sábado, 16 de mayo de 2020

Crítica: The Slow Rush de Tame Impala (2020)

Es curioso que tras cinco años desde su último disco, Tame Impala vuelva con un disco dedicado al tiempo y a nuestra vida a través de él. Kevin Parker (que pasará a ser el nombre que para la gente angloparlante equivalente a Juan Palomo) ha pasado por un proceso de popularización enorme tras el éxito de su anterior disco, Currents; y se ha metido en labores de producción y composición para otros artistas a lo largo de todo este tiempo. ¿Ejemplos? Lady Gaga, The Flaming Lips, Mark Ronson, Kanye West…
Pero su proceso no se ha limitado sólo en la vertiente profesional, sinó también en la personal, ya que en 2019 Parker se casó. Entonces, es inevitable que todos esos elementos afecten a su manera de tratar la temática del tiempo, que como antes os exponía, es el eje temático de esta obra. Si le sumamos el hecho de que no sabíamos cómo podía afectar este tiempo sin sacar disco al estilo de la música que surgiera; la incógnita era bastante grande. Escuchado el disco, os iré desgranando un poco su contenido.

La Forma

A nivel de estilo, The Slow Rush parece una profundización en el estilo de Currents, es decir, pop psicodélico con momentos bailables con bastante presencia del elemento electrónico. Eso si, Kevin Parker es un músico con un enorme fetiche por rescatar esa electrónica analógica del pasado, la que en los años 70 y 80 le daba ese encanto especial a una música que en su momento usaba estos aparatos como una forma de incorporar el futuro en su presente. Pero algo se ha radicalizado en su fórmula.

La guitarra parece desaparecida o muy bien escondida y el tono se puede considerar más lounge en la música. ¡Que si! Que hay canciones más animadas, pero como decía Kevin Parker en una entrevista con Zane Lowe de Apple Music, era inevitable que al rodearse del ambiente soleado de Los Angeles durante la escritura y grabación del disco, eso afectase al tono del mismo. La sensación es que las canciones ocurren dentro de un ecosistema particular y aunque puede haber momentos memorables, todo resulta ser bastante uniforme.

 


Tirando de las influencias a las que Parker ha citado a la hora de hacer su música, se percibe el elemento del shoegaze en su estilo un tanto hipnótico y psicodélico. Por como canta las canciones se notan lo mucho que le gusta el elemento pegadizo del pop y que los versos y estribillos, siendo un fan de Kylie Minogue y de lo que él considera pop azucarado. Finalmente, este disco también fusiona esta sensibilidad pop con toques incluso progresivos. 

Supertramp es una de las bandas de cabecera del músico australiano y lo canaliza en algunas de sus transiciones, riffs de teclado, estructura de las canciones; eso sí, con un elemento més electrónico/lounge. En una entrevista para el canal triple j de YouTube, Kevin Parker decía que no escuchaba mucha música a parte de aquello en lo que estaba trabajando, por su preocupación de no copiar a nadie. Pero en esa entrevista también contaba que lo único que se ponía era lounge de aeropuerto, podcasts de conversación y para sus power ballads Supertramp y Meat Loaf.

El Tiempo

Curiosamente este disco podemos considerar que tiene un prólogo a su mensaje en la canción Patience. Presentada el año pasado como un adelanto de la música por venir, esta canción trata sobre cómo ha invertido el tiempo el artista en estos cinco años y como ha sido un proceso de quemar etapas y acabar de madurar. Su entrada a teclado me recuerda a una mezcla de Supertramp con los típicos toques de piano bailable que había en música como el Madchester entre finales de los 80 y 90. A medida que avanza la canción se enfatiza esta polaridad entre la psicodelia pop con el punto funk/disco. No entiendo que Parker la descartara del disco.

The Slow Rush al momento de ser presentado, pensé que podía ser una metáfora de este tiempo de impás entre Currents y esta creación. Pero profundizando en su significado parece hacer referencia a esa experiencia de que en el momento, el tiempo parece que avanza lento, pero sin darnos cuenta un día echamos la vista atrás y nos percatamos de lo rápido que han pasado los años. Que lenta es la espera a algo importante… y de golpe y porrazo ya han pasado meses o años de ese evento, como ese reloj de arena gigante que le va cayendo la misma lentamente, pero te despistas y al volver a mirar aquello casi vacío, ya está por la mitad o más.

