domingo, 29 de mayo de 2016

Crítica clásica: Breakfast in America de Supertramp (1979)

El corazón me sigue dando un bote en cada ocasión que le dedico un poco de tiempo a este disco. Breakfast in America, podría decir que ha formado parte de la banda sonora de mi vida y guardo una relación muy especial con él, como ese hombro en el que apoyarme cuando necesito vitaminas de las más efectivas. Pero sería estúpido pensar que soy el único de estos lares que ha vivido grandes experiencias junto a estos poco más de tres cuartos de hora de música, por eso, hoy me quiero parar a analizar la calidad de su contenido y la enorme influencia de con seguridad, uno de los mejores discos que se concibieron en la década de los 70 y que paradójicamente venía a renovar el sonido de una época que en buena parte ya se estaba terminando. Hace más de un año, analizamos la última gran obra de esta banda, pero en esta ocasión dejaremos espacio a lo que fue la cúspide comercial de probablemente una de las mejores formaciones musicales de todos los tiempos.

Roger Hodgson y Rick Davies eran el motor de la banda y aunque claramente habían roces, decidieron compactarse como músicos para hacer florecer un nuevo disco, tras el estupendo Even in the Quietest Moments (1977). De alguna forma, este nuevo proyecto que en principio se tenia que llamar Hello Stranger!, debía servir como un disco donde canalizar musicalmente las formas diferentes de enfocar su realidad y las tensiones que existían entre los dos compositores. Pero a medida que la composición del disco avanzaba, Roger Hodgson quiso reconducir a Rick Davies a un lado un tanto más dulzón y pop, dentro de lo progresivas que eran sus composiciones. La banda tenía que ir convenciendo a Davies de que se enfocara en un sonido más pop, más divertido y asequible. Por el papel que jugaba en la banda, se puede entender que quien también daría un cierto apoyo a este sonido más alegre del disco, sería el John Helliwell (saxofonista) debido a su carácter alegre y en buena parte pacificador.


Por lo tanto, en un ambiente de cortesía (sin grandes florituras) se fue concibiendo el álbum; y aunque en los créditos se otorga a Davies y Hodgson todas las canciones, hemos de entender que hay creaciones claramente de uno o del otro. ¿La mayor pista? Igual que vimos en ...Famous Last Words... (1982), el que canta la canción, es básicamente el que la ha compuesto. Por eso sabemos que Gone Hollywood es una creación de Rick Davies. Esta magnífica canción de grandilocuente sonido, tiene la virtud de ser una pieza de música progresiva, comprimida con suficiente gracia para que no llegue a los 5 minutos y medio. La voz cálida pero pasional de Rick Davies, da un carácter elegante a la canción. Los coros de Roger Hodgson de fondo, denota que aún trabajaban las canciones como equipo, dando una importante sensación de complementación musical. A nivel solista, tanto el saxo de Helliwell como la guitarra de Hodgson dan el punto dramático a través de escalas dulces pero virtuosas. La letra hace referencia a las idas y venidas de un hombre que busca éxito en Hollywood y que el resto de la banda persuadió a Davies de que fuera resuelta en un tono jovial.

El teclado Wurlitzer, que tanto caracteriza a Supertramp nos abre The Logical Song, canción compuesta por Roger Hodgson y que hace referencia a cuando nos encontramos en ese punto de la vida en el que debemos encontrar nuestro propio carácter y sitio en la vida. La voz de Hodgson, aguda y melodiosa le queda realmente estupenda a una canción de un concepto más filosófico. El elegante solo de saxo de Helliwell, es puro jugueteo que le da más fuerza al carácter popero de la canción. La tercera canción del disco, Goodbye Stranger, acaba siendo una mezcla brillante entre pop de calidad y desarrollo progresivo. Unos arreglos de guitarra y del Wurlitzer, hacen de esta pieza un caramelito de muy fácil asimilación hasta sobrepasar los 4 minutos; entonces la canción toma rumbo hacia terrenos más progresivos, donde Roger Hodgson le da mucha fuerza a la guitarra. Esta segunda parte de la canción, tiene elementos de funk y la realidad, es que con lo trascendental que era este género a finales de los 70 por films como Fiebre Sábado Noche (con Bee Gees, 1977); era normal que discos como este o The Wall de Pink Floyd (1979) tomaran recursos del mismo.

Breakfast in America fue la canción que acabó dando nombre al disco, ya que para Hodgson resultaba un título más acorde al espíritu alegre del disco. Para Davies no era la idea más feliz del mundo pero se dejó convencer y a título personal, fue una buena idea. La canción es claramente la más popera y sencilla del disco. Adoro los coros de John Helliwell, que tan bien pegaban con la voz de Hodgson. Encima su aportación con la flauta travesera, trompeta y saxofón, enriquecen el resultado final de la canción. Seguimos con Oh Darling, que deja de lado las ironías y nos presenta una balada con un ritmo magnífico, imprimado por el gran Bob Siebenberg en la batería. El falsetto de Rick Davies tiene un punto muy interesante y que me recuerda al de Bee Gees y es que debo admitir que su voz me parece estupenda y le da mucha alma a las canciones. Y básicamente la canción sigue el hilo conductor del piano, teniendo ese sonido que muchos definirían como el piano rock y que en este disco tiene un especial protagonismo.

