domingo, 3 de abril de 2016

Pedro Berruguete (1450-1503) Un innovador despidiéndose del Gótico

Posible autorretrato de Berruguete
Ser historiador del arte e lleva a intereses que van más allá de todo el repertorio musical que os he ido mostrando (y que sin duda os mostraré). Este mes de parón que he tenido por fuerza mayor me ha servido para replantear hasta que punto quiero expandir el material que os ofrezco en este humilde blog y como quiero transmitiros toda la pasión que el arte me despierta y merece. Pero si hay una cosa que realmente me gusta del arte es descubrir constantemente cosas nuevas o revalorizar aquellas que o no son muy conocidas o han caído víctima de los prejuicios.

En el caso que hoy quiero tratar, estamos ante un artista que aunque se le otorga un papel vital en la llegada del Renacimiento en España; no es un nombre que se haya filtrado lo suficiente en la cultura popular, aún con su trascendencia y podríamos decir con el lenguaje actual, currículum. Y ya que este es mi espacio, me permitiré hacer ciertas afirmaciones que me han aportado la experiencia y sobretodo las fechas por las que el trabajaba, pero sé que algunos profesores de mi carrera me canearían con un buen mandoble en la nuca por lo que diré. Redoble de tambores... Pedro Berruguete supone al Renacimiento español, lo que Masaccio supuso en el movimiento renacentista en general; es decir, ser su primera gran representante pictórico.

Si, otros me podrían saltar con otros nombres como Roderic de Osona o Paolo de San Leocadio, pero siendo justos, el primero estaba demasiado atado a las formas del Primitivismo Flamenco (que no quita que sea un pintor realmente bueno) y el segundo era italiano; no puedes ser el primer renacentista español si eres italiano. Con estos dos descartes no pretendo decir que la obra de Berruguete naciera espontáneamente renacentista, no, hubo un proceso que se inició con el arte típico de su sitio y tiempo y que desemboco con los años a algo más ambicioso que un simple arte enclaustrado en las aspiraciones de un pueblo. ¿Y donde nos debemos situar hablando de estos orígenes? En Paredes de Nava, situado a la parte norte de la actual Castilla y León (que entonces formaba parte de las tierras de la Corona de Castilla). Por los tiempos en los que Berruguete era sólo un niño, las tendencias pictóricas estaban haciendo progresivamente un cambio de las formas florentinas (con origen en Giotto o Cimabue) a las formas más flamencas. Pondré un ejemplo de las dos tendencias.

ESTILO FLORENTINIZANTE: Vida de la Virgen y San Francisco (1445-1460) Nicolás Francés
ESTILO FLAMENQUIZANTE: Ecce Homo (1480's) Fernando Gallego
Por lo tanto, durante la infancia de Berruguete, ya convivían dos estilos que marcarían el final de la Edad Media a nivel artístico. Y no dudo de que incluso en fases avanzadas de las carrera del pintor, este tubo que mirar estas piezas y crear a semejanza de estas (la mentalidad del pueblo tardaría más en hacer el cambio entre lo medieval y lo moderno). Pero volviendo a los orígenes, podríamos establecer aproximadamente su formación entre finales de los 1460's y principios de los 1470's, posiblemente de la mano de Fernando Gallego (arriba tenéis un ejemplo de su obra) y que sería unos 10 años mayor que Berruguete. Por lo tanto, su formación se habría dado en Salamanca bajo la batuta de Gallego, que lo introduciría en este estilo flamenquizante. Lo realmente bueno, es que de ser confirmada su formación, podríamos decir sin duda que la calidad del pintor salamantino influyó en Berruguete y sobretodo en dos factores: la solidez de las edificaciones y el nivel de realismo en las figuras humanas.

Verificación de la Cruz de Cristo (1470-1471)
Paredes de Nava
Como rastro de la que se considera su primera etapa pictórica, se conserva esta Verificación de la Cruz de Cristo (1470-71), obra que realizaría con poco más de 20 años y que aunque por su paleta de colores amarillentos/dorados nos evoca al Gótico de Florencia e Internacional, sus figuras bien diferenciadas y con esa corporeidad nos hace pensar más en la influencia flamenca. Berruguete ya quería dar señas de técnica, aportando una cierta profundidad con el juego de cruces y si bien las proporciones de algún personaje son un tanto raras (pequeñas), el conjunto ya denota a un pintor con dotes y capacidad de mejora.

