San Andrea de 1326 hecha por Simone Martini (Metropolitan Museum of Art, NY) |
Y os puedo asegurar que el tema del dorado y el color en esa época no era una mera broma o una excusa que hiciera distinguible las obras de un sitio, no. La luz y el color iban vinculados a una cierta filosofía que se había establecido al iniciarse el Gótico con el abad Suger. Este abad que estaba establecido en Saint-Denís (París), había loado el hecho de la belleza material para llegar a contemplar a Dios. Este eclesiástico emprendió entre 1140 y 1144 unas obras que llevarían consigo un enriquecimiento de la abadía de Saint-Denis con cristaleras de colores y artículos de oro, a parte de las evidentes reformas estructurales de la iglesia. Aunque un importante grupo de benedictinos se puso en contra de una filosofía que iba en contra de la austeridad típica que quería promover la Iglesia, estas medidas tuvieron éxito y difusión por Europa. El arte sienés, se podría considerar un heredero de esta estética de la luz, la vistosidad y la belleza en busca de el misticismo.
Vista de Siena; una ciudad que ha mantenido su aspecto y encanto medieval |
Si volvemos de nuevo al momento de vida de Martini y nos centramos en su infancia y formación. Existen dudas de si fue su padre (Martino) o el propio Simone, que nació en el barrio de San Egidio en Siena. Pero sin duda todo apunta a que nació en esta ciudad. Él y su hermano Donato, fueron adoctrinados como pintores y por afirmaciones del historiador Frank Northen Magil en el Dictionary of World Biography: The Middle Ages Vol.2, su maestro habría sido Duccio de Buoninsegna, que como antes he expuesto, era el mejor pintor de la ciudad y uno de los mejores de su generación (nacidos entre 1240-1250). Giorgio Vasari, en el libro de las Vite (biografías de artistas muy destacados florentinos y en siguientes ediciones, de otras zonas de Italia y el extranjero), afirmó que el maestro habría sido Memmo di Filipuccio (el otro gran pintor de la ciudad y formado junto a Duccio), que en un futuro sería su suegro. Si bién Northen Magil descarta esa versión, no encuentro aún una razón que lo haga incongruente.
Y es que entre otras cosas, no se sabe mucho de la vida de Simone Martini hasta 1315, es decir ya con 31 años. En esa época ya se valora el hecho de que conocía a Lippo Memmi, su cuñado, también destacable pintor y con el que tendría una gran confianza ya que junto a su hermano Donato, eran los dos pintores que le ayudaron a acabar algunas de sus obras. Por lo tanto y a título personal, considero que no podemos hablar de Simone Martini sin su equipo o taller con Donato Martini y Lippo Memmi. Vasari habla (no sin un cierto aire de épica) de que Simone ya se habría labrado una reputación en Roma con la ayuda del pintor más importante de su momento, Giotto, pintando una Virgen, un san Pablo y un san Pedro. Si bien Northen Magil también corta el lazo personal entre Giotto y Simone, existe un consenso claro en que se influyó por el estilo tanto de Duccio como de Giotto.
Un artista asentado (1315-1324)
Maestà (1315) Simone Martini, Palazzo Pubblico de Siena |
Cuando empieza la documentación de Martini, a partir de 1315 se confirma que el artista tubo varios encargos procedentes de la ciudad de Siena y de la población vecina de San Gimignano. Como se distribuyó el trabajo, fue la muestra clara de que entre Memmi y Martini había ya una relación de confianza en la que Simone le traspasó el encargo de una Maestà (Virgen entronizada o en majestad) en San Gimignano a Lippo. Ese favor personal se traduce en que al mismo tiempo, Simone se podía dedicar a la importante obra que vemos encima de este párrafo y que le reportó mucho prestigio en la ciudad de Siena. Esta Maestà, supuso una evolución frente a lo visto anteriormente en la ciudad por parte de Duccio. Si bien Duccio supo hacer una Virgen rodeada con muchos ángeles, una paleta de color espectacular y una calidad de dibujo muy buena; Simone demostraba dar un paso adelante dejando atrás el exceso de dorado en los fondos y pasando al azul (herencia de las pinturas de Giotto), transmitiendo sensación de profundidad a través del baldaquino y diseñando unos personajes más creíbles en lo que parecía un retrato de corte.
