2020 está siendo un año bastante raro por todo el asunto de la pandemia que estamos viviendo. Pero a principios del mismo, en enero, ya hubo una noticia que a muchos nos hizo entristecer de gran manera, la muerte de Neil Peart. No sólo se nos ha ido uno de los mejores bateristas de la historia, también uno de sus mejores letristas. El suyo es uno de esos casos en los que su contribución hacía que una banda que antes de su presencia ya era muy buena pasara a ser una entidad más profunda en su mensaje y más ambiciosa en sus formas.
Como homenaje a su extraordinaria carrera musical hoy trataremos uno de los discos más importantes en la carrera de Rush y que pocos días después del fallecimiento de Peart cumplió 40 años, Permanent Waves. Obra engendrada después de una década de los años 70 en la que pasaron de ser una banda que generaba dudas a su discográfica por lo poco “comerciales” que eran a cerrar bocas con 3 de los mejores discos de rock progresivo de la década: 2112 (1976), A Farewell to Kings (1977) y Hemispheres (1978). En ellos nos encontrábamos a estos músicos canadienses alcanzando paso a paso su límite técnico y de estructura compositiva.
A nivel conceptual/narrativo ya habían logrado alcanzar su zénit en estos tres discos también con largas suites como la que da nombre al disco de 1976 o en sus dos discos siguientes con las dos partes de Cygnus X-1. Neil Peart tras los parches y las letras había dado lo mejor de sí y Geddy Lee (bajo y voz) con su inseparable amigo Alex Lifeson (guitarra) habían demostrado ser unos músicos espectaculares en una década en la que precisamente no había escasez de genios. Simple y llanamente eran 3 tíos en el estudio y el escenario que sabían sonar a 6 y no ser menos que grandes como Genesis o Yes.
Hora de replantearse las cosas
Pero estos tres músicos que habían logrado tener éxito con su rock progresivo (incluso cuando dominaba el punk) pensaron que era el momento de ver si podían comprimir su fórmula en composiciones más breves. Cuando en 1978 grabaron para el álbum Hemispheres la canción La Villa Strangiato y tuvieron problemas para memorizar todas las partes y grabarlas de una tirada, ahí hicieron su click. Para su próximo álbum tenían que complicarse menos la vida, disfrutar más del proceso, darse alguna concesión…
Alex Lifeson, Neil Peart y Geddy Lee |
Tras 6 semanas de descanso tras la gira de Hemispheres los tres músicos se reunieron en julio de 1979 en Lakewood Farms, Ontario, para componer nuevos temas aunque una canción del futuro disco ya estaba lista antes de reunirse, Entre Nous. Este tema se presenta como una pieza de hard rock accesible con alguna ligera progresión pop/folk. Su magia reside en lo agradable que és a nivel melódico, los pequeños adornos de batería que añade Peart y su letra. Peart en ella hace referencia a una expresión de su escritora favorita, Ayn Rand, en el libro El Manantial.
Líricamente Peart nos habla de la sintonía que había notado al hablar con algunos de los fans a nivel de sensibilidades y gustos. Al mismo tiempo aprovecha para dar sus reflexiones sobre las relaciones humanas y cómo nos percibimos los unos a los otros. Esta canción nos sirve de ejemplo de contención en la forma y contenido, aunque ya habían existido canciones breves en la carrera de Rush. El cambio más fuerte llegará más adelante con las canciones que anteriormente podían extenderse hasta los 20 minutos.
Pero regresemos a Lakewood Farms para hablar de las 3 canciones que nacieron en ese entorno y como su buena sintonía les llevó a que buena parte del disco tuviera un tono diferente y renovado. Su rutina de desayunar juntos y luego ir a componer la música (por parte de Lee y Lifeson) o la letra (por parte de Peart) les llevó a hacer una suite muy larga llamada Uncle Tounouse con partes sueltas y desordenadas que fueron desgranando y reordenando en las tres composiciones que abren el disco: The Spirit of Radio, Freewill y Jacob’s Ladder.