La primera canción del disco ya hace alusión a mirar al pasado con nostalgia y al temor del presente a la monotonía del futuro (menuda pirueta mortal de frase me he pegado). One More Year muestra las reflexiones de alguien aparentemente a punto de casarse y que teme que la relación se convierta en monotonía, aunque esté plenamente seguro de con quien quiere dar ese paso. Al mismo tiempo mira al pasado de su relación, un año atrás, cuando aún le quedaba un año más de ese noviazgo en el que todo es nuevo con algún día de normalidad. Instrumentalmente domina mucho la parte rítmica del bajo y batería y es que como en alguna entrevista ha dicho Parker, el siente un fuerte lazo con este último instrumento.

El contraste respecto al primer tema del disco, viene justo con la posterior Instant Destiny. Tema que parece remontarse al momento en el que se decide a formar este matrimonio; momento que parece fruto de querer hacer una locura y querer celebrar el sentimiento haciendo algo drástico y exprimir el presente. La parte rítmica y sonora del tema es muy heredero de mucha música hip hop, soul o R&B actual. Su entrada me parece un poco repentina a la hora de soltar la letra, pero es un tema que siento que a medida que avanza, va tomando buen poso en mi. Los teclados hipnóticos de la sección final dan esa sensación de fluir continuo del disco.

Borderline nos devuelve a los compases discotequeros y una melodía vocal que parece un mantra en sus versos. Esta se nos queda como una estaca en la mente mientras la música hace entrar en un ritmo que hace entre cabecear el compás y estar un poco colocado con los diferentes elementos psicodélicos que le rodean. Su mensaje tiene que ver con reflexionar sobre si ya hemos llegado a un cierto nivel de sabiduría, llegado un cierto punto de nuestra vida y reflexionar sobre quién somos y nuestro sentido en la vida por nuestro pasado, pero también por nuestros propósitos futuros y el legado que queremos dejar. Lo más interesante es que la canción nos recuerda en que el tiempo sigue pasando mientras nos paramos a cuestionarnos.

Considerada un ejercicio de catarsis por parte de Parker, Posthumous Forgiveness, sirve de reflexión sobre la relación del músico con su fallecido padre. Padre e hijo tenían sus ires y venires respecto a la fama que el hijo estaba logrando por su música y Kevin consideró que en situaciones difíciles no había tenido el apoyo de una persona tan importante. Frases como “Decidiste llevarte todos tus ‘lo siento’ a la tumba”, reflejan esa astilla clavada emocional que le ha quedado, pero que ha anestesiado un poco el dolor canalizando con la música. La segunda parte de la canción evoluciona a un sentimiento de redención a ese dolor ya que a pesar de todo, le gustaría tenerlo presente en su vida. 

Llegamos a una de las canciones que más fácilmente me captaron del disco en su primera escucha, Breathe Deeper. La primera razón, por ser una composición con un suave ritmo funk con esas escaleras de teclado en su inicio que me tienen atrapado. El bajo de fondo es como la columna vertebral escondida y serpenteante de la canción que hace sentir a gusto mis orejas mientras la escucho, resulta muy cálido. El falso final y la etapa final le dan ese punto de psicodelia y música progresiva , que hacen sentir la canción más elaborada y que recrean ese sentimiento de no querer que se acabe el tema e incluso ir a mejor. ¿El significado de la canción? Fácil; respira profundo ante los problemas para tomar una mejor decisión y tirar adelante con el mañana.

Para Tomorrow’s Dust, los problemas que has tenido en Breathe Deeper son cenizas del pasado. La base es que si hoy nos pasamos el día lamentando el ayer, mañana nos pasaremos el día lamentandonos de habernos lamentado hoy por ayer (me parece que con esta frase ya puedo cantar bingo). Al portero parece que se le ha colado una guitarra acústica muy agradable que le da este toque folk a una pieza psicodélica con un bajo profundo y un compás de batería bien marcado pero mezclado a la perfección. Tu barbilla no podrá evitar ir de izquierda a derecha siguiendo el ritmo.

Algo más tranquila se presenta On Track, canción que trata sobre el hecho de aunque demos muchos tumbos, si estamos caminando hacia nuestro propósito vital, estamos en el camino correcto. Es inevitable que aparezcan problemas y que no todo lo que ocurre esté bajo nuestro control, pero superarlo es parte de seguir en el sendero del éxito. Me gusta como este tema tiene momentos fuertes y suaves en tono y volumen, pero en el minuto 2:53 hasta el 3:23 más o menos hay un patrón de batería nada complicado, pero que parece que mueve un poco los engranajes de la canción.