Simone con esta obra, parecía ser el heredero perfecto de todo lo bueno que había surgido en las escuelas de Florencia y Siena en los últimos años. Pero su evolución como pintor igual que como vimos en el caso de Berruguete, a veces era más visible y a veces no tanto. Eso se debe a que había encargos más tradicionalistas y apegados a los gustos góticos y otros que dejaban cancha a Martini para que realizara a su manera los acabados de las obras. Tras esta Maestà y gracias al buen nombre que tenía en Siena, llamó la atención de Robert d'Anjou, que le encargó que le hiciera un retrato personalizado. En aquel momento, se estaba canonizando a San Luís de Toulouse (hermano de Robert) como santo y Robert quería legitimar a través de su hermano, su coronación como rey de Nápoles. Resultado de eso en 1317 se realizó la obra Saint Louis de Toulouse coronando a Robert d'Anjou, rey de Nápoles. En ella se ve un estilo gótico muy arraigado, con fondos dorados, pero en los que se permitió jugar de forma tímida con la profundidad y en las imagenes inferiores, tratar la vida de Saint Louis en espacios con algo más de tridimensionalidad, eso si sin poderse desprender de los cielos dorados.
Se sabe que por su estancia en Nápoles y su trabajo recibió 50 onzas de oro, que a día de hoy equivaldría a ganar unos 55.000 euros anuales (me gusta hacer equivalencias para dar a entender la valoración que se le podía dar a un artista con gran reputación). Como bien podemos ver, Martini fue viajando por los reinos, ducados y repúblicas de Italia a lo largo de los años 10 y 20, siempre volviendo a Siena. Si en 1319 estaba realizando un Políptico de Santa Caterina para la ciudad de Pisa, en 1321 estableció su residencia fija en San Egidio (Siena) junto a su hermano. Al año siguiente la fortuna de nuevo le sonrió y esta vez sería para inmortalizar su nombre entre el de otros grandes pintores de su época.
Gentile di Partino da Montefiore, un monje franciscano que residía en la basílica de San Francesco de Assisi, le encargaría que decorara la capilla de San Martín. San Francesco era sin duda la iglesia donde se estaban apelotonando los frescos de los pintores más valiosos de la Toscana de los siglos XIII i XIV (Giotto, Cimabue, Maestro de San Francesco o los hermanos Lorenzetti) y su obra entre la de tales artistas, nos confirma que era uno de los artistas más valorados de su época y no por razones banales.
Martini realizaría varias escenas con los hechos de la vida de San Martín siguiendo los avances técnicos que habían hecho otros artistas en la misma basílica. Como resultado, salen algunas de las escenas más logradas de toda la basílica. Evidentemente no estamos ante una obra realista, ya que las proporciones y el paisaje no están realizados con el objetivo de calcar la realidad, sino sólo de hacer una referencia a ella. Por ejemplo, en San Martín dejando la Caballería, las escenas tienen un carácter de crónica vital, como si estuviéramos leyendo un diario visual del propio personaje. Se presenta a los aliados y enemigos y a Martín abandonando la vida bélica. Al mismo tiempo, a parte de las escenas Martini realizó retratos sobre diferentes personajes religiosos, casi como otorgándolos una retratística oficial. Y es que se tiene que destacar que ya Giotto quiso darle a sus personajes un carácter menos prototípico y personal, es decir, personas diferenciadas y únicas y Simone Martini parece querer seguir esa estela, aunque pensemos que el tema del retrato personalizado aún estaba en pañales.
Igualmente, me fascina como Martini presenta escenas de interiores partiendo como un melón las estructuras y mostrándolas como casas de muñecas, cosa que demuestra que sigue los principios de Giotto, con un mimo por los detalles loable y por un trabajo del color espléndido. Ahora, no negaremos la forma de representar la arquitectura aún le quedaba mucho hasta llegar a ver construcciones que estuvieran realmente proporcionadas a los personajes y al mismo tiempo, mostrar escenas que te metieran en el interior de los edificios, más que tirarles un muro. Según la documentación esta capilla la tendría completada para antes de 1326, momento de su vida en el que ciertas cosas habían cambiado para él...