Entonces, llegamos al punto del dilema. ¿Dilema? Me diréis: ¡Ya empezamos con los problemas! Y es que ciertamente de lo que hablaré ahora ha generado grandes debates sobre su exactitud y veracidad. ¿Estuvo Pedro Berruguete en Italia? Pues según Fernando Marías, si. En su libro El Largo Siglo XVI, se vale de una comparativa hecha por Pablo de Cespedes en 1604, en la que se comparan a dos artistas que estuvieron en Italia como pintores siendo uno de ellos pedro Berruguete. La otra prueba que habitualmente se presenta, es un documento de 1477 en el que se habla de un "Pietro Spagnolo pittore". Si seguimos esta corriente teórica, podemos ubicar su segunda etapa como pintor en Urbino, donde trabajaría hasta finales de 1470's o principios de los 80's. Estas especulaciones nos situarían al pintor de Castilla bajo el mecenazgo de Federico de Montefeltro, duque de Urbino y conociendo personalidades artísticas como Piero della Francesca o Joos van Ghent (Justo de Gante).

Federico de Montefeltro y su hijo Guidobaldo
(1474-1480) Gallerie Nazionale delle Marche, Urbino
Una de las versiones que pone en duda el viaje a Italia, es la que resalta que Berruguete se casó en Paredes de Nava en 1478, cosa que lo alejaría de tierras italianas, aunque por suponer, no se puede descartar un viaje fugaz a tierras castellanas para luego volver a Urbino. Los que mantienen su estancia protegido por el Duque de Montefeltro, legitiman un retrato en el que aparecen el duque y su hijo Guidobaldo. Y aunque según alguna fuente que la obra es de 1474, me coincidiría más que la obra fuera de 1477, ya que para esa época Guidobaldo ya tendría 5 años y encajaría más con el retrato hecho por la edad que aparenta el niño.

Otras hipótesis también apuntarían a que el pintor castellano habría ayudado a Piero della Francesca en la Pala de Brera entre 1472 y 1474. De ser cierto, esto haría que la estancia de Berruguete por Italia empezara de forma muy temprana, empezando casi inmediatamente después de acabar su formación con Fernando Gallego. Ciertas obras confirmarían que el pintor estuvo como mucho hasta 1480 en Italia, ya que ciertas piezas datan de ese año ya en Valladolid. Con eso podríamos pensar que al casarse en 1478 en Paredes de Nava, se podría contemplar la idea de que no volviera a Urbino. Pero esa es una hipótesis que no puedo confirmar pero que como historiador del arte me gusta añadir entre las diferentes opciones de lo que ocurrió. Eso si, consta que su viaje a Paredes de Nava interrumpió una serie de pinturas sobre personajes ilustres de su tiempo como Justo de Gante, el Papa San Gregorio o Sixto IV.

También situado en esta etapa nos podemos encontrar pinturas que se presuponen de la mano de Berruguete y que siguen modelos de artistas que muy seguramente vio en su estancia italiana. De entre todas ellas me quedo con el San Sebastián de gran factura que realizaría sobre 1476 y que dicho mal y pronto parece un mix entre el mismo tema realizado por Andrea Mantegna en 1470 y el de Piero della Francesca. Curiosamente el modelo del pintor castellano guarda un respetable parecido con otra pintura de San Sebastián de Liberale da Verona y que desafortunadamente no está datada o por lo menos no he conseguido una datación segura. Si supieramos de seguro quien fue el primero de los dos en realizar la suya, podríamos saber quien pudo influir a quien. Pero como bien sabéis procuro especular para mostrar todas las opciones posibles.

San Sebastián (1476)
Gallerie Nazionalle delle Marche, Urbino
Liberale de Verona (s. XV-XVI)
Pinacoteca de Brera
Debemos entender que con una documentación tan difusa y lejana en el tiempo, es evidente que los teóricos y estudiosos del arte nos tengamos que mover por aproximaciones. Tenemos ciertas fechas ligadas a obras, que se pueden adivinar por atributos o por datos de documentos, pero igual que de la mayoría de los artistas de ese tiempo, sólo podemos ir encajando piezas a través de detalles. Por esa razón, al hablar de la tercera etapa de su carrera pictórica podemos establecer su inicio entre 1478 y 1480, según de que teoría nos basemos. Para nuestra tranquilidad, como el margen de tiempo es realmente corto no supone ningún drama ese margen de dos años. Pero dejando la teoría, vayamos a la realidad tangible y eso son sin duda las obras. La que marcaría la presencia en 1480 de Berruguete por la península sería una Piedad, presente a día de hoy en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid.

En aquellos años 80 en los que los Reyes Católicos se habían hecho con el dominio de las Corona de Castilla y Aragón, Berruguete iba elaborando pinturas para diferentes iglesias del norte de la zona castellana. En 1483 aceptaría una oferta venida de Burgos para hacer un retablo para la iglesia de Santa María del Campo. Una de las partes que lo conforman es esta pintura del Bautismo de Cristo, que podemos ver abajo a la derecha y que junto a una Decapitación del Bautista, nos muestra más una faceta italianizada que podía haber adquirido al aprender de artistas como Piero della Francesca o Francesco Laurana.