El pop progresivo hace entrada al empezar la segunda mitad del disco. Take the Long Way Home es otra de esas canciones reconocibles de Roger Hodgson, con acordes de teclado llenos de color que contagian una fuerte joie de vivre que hace que nos sintamos eufóricos y festivos. Además el teclado que pone acordes sinfónicos de fondo y la armónica de Rick Davies le ponen el broche. La letra habla de alguien que busca salir a la carretera para sentir la libertad y aliviarse de que la gente no valore aquello que le hace sentirse alguien genial. Y Hodgson se queda un rato más en el timón para presentar Lord is it Mine, balada que sabe hacer la equivalencia de Oh Darling, pero con el estilo tierno de Hodgson. El tema resulta brillante, pero a partir del solo de viento, se torna más bonita y sentimental si cabe. El bajo de Dougie Thompson, añade unas notas hermosas de bajo y el tema cierra placidamente. La canción nos habla de el dilema de encontrar la felicidad en uno mismo y el amor en un mundo a veces un tanto triste. Hodgson siempre ha sido un artista de componer letras con un cierto fondo filosófico, espiritual e incluso religioso para encontrar respuestas en la vida.

Llegamos a una de las canciones que más enamorado me tiene de este disco, Just Another Nervous Wreck. Me deja pasmado la increíble calidad que imprima Davies en el teclado Wurlitzer para generar una mezcla entre notas sueltas y acordes que evocan un preciosisimo sentimiento de nostalgia. La fuerza de la guitarra de Roger Hodgson, dan mucha sincopa a los acentos que vocalmente ocurren. Me parece una estupidez aquello que dicen que prácticamente todo lo bueno de Supertramp era Roger Hodgson, ya que los dos dejaban unas composiciones geniales que equilibraban cielo (Hodgson: filosofía/espiritualidad) y tierra (Davies: sentiemientos humanos/hechos de la vida común). Casual Conversations resulta la canción menos agradecida del álbum, por la que empecé sintiendo algo parecido al desprecio, pero que con el tiempo y siendo más medido, puedo aceptar que tiene cosas interesantes. La letra hablaría de los problemas de comunicación ocultos entre Davies y Hodgson. Parece frívola, pero sabe dosificar las buenas sensaciones y dejar una intervención de saxo de Helliwell muy respetable.

El final del disco nos presenta la que creo que es una de las canciones más buenas del catálogo de Supertramp, Child of Vision. Esta canción es una respuesta a Gone Hollywood, buscando un estilo progresivo marcado. Esta canción fue escrita para vislumbrar las diferencias entre su estilo de vida y la de la Rick Davies, como si fuera las diferencias entre la vida británica y la estadounidense. Me parece brillante instrumentalmente y vocalmente, ya que intervienen los dos cantantes y nos muestran a través de la canción el dialogo interno que vivían. La parte de batería me parece exigente para el baterista, que se ve sometido a un patrón muy continuo y machacaplatos, cosa que admiro de Siebenberg. Por lo tanto, visto el contenido del disco pasemos a ver su influencia y a sacar las conclusiones de lo que nos ofrece.


El legado

Siempre he considerado que hay 3 discos que marcan el final de la era clásica de la música progresiva y dejan paso a lo que sería el sonido progresivo de los 80: Duke de Genesis (1980), The Wall de Pink Floyd (1979) y el disco que hoy estamos viendo de Supertramp. Breakfast in America, claramente supo ser algo revolucionario que prepararía el camino de como podía ser el pop de calidad y como implantarlo en la escena progresiva/sinfónica sin caer en ninguna contradicción. Eso si, el sonido de Supertramp siempre ha sido algo menos copiado y que se ha ido desgranando muy sutilmente en el estilo de otras bandas, sin que eso haya supuesto un auténtico relevo a su sonido. Aunque eso si, la banda actual Tame Impala (de la que realicé una crítica del disco Currents), considera Supertramp una de sus mayores influencias.

Más de 20 millones de copias, es una cifra increiblemente respetable y que demuestra la gran aceptación de este disco y el como se celebra cualquier homenaje al mismo. El disco en conjunto es de una enorme solidez y contiene algunas de las canciones más representativas de la banda. Tal vez Casual Conversations es el tema que aleja por muy poco al disco de la excelencia absoluta, pero por muy exigente que sea, considero que estamos ante un imprescindible que sabe satisfacer por su buen gusto, su asequibilidad, sus momentos complejos y al mismo tiempo el hecho de saber usar sus diferencias como referencia para hacer arte que en parte sabe hacer humor de sus "problemas internos". El disco que los elevó a una talla de superestrellas.

Nota: 8,8

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