Madurez (1324-1340)
1324 marca el año en el que Simone Martini contraería matrimonio con Giovanna Memmi, hermana de Lippo Memmi e hija de Memmo di Filipuccio. Con un entorno familiar asentado, en este punto de su vida, el equipo o taller de trabajo que nombraba al principio de este estudio, es toda una realidad. Si bien en algunas escenas en Assís ya demuestra su nivel de habilidad como pintor, en este momento de su vida realizará algunos de sus trabajos cumbre tanto en el lado más innovador como en el más tradicionalista (sin dejar de tener detalles innovadores). Nos basaremos en dos ejemplos claros para vestir estas dos vertientes. Para el primer ejemplo debemos avanzar en el tiempo (o retroceder) hasta 1328, cuando volvería a recibir un encargo para el Palazzo Públicco de Siena. Lo interesante es que en esta ocasión no sería para una obra religiosa. El encargo venía de parte de Guidoriccio da Fogliano, un militar que había logrado conquistar los territorios de Montemassi y Sassoforte.
En esta obra Martini pondría en práctica en una mayor escala el retrato, la paisajística y una nueva paleta de colores un tanto más apagada y más ligada a la pintura florentina. Otro elemento destacable de el Retrato Eqüestre de Guidoriccio da Fogliano es el nivel de detalle de la armadura y las protecciones del caballo. Si, lo sé, hay retratos más realistas, pero debemos pensar que la evolución hasta el nivel de perfeccionamiento del Renacimiento no es cosa de cuatro días; tenían que surgir artistas como Martini para ir evolucionando como en este caso los retratos y paisajes. Curiosamente esta obra se encuentra enfrente de su Maestà de 1315, toda una paradoja y muestra de su evolución como artista, pero que demuestra que el sabía llevar a sus hombros el crecimiento de la pintura en Siena. Me debo disculpar por el tamaño de la fotografía, ya que si la quería hacer más grande, desencajaba todo el texto. He procurado restaurar los colores para que podáis apreciar el magnífico trabajo que realizó. Según mi opinión, esta obra influyó claramente en los hermanos Lorenzetti (sobretodo Ambrogio) a la hora de elaborar la Alegoría del Buen y Mal Gobierno en esa misma sala
Siguiendo unos años más adelante y para no estresaros con muchos detalles de cada obra, seguimos avanzando hacia otra obra que en esta ocasión sirve de ejemplo del trabajo de equipo entre Simone Martini y su cuñado Lippo Memmi. Si bien Martini ya había demostrado ir acorde con la nueva corriente pictórica iniciada por Giotto, La Anunciación entre los Santos Ansano y Margarita, de 1333 resulta una obra en euipo muy bien ejecutada y que nos enseña un estilo que se haría patente incluso entre los Primitivos Flamencos en el siglo siguiente. Sobre un fondo dorado el arcángel Gabriel saluda a la Virgen María. Tanto la figura como sus ropajes y alas son muy coloristas y bellos; haciendome pensar en una forma menos depurada de lo que luego harían grandes pintores como Robert Campin o Jan Van Eyck a principios y mediados del siglo XV. La Virgen entronizada se presenta asustada e indiscutiblemente su gesto valdría de ejemplo para virgenes flamencas o borgoñonas con un toque tímido o asustadizo.
El detalle de las flores, que en verdad habla de las virtudes de pureza y castidad de la Virgen y el detalle del trono, dotan a la obra de un preciosismo que de nuevo y ya por última vez repito, pudo servir perfectamente de modelo a los pintores flamencos. La figura del santo Ansano va ligada a que es el primer apóstol o predicador de la religión cristiana en Siena. Este santo se considera patrón de la ciudad y lleva una bandera de la resurrección en su mano. Se hizo para la capilla de San Ansano en el Duomo de Siena y siendo un trabajo conjunto de estos dos pintores, demuestra la valía que tenían como artistas ambos. Por eso no es difícil entender porqué en la última etapa de Simone Martini, este marcharía acompañado de su familia fuera de Italia, toda la ayuda que podía necesitar la tenía en su propia casa y todo aquello que no pudiera terminar, lo podrían realizar su cuñado o su hermano.