Bautismo de Cristo (1483)
Iglesia de la Asunción, Santa María del Campo
Se discute si ese mismo año recibe otro encargo en la Capilla del Sagrario Viejo en la Catedral de Santa María de Toledo. Según la versión del artista e historiador Ceán Bermúdez, el encargo sería de 1483, pero de nuevo Fernando Marías formula una hipótesis hablando de 1493. Por esa razón es importante dirigirnos hacia 1490, para encontramos ante uno de los trabajos más significativos del pintor en la zona de Palencia. Ciertamente, la década de los 90's fue determinante en el devenir de este artista, ya que confeccionaría algunas de sus obras de mejor calidad, detalle y uso de la perspectiva.

Ese encargo al que hacía previamente referencia es la serie de los Reyes de Judá, elaborados para la iglesia de Santa Eulalia de Paredes de Nava, su ciudad natal. En esta serie de pinturas se nos demuestra como el Gótico tardío seguía realmente vivo entre los gustos de la clientela castellana ya que el gusto opulente del dorado y el detallismo flamenco estaba entre las peticiones que se le hacían. Y es que amigos míos esto lo voy a poner en negrita para que quede muy, muy claro: el Gótico siguió muy vivo durante el primer siglo en el que se produjo el Renacimiento (s. XV). El Renacimiento fuera de Italia y sobretodo en ciertos países fue adquirido de manera gradual, primero a través de la estética y finalmente de forma correcta, con una lógica y bien aplicado ya en el siglo XVI. Por lo tanto, Berruguete en ciertos momentos aplicaba cosas que se adelantaban entre 20 y 30 años a su momento de consolidación total en Castilla.

Volviendo a la serie de los Reyes, debo aclarar que estaba conformada por seis tablas con seis reyes (Salomón, David, Esdras, Isaac, Mobsias y Ezequías) que recuerdan al ABC del arte flamenco implantado por Robert Campin a principios del siglo XV. En un lateral os mostraré una de las tablas en la que se puede ver la representación del Rey Salomón. En ella se transmite a través del libro y el gesto de la mano, la actitud justa que destacaba a este rey. La tabla del Rey David también es destacable por lo real que se siente el personaje, el detalle de su pelo y barba y sus colores tan vivos. En definitiva, estas piezas resaltan como algunas de las pinturas más solidas, bellas y robustas de su carrera. Pero a la vez en ellas y a partir de ellas se consolidan unas ideas que siempre he tenido sobre las pinturas de Pedro Berruguete.

Rey Salomón (1490's) Iglésia de Santa Eulalia
Paredes de Nava
Lo primero de todo, en la actitud de los personajes en escena. Mayoritariamente, las emociones se muestran de una forma muy sutil y equilibrada. Habiendo mirado buena parte de su producción pictórica, puedo decir que como mucho he visto insinuaciones de sentimientos. En la Piedad de 1480, se ve un lamento de la Virgen muy apagado, con un tímido gesto. Su San Sebastián de 1476, más de lo mismo, ni un pequeño gesto de dolor. Podría ser cualquier persona esperando a que llegara el tren en su andén, eso si, poco vestido y con flechas clavadas. Eso se debe a que a nivel emotivo, Berruguete se ha dejado llevar más por la sobriedad italiana que por el sentimentalismo impactante flamenco.

Por otro lado, debo decir que o tenía un taller que trabajaba para él y no era tan hábil como el propio maestro o por otro lado, en ciertas etapas no respetaba tanto la proporcionalidad de los personajes. Un ejemplo claro son la serie de pinturas que hizo entre 1493 y 1495. Algunas como La Prueba de Fuego, Los Dos Hombres Sabios o La Tumba de San Pedro Martir, resuelven bien las proporciones de los personajes, la profundidad y la decoración, enmarcando normalmente la escena entre columnas ya que la parte de arriba se veía marcado por arcos de cañón.

Luego en otras obras como La Resurrección de un Niño por Santo Domingo entre otras, hay personajes que resultan demasiado grandes o pequeños, la forma que se trata la profundidad es un tanto errónea o se intentan crear los efectos ópticos por aproximación (como hacían gran parte de los flamencos) y no por cálculo o cuadrícula. Pero por el número de obras atribuidas a esa década, su calidad y variedad y por ciertos sucesos personales, el periodo entre 1493 a 1503 se puede considerar su cuarta etapa y última. Los años 90 fueron el momento de nacimiento de su hijo Alonso Berruguete, que igual que su padre jugaría un papel importante en el devenir del arte renacentista hispánico, pero curiosamente en la escultura. En segundo lugar, las obras nombradas en estos dos últimos párrafos se ubican en gran parte en este periodo final. Finalmente, tengo que sumar unas pocas obras más que suponen el colofón de su carrera en una muy alta nota.