Letra de The Spirit of Radio escrita a mano por Neil Peart |
The Spirit of Radio és una enérgica entrada con la compleja guitarra de Alex Lifeson que recibe algunos adornos perfectamente sincronizados de bajo y batería con Lee y Peart. Varias transiciones rápidas nos llevan al corazón de la canción y nos topamos con una melodía accesible y pegadiza, pero trabajada de una forma compleja. Tanto por su estilo de percusión como por el tramo reggae intermedio, la canción parece tener influencia del new wave, sobretodo de bandas como The Police. Por la parte de Peart esta influencia llevaría a su encuentro y amistad con el batería de la banda inglesa, Stewart Copeland.
La letra es un homenaje de Peart a todos los buenos recuerdos y valores que considera que tiene la radio. Al mismo tiempo critica a esas radios que por dinero dejan de lado a la buena música para promocionar a lo que les da dinero sin valorar si es bueno o malo. Una última crítica la lanza sutilmente a esas bandas que van diciendo a todas las ciudades que son la mejor del mundo dando una falsa sensación de conexión. El título de la canción hace referencia al eslogan que tenía la radio CFNY-FM de Toronto por entonces. Curiosamente esta fué la primera canción que les llevó a las listas canadienses y estadounidenses.
La secuencia sigue con Freewill que sigue con el tono alegre del disco sin perder un ápice de carga filosófica. El riff de Alex Lifeson me parece muy vitalista y toda la secuencia de guitarra que hay en la canción tiene esa gracia de ser trabajadísima pero muy agradable dando cojín a una melodía vocal fantástica de Geddy Lee. Y es que el bajista y cantante tiene la habilidad de ser incisivo y acrobático con su instrumento de cuerdas, pero suave y ondulante a la hora de entonar el mensaje.
Aunque la estructura es sinuosa y da cambios de melodía y ritmo de forma gradual, en la parte solista de la canción es donde todo se intensifica y los engranajes de la banda se mueven a plena velocidad para luego volver a su cauce. La canción nos habla sobre la libertad de acción y pensamiento que hemos de tener las personas para lograr construir en la medida que podamos el destino que queremos. Me fascina el hecho de que estas dos primeras canciones cumplan tan bien el propósito de ser profundas y complejas, pero en un formato compacto y pegadizo que les pudiera dar difusión en la radio.
Pintura de la Escalera de Jacob (Nicolas Dipre c.1490) |
Cerrando la primera mitad del disco se encuentra la primera pieza épica del disco, Jacob’s Ladder. Pero como antes os decía, el ejercicio de concreción llevó a la banda a pasar de suites de 18 minutos a recortar a 9 o 7 como veremos en este tema. Su inicio es mucho más escalonado, empezando por una suave guitarra y batería que van aumentando la tensión a medida que Geddy Lee canta sus primeras líneas vocales. El riff machacón de Lifeson nos sitúa en esta especie de altiplano a medio tiempo que és la base de la canción y le añade un breve solo que es como ver los bajos montes en los laterales del altiplano, unas vistas épicas. A continuación, se da un poco de quietud con unos teclados tocados por Lee y su voz de narrador se fusionan en un momento que parece de un viaje espacial muy evocador.
La escalada a partir de ese punto es muy satisfactoria por la dinámica instrumental que nos devuelve al altiplano musical y a terminar con una parte más amplia, un valle donde termina la canción en el mismo compás que la abría. Todo este desarrollo musical ambienta un mensaje en el que nos hablan del efecto de la escalera de Jacob. Este efecto se da cuando los rayos de sol cruzan a través de las nubes dirección al suelo, los cuales según los textos bíblicos sirven de escalera para los ángeles al cielo. Según Peart, la canción fué escrita buscando invocar la imagen en la mente de manera descriptiva y luego desarrollarla de forma cinematográfica en lo musical.