La corte papal en Avignon (1340-1344)
Hacia 1340, Martini responde a la llamada del cardenal Jacobo Stefaneschi para que se establezca a Avignon para realizar trabajos para la corte papal. Este periodo de tiempo le sirvió para dar a conocer su obra en la zona francesa y debido a eso, tiene su lógica que Martini pudiera tener influencia sobre el arte flamenco (de nuevo, son todo valoraciones que hago a través de la lógica). Igualmente estableció amistad con algunos de los personajes que rondaban la corte papal por entonces; siendo su amistad más cercana la que estableció con el poeta Petrarca, con el que existiría un intercambio de rimas y pinturas para ilustrar sus libros.
En uno de estos regalos, Martini le pintó el frontispicio de su copia del Codex Virgilianus a Petrarca. En el se puede ver una escena nocturna donde se hace una alegoría al escritor romano Virgilio. Lo que debemos lamentar, es que en la actualidad no se ha dado a conocer ninguna obra de gran importancia del periodo en la corte papal, cosa que nos deja con este frontispicio como el testimonio de su estancia en Avignon. Pero ya su mera presencia en ese sitio y por encargo papal, determinaba su fama y valía como artista.
Martini murió el 1344 y todas las obras que dejó sin concluir, se presupone que las finalizó Lippo Memmi o por defecto, su hermano, Donato Martini que viajó también junto a su hermano, su cuñada y Lippo Memmi a Avignon. Para cerrar este articulo, debo decir que la figura de Simone Martini es relevante debido a que supo trasladar las novedades de la pintura florentina a Siena, aportó un toque más de realismo a lo ya establecido por Giotto pero sin perder el color distintivo de la escuela sienesa y que incluso está presente en su última obra conocida. Por último, de cara al futuro supo ser un creador que dejó brillantes ideas para la pintura cortesana del gótico, sea para los hermanos Lorenzetti en la propia Siena o para los pintores flamencos que llegarían unos 80 años más tarde.
Altar de Saint Louis de Toulouse (1317) Simone Martini, Museo Capodimonte, Nápoli |
Gentile di Partino da Montefiore, un monje franciscano que residía en la basílica de San Francesco de Assisi, le encargaría que decorara la capilla de San Martín. San Francesco era sin duda la iglesia donde se estaban apelotonando los frescos de los pintores más valiosos de la Toscana de los siglos XIII i XIV (Giotto, Cimabue, Maestro de San Francesco o los hermanos Lorenzetti) y su obra entre la de tales artistas, nos confirma que era uno de los artistas más valorados de su época y no por razones banales.
San Martín Deja la Caballería y la Armada (1322) Simone Martini, Basílica de San Francesco ad Assisi |
Igualmente, me fascina como Martini presenta escenas de interiores partiendo como un melón las estructuras y mostrándolas como casas de muñecas, cosa que demuestra que sigue los principios de Giotto, con un mimo por los detalles loable y por un trabajo del color espléndido. Ahora, no negaremos la forma de representar la arquitectura aún le quedaba mucho hasta llegar a ver construcciones que estuvieran realmente proporcionadas a los personajes y al mismo tiempo, mostrar escenas que te metieran en el interior de los edificios, más que tirarles un muro. Según la documentación esta capilla la tendría completada para antes de 1326, momento de su vida en el que ciertas cosas habían cambiado para él...
Elisabeth, Margarita y Enrique de Hungría (1322) Simone Martini, Basílica de San Francesco ad Assisi |
Madurez (1324-1340)
1324 marca el año en el que Simone Martini contraería matrimonio con Giovanna Memmi, hermana de Lippo Memmi e hija de Memmo di Filipuccio. Con un entorno familiar asentado, en este punto de su vida, el equipo o taller de trabajo que nombraba al principio de este estudio, es toda una realidad. Si bien en algunas escenas en Assís ya demuestra su nivel de habilidad como pintor, en este momento de su vida realizará algunos de sus trabajos cumbre tanto en el lado más innovador como en el más tradicionalista (sin dejar de tener detalles innovadores). Nos basaremos en dos ejemplos claros para vestir estas dos vertientes. Para el primer ejemplo debemos avanzar en el tiempo (o retroceder) hasta 1328, cuando volvería a recibir un encargo para el Palazzo Públicco de Siena. Lo interesante es que en esta ocasión no sería para una obra religiosa. El encargo venía de parte de Guidoriccio da Fogliano, un militar que había logrado conquistar los territorios de Montemassi y Sassoforte.
