencia al ambiente de juerga y decadencia mientras se bebe alcohol.
That Time of the Night (The Short Straw) es la tercera y última parte de la suite dedicada al alcohol y a la fama mal encaminada. La parte melódica sirve como apoyo de una letra que nos habla de como un músico encamina su fracaso, sus frustaciones y el amor dentro de el alcohol. Realmente Fish demuestra ser un virtuoso de las palabras y de desatascar de su interior imagenes muy duras y realistas que cuando uno se para a traducir, toma un color muy turbio. Por eso, cuando llegamos a Going Under, después de la gran suite que ha precedido me concentro en dejarme llevar por el clima que crea de nuevo los sublimes acordes ambientales de Mark Kelly y las campaneantes notas de guitarra de Rothery. Tal vez es de las canciones más sencillas del disco, pero me llega al alma y ¡joder! que letra señores. Se me eriza la piel con la tenebrosidad de alguien que habla desde el pozo de su alma y tirado en una playa bebido y abandonado. Me resulta raro que el tema no fuera incluido originalmente en el vinilo, ya que le da al disco un pequeño recorte más de esta historia.
La ironia tras Just for the Record es muy interesante, ya que aunque habla del personaje que conforma el disco, se nota que también hace alusión a si mismo a través de los versos. El teclado le da un toque más alegre, que hace referencia a esos momentos en los que el protagonista está consciente y sin alcoholizar. En ellos, hace las letras de las canciones como reflexiones de como vive su ebriedad y dándose la falsa idea de que cuando quiera, puede parar. El detalle más interesante de la canción es el magnífico solo de teclado que genera un momento de euforia muy interesante dentro del disco y que luego rescataremos. Llegamos así al punto central del disco con otra de sus mejores canciones, White Russian. En ella se hace referencia evidentemente a la bebida, pero al mismo tiempo a los soldados rusos que en tiempo de la revolución, se pusieron de lado del zar y como muchos fueron condenados a los gulags (campos de concentración rusos en Siberia). Al mismo tiempo white russian es una variante del cannabis fuertemente alucinógena, dándole un sentido críptico y oscuro a la canción. Épica, tenebrosa, hermosa, temperamental y con un desarrollo tenso a partir del minuto 3 y un giro al minuto siguiente que le valen el Olimpo hasta que cierra la canción.
No baja la calidad al aparecer el hit más comercial de todo el disco. Incommunicado es un tema que motiva con una parte de teclado muy ochentera, con la fuerza del hard rock con la guitarra de Steve Rothery, un pulso de batería peleón y un Fish que brilla de forma muy especial. De forma muy divertida nos habla de los problemas que trae el ego muy subido de algunos artistas, por mucho que estén llevando una vida de mierda. Excelente. La canción que tal vez me miro con más reparos en el disco aparece y aún así no está mal. Torch Song, parece beber de la misma copa musical que Going Under pero sin alcanzar esa enferma solemnidad que transmite el borracho tirado en la playa. Pero la canción sigue la reflexión de ese hombre que se está jugando la salud con su adicción y que sigue queriendo ese héroe dramático que desaparece de forma desesperada. La conclusión de teclado que encadena a la siguiente canción me parece estupenda y hace que, esta entre de forma más efectiva.
En este punto se suceden dos canciones que resultan excelentes por diferentes razones: Slàinte Mhath (¡salud! en gaélico) y Sugar Mice. La primera es por decirlo de alguna forma el gran himno del disco; de esas canciones que te hacen mover de lado a lado el mechero mientras Fish nos muestra a nuestro personaje como no, bebido. Pero la canción no sólo trata de hacer un brindis irónico ante el artista caído sino también una referencia a que mucha gente también decae para superar ciertos problemas sociales que estaban inundando al proletariado inglés y escocés de aquel tiempo. La canción hace referencia a las revueltas de Bliston Glen en los 80 cuando los mineros veían como se les dejaba de lado por la conversión de la industria minera. La segunda canción, es una reflexión triste de cuando nuestro personaje desmonta su vida y su relación con su mujer e hijos por culpa de sus excesos. Una canción desoladora, de belleza nostálgica en la que destaco la maestría de la sección de guitarra, pero también el trabajo de matizar que hace el bajo a lo que sucede tanto en guitarra como vocalmente. La delicadez humana hecha canción.
El disco termina con The Last Straw/Happy Ending, nos hace una reflexión final en la que se nos habla de como las personas somos seres obligados a actuar falsamente, a hacer ver que somos perfectos o a veces superiores. Nuestro ejercicio de falsedad o poca auto-consciencia, hace que caigamos por mucho que nos queramos "agarrar a cualquier esperanza" o como recita en inglés el título del álbum "clutching at straws". Y es que estas "straws" o pajitas son como el juego de coger la caña más larga, al que le sale la más corta, es el desafortunado de la partida. Nos percatamos que el disco habla de como las personas asumimos la mala fortuna y los vicios que muchas veces tomamos para adormecernos y no solucionar la cuesta que tenemos ante nosotros. Y en este caso la cuesta sería el hecho de que Fish dejaría la banda tras la gira del disco, todo ligado a problemas con el mánager del grupo, del que el cantante no andaba muy contento.
Solo para que conste...
Pero es curioso ver como antes de irse Fish de Marillion se había trabajado en nuevas canciones y se había publicado el notable single Tux On, que resalta por ese sonido a medio camino entre el hard rock y lo progresivo. Las canciones que trabajaron poco antes de la ruptura, ya conformaban el sonido del que luego sería Seasons End (1989), primer disco con el cantante Steve Hoghart "H" y que ya analizamos en este portal hace un año. Se realizó la grabación en vivo de la gira en 1988, bautizado como The Thieving Magpie (La Gazza Ladra) y muy por sorpresa de los fans la historia con el cantante escocés terminaría ahí, cerrando un periodo que muchos fans de Marillion vemos como sublime. Por fortuna ya hemos visto como Marillion supo salir del bache y en otra ocasión, trataremos lo que le ocurrió a Fish musicalmente.
Después de mucho reflexionar, he decidido poner la nota exacta que me ha salido al hacer los cálculos de este disco canción por canción. En él hay cosas que me gustan más que en mis discos pilares de Marillion (véase Misplaced Childhood o Seasons End), pero hay momentos en los que baja un poco esa fuerte euforia compositiva a la que sabe llegar y se queda a solo un paso de los otros dos, aún conteniendo algunas de sus mejores composiciones. Eso si, este disco resulta el punto central de la triada de álbumes más potentes que nos ha dado la agrupación de Aylesbury. Uno de los discos ineludibles de lo progresivo en los 80.
Nota: 8,9
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