Acabando la tarea en Le-Studio
En Lakewood Farms, Peart intentó escribir una letra inspirada en un texto romance inglés del siglo XIV llamado Sir Gawain y el Caballero Verde. La canción se iba a llamar The Green Knight, pero al ver que no acababan de hilar bien todo el concepto, optaron por conservar partes de lo compuesto de ese tema para más adelante. Como ya tenían buena parte del disco compuesto, empezaron a buscar estudio para poder grabar las canciones. Primero se plantearon ir a los Trident Studios de Londres donde habían grabado bandas como Bee Gees, Genesis, Kiss, Queen, David Bowie… pero debido a los altos costes tomaron otra alternativa.
Esta vez grabarían en casa, en Canadá, en unos estudios con un entorno más tranquilo. Le-Studio en Quebec era un paraje tranquilo rodeado de montañas en el que la banda seguir con su rutina que habían logrado en Lakewood Farms y acabar de componer lo que les faltaba de material. Primero se dedicaron a reconvertir todo lo escrito para The Green Knight, añadiendo nuevas partes y finalmente logrando la pieza más larga del disco, Natural Science. La metamorfosis que sufrió esta canción parecía condicionada por el entorno que rodeaba ese estudio.
Los efectos de agua del principio fueron grabados en el lago cercano al mismo y el eco fue registrado del que venía de vuelta al enviar el sonido a las montañas. El compás de la melodía que entra es muy pulsante y ágil con unos Peart y Lee que dan una armadura al intrépido ritmo de la guitarra. Otro punto a favor de la canción es lo vigente de su mensaje, ya que nos habla de cómo la humanidad olvida la naturaleza a favor de la tecnología y cómo deberíamos valorar el Planeta Tierra. Lo curioso es que la brillante grabación de esta canción es una convivencia entre la tecnología y la naturaleza y en eso puedo notar el entorno llevando al mensaje.
Exterior de Le-Studio hasta su incendio de 2017 |
Finalmente tratamos la canción Different Strings, única del disco en la que su letra no fué escrita por Neil Peart, sino por Geddy Lee. Esta composición situada antes de Natural Science, resulta ser un buen punto para respirar con una suave melodía en la que la banda brilla a través de las sutilezas y el intimismo. El bajista y cantante a través de su letra nos expresa la necesidad de cuidar nuestras palabras respecto a los otros antes de lanzarnos con prejuicios. Cada persona podemos tener un diferente punto de vista con el que enfocamos una misma situación, ya que aunque todos somos humanos, podemos ser muy diferentes. Como detalle, el piano de la canción lo toca Hugh Syme, el diseñador habitual de las portadas de Rush en aquella época.
El cuarto miembro
He hecho siempre referencia a Rush como un trío de músicos y sobre el escenario era así. Pero en el estudio hubo una persona que sirvió de motor de los propósitos de la banda desde 1975, Terry Brown. El productor británico tenía auténtica fe en el talento de estos canadienses y era un activo de la banda. Broon (como le llamaban cariñosamente los miembros de Rush) ayudaba a concretar a nivel sonoro muchas ideas del trio e incluso a facilitar la evolución que tuvo la banda hasta su marcha hacia 1982. En este disco intervino en una nueva forma de colocar los micros para captar mejor instrumentos, efectos, incluso lo que os decía de captar la naturaleza
El inicio de una etapa
Rush empezaba los años 80 con un disco que venía a adaptarse a un momento musical con nuevas necesidades. Sin perder un ápice de técnica, la banda hizo una compresión en zip de su fórmula seleccionando bien las piezas que formarían sus composiciones. Temáticamente los asuntos filosóficos se vuelven mucho más dominantes por encima de la temática de fantasía. Peart parecía que quería mostrar mensajes más universales, presentados de forma poética pero más directa. Sin ser todas las canciones obras maestras (aunque sí la mayoría), Permanent Waves sigue siendo un referente en lo que es equilibrar asequibilidad, técnica y profundidad de mensaje.
Descanse en paz señor Peart
Valoración: 🌟🌟🌟🌟✰ (Excelente)
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