Retrato Eqüestre de Guidoriccio da Fogliano (1328) Simone Martini, Palazzo Pubblico de Siena |
En esta obra Martini pondría en práctica en una mayor escala el retrato, la paisajística y una nueva paleta de colores un tanto más apagada y más ligada a la pintura florentina. Otro elemento destacable de el Retrato Eqüestre de Guidoriccio da Fogliano es el nivel de detalle de la armadura y las protecciones del caballo. Si, lo sé, hay retratos más realistas, pero debemos pensar que la evolución hasta el nivel de perfeccionamiento del Renacimiento no es cosa de cuatro días; tenían que surgir artistas como Martini para ir evolucionando como en este caso los retratos y paisajes. Curiosamente esta obra se encuentra enfrente de su Maestà de 1315, toda una paradoja y muestra de su evolución como artista, pero que demuestra que el sabía llevar a sus hombros el crecimiento de la pintura en Siena. Me debo disculpar por el tamaño de la fotografía, ya que si la quería hacer más grande, desencajaba todo el texto. He procurado restaurar los colores para que podáis apreciar el magnífico trabajo que realizó. Según mi opinión, esta obra influyó claramente en los hermanos Lorenzetti (sobretodo Ambrogio) a la hora de elaborar la Alegoría del Buen y Mal Gobierno en esa misma sala
Siguiendo unos años más adelante y para no estresaros con muchos detalles de cada obra, seguimos avanzando hacia otra obra que en esta ocasión sirve de ejemplo del trabajo de equipo entre Simone Martini y su cuñado Lippo Memmi. Si bien Martini ya había demostrado ir acorde con la nueva corriente pictórica iniciada por Giotto, La Anunciación entre los Santos Ansano y Margarita, de 1333 resulta una obra en euipo muy bien ejecutada y que nos enseña un estilo que se haría patente incluso entre los Primitivos Flamencos en el siglo siguiente. Sobre un fondo dorado el arcángel Gabriel saluda a la Virgen María. Tanto la figura como sus ropajes y alas son muy coloristas y bellos; haciendome pensar en una forma menos depurada de lo que luego harían grandes pintores como Robert Campin o Jan Van Eyck a principios y mediados del siglo XV. La Virgen entronizada se presenta asustada e indiscutiblemente su gesto valdría de ejemplo para virgenes flamencas o borgoñonas con un toque tímido o asustadizo.
Anunciación entre los Santos Ansano y Margarita (1333) Simone Martini y Lippo Memmi, Galleria de los Uffizi |
La corte papal en Avignon (1340-1344)
Frontispicio del Codex Virgilianus de Petrarca (1340's) Simone Martini, Biblioteca Ambrosiana de Milán |
En uno de estos regalos, Martini le pintó el frontispicio de su copia del Codex Virgilianus a Petrarca. En el se puede ver una escena nocturna donde se hace una alegoría al escritor romano Virgilio. Lo que debemos lamentar, es que en la actualidad no se ha dado a conocer ninguna obra de gran importancia del periodo en la corte papal, cosa que nos deja con este frontispicio como el testimonio de su estancia en Avignon. Pero ya su mera presencia en ese sitio y por encargo papal, determinaba su fama y valía como artista.
Martini murió el 1344 y todas las obras que dejó sin concluir, se presupone que las finalizó Lippo Memmi o por defecto, su hermano, Donato Martini que viajó también junto a su hermano, su cuñada y Lippo Memmi a Avignon. Para cerrar este articulo, debo decir que la figura de Simone Martini es relevante debido a que supo trasladar las novedades de la pintura florentina a Siena, aportó un toque más de realismo a lo ya establecido por Giotto pero sin perder el color distintivo de la escuela sienesa y que incluso está presente en su última obra conocida. Por último, de cara al futuro supo ser un creador que dejó brillantes ideas para la pintura cortesana del gótico, sea para los hermanos Lorenzetti en la propia Siena o para los pintores flamencos que llegarían unos 80 años más tarde.
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