domingo, 9 de octubre de 2016

Crítica: Screaming for Vengeance de Judas Priest (1982)

Hay momentos clave en las carreras de los grandes artistas de nuestra historia, momentos que determinan su evolución a nivel creativo y muchas veces al mismo tiempo, su cambio de reputación, sea para mejor o peor. En la carrera de Judas Priest, una banda tan talentosa y crucial dentro del mundo del heavy, casi cualquier disco que sacaban entre finales de los 70 y a lo largo de los 80 era una piedra de toque que merecía tener en cuenta. Pero si queremos fijarnos en un disco que les trastocó su realidad a nivel internacional, sólo hace falta poner la mirada en Screaming for Vengeance.

Los años 80 fueron la era clásica de este género y claramente este fue uno de los discos culpables del aumento de popularidad del género. Si nos ponemos en contexto, podemos ver como por esa época ya se estaban consolidando casi todos los ingredientes distintivos de este periodo del metal: aparición de la Nueva Ola del Heavy Metal Británico (Iron Maiden, Saxon, Tygers of Pan Tang), clímax artístico del cantante Ronnie James Dio (Rainbow, Black Sabbath, Dio), Motörhead triunfa y ayuda a la aparición del posterior thrash junto a Venom o por poner un último ejemplo, el inicio de la carrera en solitario de Ozzy Osbourne (hacia 1980). Pero Judas que se había cargado orgullosamente la mochila del metal durante la segunda mitad de los 70 quería y merecía algo más que la popularidad que le habían dado discos como el excelso British Steel (1980) o el nada despreciable pero fallido intento de Point of Entry (1981).



Habían traído el cuero y las tachuelas al mundo del metal, habían hecho más contundente y metalizado el sonido del género y su frustración por no haber conseguido más reconocimiento con su disco anterior acercándose al hard rock (exigencias de la discográfica), les hizo más radicales respecto a como querían que fuera el sonido de la música que amaban. Por eso se metieron en el estudio que tenían en Ibiza y se pusieron a trabajar en un disco que buscaría los sonidos épicos por un lado y por otro tomar la esencia de los hits más pegadizos que habían hecho para insuflarle una energía renovada. Claro, digamos que para ellos su punto de referencia principal fue como dejaron el sonido en British Steel para dotarle de más contundencia. Pero no podemos negar que en Point of Entry ya se había empezado a mostrar el nuevo sonido de Judas con una canción tan increíble como Solar Angels

Pura epicidad

Por eso, poner la canción anteriormente nombrada y luego empezar del tirón el disco que hoy revisitamos es una de las mejores sensaciones metaleras que se pueden tener. Porque nadie puede negar que la intro de The Hellion/Electric Eye es una de las entradas de canción más increíbles de este género que tanto amamos. Esas guitarras dobles de Glenn Tipton y K.K. Downing que nos llevan hasta el horizonte de la solemnidad para luego petar en una canción insignia de esta banda. El riff de la canción activa todos los sensores de nuestro cuerpo para prepararnos por una canción intrépida y ágil conducida por la voz de Rob Halford, que en esta ocasión sirve más de hilo conductor que como una exhibición vocal. Todo lo que importa en esta canción es la actitud peleona que desprende y su potente elegancia señorial. 

Pero no tardan nada en soltarse y en Riding on the Wind, todo es puro y maravilloso artificio que no cae en el exceso, sino en lo espectacular. Una de los baluartes del disco y que con un riff tan sencillo como inquieto se sube a lomos a un Halford que me eriza el vello de los brazos. La batería de Dave Holland le da motor al pájaro mecánico que nos pone en mente este temazo. Más caballeresca es Bloodstone, que resulta sorprendente por su intro tan melódica e inspirada. Rob Halford entona con tal pasión que me arrastra a subir mi puño en alto y cantar con él. La parte de guitarras tiene muchísima garra y actitud, El solo de guitarra empieza poco amenazador para luego en cuatro maniobras dejarnos a sus pies. 