Otra de mis favoritas es el single Lost in Yesterday, un pegadizo homenaje a quedarse encallado en la nostalgia. La línea de bajo, que se podría considerar el riff de la canción, se repite hasta la saciedad pero no puede evitar ser memorable y marcar el ritmo y estilo funk de la canción. Lo que evita que la canción caiga en la monotonía es la forma de cantar las estrofas con una tonadilla tan dulce y en cambio que el estribillo tenga un encaje tan raro pero salga al paso como esperando volver a los versos. Es como un coche de rally de Grupo B en una zona muy revirada (estribillo) que espera la recta (estrofas) para que el piloto y coche tengan un punto de respiro.

Las reflexiones interesantes siguen, esta vez reflexionando sobre aquello que ahora creemos con firmeza pero que tal vez con nuestra evolución como persona pasamos a pensar distinto por los descubrimientos que el tiempo nos va ofreciendo. En Is It True, Parker de nuevo lleva esta reflexión enfocándose en su matrimonio y en que si bien está convencido de que su “yo” actual ama a su mujer, no puede prometer nada porque no sabe que le puede deparar la vida y como lo puede cambiar a él y a sus sentimientos. Es curioso que este mensaje de tanta incertidumbre vaya acompañado de un rollo tan bailable que mezcla cosas de la música disco de finales de los 70 y elementos que me recuerdan a la música dance/house de los 90.

La constante comparación de nuestra vida y logros con la de los demás es algo de lo que sufre mucha gente (me puedo incluir). En It Might Be Time, Parker nos habla de ese sentimiento en sí mismo y como considera que ya es hora de afrontarlo y focalizarse en uno mismo, ya que en buena medida el futuro de cualquiera puede ser incierto. A nivel de melodía, siempre he tenido la sensación de que esta canción es como si tomamos Supertramp y lo modernizamos con recursos de ahora. Sobretodo la noto con las canciones de caràcter pop pero letra filosófica de Roger Hodgson. Como dijo años atrás Kevin Parker, de alguna forma siente que su música canaliza a la banda británica.

Llegamos al tramo final del disco con Glimmer, una breve pista bailable que me recuerda mucho al estilo de Random Access Memories de Daft Punk. La intro es de un podcast de los que gustan a Parker, como hacía referencia al inicio de este repaso. Esta canción de impás nos sirve como la entrada de One More Hour. Esta última canción resulta ser la más larga y en buena parte, épica del disco. Me recuerda de nuevo a esas grandes composiciones que cerraban los discos del periodo clásico de Supertramp. En este caso, a través de sus tramos recibimos todas las reflexiones que el músico tiene antes de embarcarse en su matrimonio. Sus dudas, miedos, su voluntad de poder tener tiempo para él y ser él mismo aunque se una por amor a otra persona. Pero al final decide dar el paso adelante a esta nueva etapa como un salto al vacío necesario.

Una conclusión más



The Slow Rush es un disco que va creciendo en encanto a medida que lo vas entendiendo. Tiene secciones que de manera inmediata atrapan a nivel musical y otras que se benefician de estar dentro de la secuencia del disco. Hasta ahora los discos de Tame Impala han pasado de ser más relacionados a la introspección y la soledad de una forma más metafórica a tratar temas como la ruptura o la reconstrucción emocional de forma más directa. Ese proceso como dijo Kevin Parker en su entrevista con Zane Lowe va ligado a sentirse más confiado con lo que hace.

Musicalmente esa confianza se materializa en focalizar sus esfuerzos en el elemento rítmico/percusivo. El bajo tiene grosor y calidez, la batería suena más auténtica y los teclados son más rítmicos e incisivos (de nuevo, me recuerdan al estilo de piano de Roger Hodgson en Supertramp). Estos dos elementos unidos pueden o apartar aún más a los fans de los primeros dos discos que miraban con recelo a Currents; o por otro lado, puede valorarse como una metamorfosis más en el estilo que Parker le da a su proyecto. El resultado final no me resulta tan determinante y accesible como el disco anterior, pero lo arregla por su concepto, ambiente y momentos brillantes.

Valoración: 🌟🌟🌟🌟 (Muy bueno)

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