martes, 4 de octubre de 2016

Crítica: Calm Before the Storm de Venom (1987)

Aunque nunca ha sido una de mis bandas favoritas de metal, Venom es de aquellas formaciones que me miro con admiración por el legado que han dejado al heavy metal y más concretamente al thrash y black metal. Su sonido extremadamente guarro y denso perpetró unos discos entre 1981 y 1985 que eran vitales y la quintaesencia de su sonido. Pero la que era su alineación más clásica: Cronos (Conrad Lant, bajista y cantante), Mantas (Jeffrey Dunn, guitarrista) y Abaddon (Anthony Bray, batería); quedo bastante tocada cuando Mantas decidiría marchar en 1986 para empezar su carrera en solitario. Cronos decidiría situarse más líder si cabe de la banda para preparar un disco que en un inicio se iba a llamar Deadline (cuando aún estaba la formación clásica) pero que al final tomó el nombre que hoy vislumbramos.

Para resolver la parte de guitarra, contrataron a un par de guitarristas bastante bien resueltos, James Clare y Mike "Mykus" Hickey y se pusieron manos a la obra con un disco que les llevaría a un salto evolutivo a nivel sonoro, tanto por calidad de la grabación, como por estilo. Hasta el momento ellos habían representado una de las semillas del metal extremo por la temática ocultista y satánica de las canciones, eso si, sin llegar al nivel de seriedad por el tema que transmitieron otras bandas. Su último disco, Possessed (1985), marcaba un sendero bastante agrio a nivel compositivo, no porque la música fuera mala, al contrario, sino porque se había logrado transmitir un aura muy perversa a través de sus melodías. Claro, por entonces muchos seguidores de la banda esperaban que el siguiente disco mantuviera esta dirección, pero como os he advertido antes, la alineación de la banda estaba en pleno cambio y eso supuso mucho más de lo que los seguidores querían y no siempre en el buen sentido.



De lo "convencional" a lo convencional

Título raro para la crítica de las canciones pero es una forma de resumir bien la realidad que percibo de este disco. Tenemos por un lado algunas canciones que encajarían con el concepto de Venom que más o menos podíamos tener hasta la llegada de este disco como Black X-Mas, que abre el disco con un toque oscuro bastante interesante y una parte de guitarras que me gusta mucho. A nivel vocal, eso si, noto como si Cronos hubiera querido escupir menos las palabras y ser un poco más melódico. Tema notable que es mejor no despreciar por su temática navideña. La grabación del final del tema no me acaba de molar, sólo quiero que el disco se deje de chorradas y no me ponga a los músicos de borrachos. Metal Punk, tiene también parte del sabor añejo pero enfocado al espíritu del thrash. Los solos de guitarra son muy ágiles y llenos de distorsiones y abstracciones que pueden recordar a cosas vistas en Slayer. El riff que nos presenta en el minuto 2:17 es de los mejores momentos del disco sin duda y el cierre del tema junto a este riff tiene una maldad épica muy interesante. 

Deadline, que como he dicho antes, era la canción que iba a dar título al disco también posee el carácter reconocible de Venom y considero que tiene potencial para haber sido considerada una habitual de sus conciertos. Krackin' Up es la última que añadiría a este primer sector de canciones más prototípicas de lo que es la banda. Pero es innegable que al escucharlas se percibe algo que ha cambiado en la esencia, en el aroma que podrían tener las canciones si se materializaran. Si bien en estos temas tienen una calidad bastante remarcable, se nota esa falta de consciencia del sonido original de la banda. Es decir, que en ciertas cosas parece que Venom pasa a ser una banda de calidad influenciada por si misma pero que da un giro a otros lados, de nuevo, con un mínimo de buen gusto. Luego hay a canciones que se salen de lo normal de la banda y que aún por su esencia oscura, sólo las reconozco como Venom por la voz de Cronos, que a ratos hace cosas más melódicas.

Por ejemplo, nunca diría que The Chanting of the Priests me parece una mala canción sino que es un buen tema pero que ha perdido la identidad de lo que es la banda. Todos tenemos derecho a evolucionar, claro está y lo espero de cualquier artista con inquietudes que se precie. Pero en este caso la banda pasa a un sonido thrash más típico de las otras bandas grandes que se conocían de la época y aunque no desmerece, es como si pasara de jugar su propia liga a ser un equipo de media tabla en la liga de otro. Lo mismo me pasa con Under a Spell, Calm Before the Storm o Gypsy; que me parecen temas muy entretenidos de escuchar y bien hechos, pero sin nada que me haga saltar sorprendido respecto a lo que se hacía en su tiempo. Finalmente, me siento satisfecho por el resultado de Muscle pero, se me hace plana respecto a la actitud que se desprendía de los primeros discos. No espero calcos 1:1 del pasado pero si que espero esa chispa que me cuesta ver aquí. Es como una fusión de Motörhead con Mötley Crüe en la que me podrían decir que es de esta banda como de cualquier otra del género.

Párrafo a parte debo dejar a la batería, que a ratos resulta criminal el sonido que tiene o lo insustancial de su participación. Abaddon en este disco parece una batería programada por ordenador que incluso la llega a cagar con los patrones, sobretodo en ciertos y criminales momentos de la canción que da nombre al disco. Afortunadamente no llega a estropear las canciones pero me resulta un apartado muy hueco, un ritmo que tira millas con un doble bombo que intenta tapar el poco curro que se había hecho. En cambio, no me molesta tanto como a otra gente la entonación que toma la voz de Cronos en este disco, a veces tan melódica, a veces tan ligada a ciertas bandas de death metal que su banda había facilitado que nacieran. Y sobre la calidad sonora del disco tampoco me puedo quejar, ya que se percibe una mejora que deja todo un poco más definido y que despreciarlo sería tontería, ya que discos magníficos posteriores lo aplicarían sin tanta crítica como Prime Evil (1989).

Cuando estalla la tormenta...
Imagen extraída de rarerecordgallery.com
La gira de Calm Before the Storm fue básicamente el momento donde se fue por los aires el proyecto de Cronos de mantener la banda viva bajo su tutela, ya que la abandonaría tras unos pocos conciertos. Para mi, eso no es síntoma de un mal disco, si no un momento de poca confianza en esta versión de Venom que podemos ver en él. Y es que la realidad es que este tipo de sonido que el bajista querría para su proyecto en solitario, llamado como su nombre artístico. Mirando de cara al resultado en si, puedo asegurar que estamos ante un disco realmente entretenido y que tiene muchos elementos melódicos destacables. Pero al mismo tiempo que uno lo disfruta, se percibe una perdida de identidad en él. Esta obra de 1987 la veo como un conjunto de ideas que llevadas un poco más acorde a lo que era la banda hasta entonces hubieran dado sus buenos frutos, pero que viendo la realidad son buena música sin nada nuevo que ofrecer.

Valoración: 🌟🌟🌟✰ (Bueno)

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