(Take These) Chains por otro lado evoca toda la emoción de querer olvidar a alguien y no poder. Esta es una excelente muestra de una canción que mezcla contundencia con dulzura sonora y sobretodo en ese solo tan pasional. Y otro mid-tempo cierra la primera cara del disco, Pain and Pleasure. Esta canción siendo de por si muy buena, es de lo más flojo que tiene el disco dejando un mínimo de calidad muy elevado. Esta es de las que da una importancia vital al carácter, a marcar los acentos y a una parte vocal más crispada pero acompasada. El bajo de Ian Hill es mucho más audible en este tema, ya que va un poco más allá de simplemente redondear la batería de Dave Holland. Este pequeño respiro nos permite coger aliento para una de las obras magnas del disco, Screaming for Vengeance

Y es que abrir la cara B de un disco con este bombazo resulta alucinante. Desde el primer momento Screaming nos ataca con un riff denso redondeado por escalas muy ricas. Halford se luce de tal forma, que podemos decir que es una de sus canciones clave para valorar las capacidades enormes de su voz y su manejo tan duro del falsetto, violento y directo. Lo que llega en el minuto 4:01 y hasta el final, siempre me deja con un ¡UAU! gigantesco mientras se cierra esta maravilla en la tensión eléctrica de las guitarras. Si encima tienen la valentía de anexionar esta con You've Got Another Thing Comin', entonces ya se han ganado mi corazón metalero. Su aparición es la clara búsqueda de un hit a lo Livin' After Midnight pero con el tono y estilo de este disco. Lo bueno es que siento que cumplen su objetivo sin autoplagiarse.
Con una intro melódica empieza Fever, que con hermosos arpegios acompaña la hermosa voz que pone el talentoso cantante que tiene Judas. El mejor de la canción se enmarca en el giro que hace en el minuto 2:40 en el que se saca un riff/puente brillante que da paso al solo, que sin ser de los mejores del disco, queda bastante resultón. Buen tema, pero que no me llama tanto la atención. En cambio Devil's Child, es una canción que con las escuchas se ha ido ganando mi beneplácito. Tiene todo el aroma que quiero recordar de este álbum pero con una curiosidad interesante, que recicla el riff de Troubleshooter, del disco anterior de Judas. El segundo riff del minuto 1:45 (aunque se repite) lo podemos encontrar en la canción citada del Point of Entry (1981) ya en el segundo 8. Pero claro bandidos, están reciclando una de las canciones que más me gustan de ese disco y dándole más consistencia melódica y complejidad. El disco termina con Prisoner of Your Eyes, hermosa power ballad en la que amo la forma en la que canta Rob Halford, demostrando el enorme sentimiento que pone en sus canciones. Incluso el resto de instrumentos confeccionan una música que deja espacio a que el protagonice esta bella tonada que cierra de forma genial el disco.

El Hellion se impone


El disco del ave de acero logró calar en el público, situándose en los top 20 tanto de Reino Unido como de Estados Unidos. Eso fue un logró para la banda, que por fin alcanzaba un estatus muy relevante en el continente americano. Tal vez no estoy muy de acuerdo en que se focalizaran tanto en hacer la gira americana, dejando de lado Europa hasta finales de 1983, pero quisieron mantener viva la llama que por fin surgía en el otro lado del Atlántico. Si hablamos por otro lado del disco, estamos ante un conjunto muy cohesionado de canciones que denotan una evolución en su sonido. El productor Tom Allom, de nuevo lo había logrado, hacer un disco que canalizara el crecimiento personal de una banda pensada para el Olimpo del género. Bañado en clásicos, Screaming for Vengeance se queda ahí en el recuerdo como una de las obras clave de la banda de Birmingham.

Valoración: 🌟🌟🌟🌟✰ (Excelente)

1 comentario: