martes, 11 de octubre de 2016

Crítica: Communiqué de Dire Straits (1979)

Finales de los años 70 fue un momento en el que las tendencias llevaban a músicas como el punk, el new wave, el heavy y hard rock, la música disco o funk... Pero saliendo del molde de lo habitual, una banda que tiraba más a un rock más al blues y country (o llamado popularmente roots rock) apareció de la nada para hacerse un hueco entre las formaciones musicales de éxito. Formada por los hermanos Knopfler (Mark y David) en la guitarra y sus amigos John Illsley en el bajo y Pick Withers en la batería, sus inicios más bien humildes como banda les hicieron ponerse el nombre Dire Straits (expresión que en inglés significa "en apuros") y que fue idea del compañero de piso de Withers.

Desde que grabaron sus primeras demos, hasta que lograron publicar su primer disco, Dire Straits (1978), todo fue una concatenación de casualidades que se fueron produciendo para sorpresa de la banda. Ese espíritu de sorpresa era tal que el mismo año de su disco de debut ya estaban empezando a dar forma al disco que hoy veremos y no en Londres como ocurrió con sus primeras canciones, sino en los Compass Point Studios de las Bahamas con unos productores de gran prestigio (Barry Beckett y Jerry Wexler) que ya habían producido discos para los Rolling Stones, Elton John, Willie Nelson, Aretha Franklin, Wilson Picket... La idea era dar continuidad a un primer disco del que se desprendían hits como Sultans of Swing, siguiendo su estilo pero evidentemente con mejores medios de grabación y sin tantos impuestos como los que imponía la industria británica a sus músicos.



Y poca broma, el disco ya estaba terminado para diciembre de 1978 pero se decidió posponer unos meses la publicación del disco (hasta junio de 1979) para evitar que el nuevo disco pisara a las ventas del anterior. Se puede decir, que el éxito de la primera obra era tal, que cuando por fin se presentó Communiqué al público, este se situó por ejemplo en el número 1 de las listas Alemanas cuando aún su debut estaba situado en el número 3 en ventas. Todo ese éxito evidentemente venía de que el material que se presentaba era y aún es de una calidad muy alta, con una banda que creaba un sonido particular y sobretodo, porqué era liderada por un guitarrista y cantante de gigantesco talento, Mark Knopfler. Y es que si bien no sólo se le puede dar a él todo el mérito de las texturas sonoras de la banda, él era el Leónidas de este grupo de espartanos de Deptford (Londres).


Por donde íbamos...

Se genera una dulce tensión de guitarra que acaba en un ritmo muy suelto, como si nada hubiera pasado, como si estubieramos en una supuesta canción 10 del disco anterior, empieza Once Upon a Time in the West. Elegante trota la melodía sobre un ritmo de batería muy pegadizo de Withers, David marca el patrón con acordes entrecortados al mismo tiempo que Mark va dibujando a gusto y sin esfuerzo dibujos de guitarra solista con un punto de soul y blues. Una de las mejores melodías de la banda, que hace que sin prisas te dejes llevar sonoramente. News, pasa a un tono más tristón pero hermoso. En ella las guitarras hacen escalas y acordes cruzados entre ellas como si fuera un jugueteo entre los dos hermanos. Mark, sin tener un portento de voz, pone el sirope a esta dulce tortita musical. 

Where Do You Think You're Going? nos demuestra que para que un disco suene rico y lleno de matices no es necesario que tenga mil instrumentos ya que en esta canción adoro el sonido del rasgueo de la guitarra rítmica. El tema empieza tranquilito y haciendo un riff muy evaporado, pero que a medida que avanza el mismo toma velocidad y todo va tomando forma. Communiqué tiene un toque más ranchero sin subir sus revoluciones. Los detalles de piano que pone el productor Barry Beckett me recuerda un poco al ambiente de las tabernas del oeste de Estados Unidos. En esta canción puedo percibir mucho mejor el bajo de John Illsley y noto más presencia de instrumentos, pero curiosamente no me llena emocionalmente tanto como las anteriores y hasta le encuentro un punto repetitivo.

Eso si, todo atisbo de duda se me va con Lady Writer, una de las canciones que más me gustan de esta banda. Es de esas canciones que suena clásica en los medios pero moderna en las formas, divertida, genialmente elaborada y juguetona con sus instrumentos. La voz de Mark Knopfler suena alegre y desaliñada y los coros del final me encantan. Pero claro, lo mejor es esa guitarra solista que toca las nubes con sus artificios, que son puro chocolate para mis humildes orejas. Si pasamos a Angel of Mercy, me encuentro ante una de las canciones que menos me gustan del conjunto. Es una composición agradable, con una parte solista resultona y que transmite su buen rollo, pero se me hace fría respecto a las emociones que me habían dado la mayoría de las anteriormente vistas. Eso si, su empeño en los detalles hace que no empañe para nada el disco, sino que sume espectro a la variedad de sonidos sureños que parece querernos dejar el disco. De esas canciones que le cae buena nota más por lo que objetivamente es que por lo que me transmite.

Portobello Belle, se encamina con una guitarra acústica que le da un toque hogareño y sus acordes sirven de tumbona para relajar nuestras neuronas llevándolas a algún pueblo de costa donde tener algún affair amoroso de verano. Single-Handed Sailor se deja del estilo pausado y nos pasa a uno de esos riffs que más reconozco de esta banda. En esta canción debo dar muchos méritos a la parte rítmica que conducen David Knopfler, John Illsley y Pick Withers ya que le dan frescura al conjunto. Mención especial a estos golpes de cuerda rápidos, muteados y picados de Mark en la rítmica, que le dan un montón de personalidad a la parte de seis cuerdas de Dire Straits. Para cerrar el disco tenemos la relajadísima Follow Me Home, que tiene su encanto especial si la sabemos ver como un hermoso mantra que rueda y rueda para que encontremos un estado de adormecimiento, con un Mark Knopfler que le dice a una chica que le siga a casa.

Otras estrellas de la misma noche


Communiqué es una continuación directa de su predecesor sin ninguna duda, tanto a nivel de estilo como de recursos. Todas las evoluciones que se pueden dar en esta obra son sutiles detalles que al final hacen un mantó estrellado uniforme. No creo que sea bueno pensar en que es continuista sinó que es una forma de completar un paisaje en el que surgen nuevos astros que de lejos pueden parecer lo mismo pero que sabemos que de cerca tienen sus elementos particulares. Estamos ante un disco que con los detallitos y su tranquila digestión se va dejando amar; convirtiéndose poco a poco en ese disco que al hablar de Dire Straits nunca me sobra darle un guiño.

Valoración: 🌟🌟🌟🌟 (Muy bueno)

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