Auto de Fe Presidido por Santo Domingo de Guzmán (1495-1500)
Museo Nacional del Prado

La primera de estas obras a destacar es una imagen de idea religiosa pero que podríamos decir que recrea más un ambiente de corte y batalla. Podemos decir que este Auto de Fe, es una obra con sus evidentes taras a nivel de proporción de los personajes y sabiendo de lo que es capaz Berruguete me hace pensar en una intervención de su taller (menos hábil que su maestro). Pero como el buen amor, aún con ciertas taras, tiene muchísimo más que ofrecer de lo que carece. La excelencia de esta obra cae en la multitud de personajes que lo habitan, en su ambiente señorial y en el tratamiento individual de la mayoría de figuras. Si bien como he dicho antes, no estamos ante un Rogier van der Weyden de las emociones humanas, si que esta obra gana la batalla de mostrarnos vida y retrato de una posible realidad.

La segunda obra que os muestro encaja en el mismo plazo de tiempo que la primera y fue elaborada para la ciudad natal del artista, Paredes de Nava. Esta Última Cena que conserva elementos del Gótico, resulta más renacentista de lo que aparentemente uno podría pensar. La perspectiva es estupenda y le da una enorme solemnidad a la obra. Cristo se apoya de una forma que puede resultar hasta graciosa en San Juan Evangelista. La tradición dice que San Juan que es el más joven de los discípulos de Cristo y el que se recuesta sobre el pecho de él en la Última Cena, pero de alguna forma parece que el pobre Juan  sirva de posabrazos. A los pies presumiblemente estaría María Magdalena intentando tocar los pies de Cristo. Junto a la figura central podemos ver a Judas que va a coger pan del plato de Jesús, hecho que lo delata (Juan 13:18). La tipografía de los nombres escritos aún es gótica y todas las emociones de los personajes siguen el patrón visto hasta ahora, pero la fluidez de gestos con las manos, rompe lo que que las caras no dicen, señalándose y buscando un culpable a la traición.

La Última Cena (1495-1500) LACMA, Los Angeles

La última pieza que quiero destacar y la que realmente despunta hacia el Renacimiento puro es Las Puertas de Altar con la Vida de Santa Catalina de sobre 1500. Esta creación presente en el MNAC en Barcelona, realmente sería una de las grandes pinturas del Renacimiento en España, según mi humilde parecer como historiador del arte. Sería como un auténtico disparo de salida del movimiento en la zona hispánica ya que coincide con el inicio del siglo plenamente renacentista en la Corona y además es el resultado entre años de jugueteo entre el Gótico y el ya nombradísimo Renacimiento por parte de Berruguete. Esta obra procedente de la Iglésia de San Salvador de Toledo estaba situada en la capilla funeraria de Fernando Álvarez de Toledo, que fue el duque de Alba que había en el siglo XVI. Este personaje era persona de muy alta confianza para los reyes Carlos I y su hijo Felipe II, llegando a ser gobernador de Milán. Por lo tanto, podemos entender que esta importante obra estuviera situada en tal capilla.

Puertas de Altar con la Vida de Santa Catalina (s.1500) MNAC, Barcelona







































Santa Catalina o Catalina de Alejandria fue una santa mártir que vivió entre los siglos III i IV y que fue ligada a los filósofos, prisioneros, estudiantes y a todos los oficios de la rueda, debido a su tortura y muerte en ella. Eso último nos podría dar una pista del comitente original de la obra, pero de nuevo os debo advertir que no hay suficientes datos. Si nos ponemos a analizar la calidad técnica de la obra, destaca por la recreación de los cuerpos, los espacios, las edificaciones y su viva paleta de colores. Realmente con estas escenas si que podemos sentir una especie de nexo espiritual con el Renacimiento italiano y no se puede negar su belleza y su mimo por dotar a las escenas de muchos detalles y personajes que convierten a las que serían meras escenas referenciales, en sucesos públicos y muy equiparados a la vida de Cristo y la Virgen y si no ¿porqué poner una visitación de los reyes como primera escena?

Como conclusión a todo este artículo de recopilación de datos y selección de obras, debo decir que Berruguete no se presenta como un artista tan conocido como otros artistas españoles debido a que existen otras etapas más brillantes para el arte español que el Renacimiento. Pero eso no quita que debamos incorporar a nuestra cultura popular ciertos artistas que hicieron méritos y le dieron un buen nombre a la expresión artística de su tiempo. Por la documentación se sabe que el artista moriría antes de 1504, especulándose mucho sobre 1503. Su hijo Alonso Berruguete seguiría el legado artístico de su padre aunque en otra disciplina dejando una saga familiar digna de ser estudiada. Finalmente, el subtitulo del artículo: un innovador despidiéndose del Gótico; hace referencia a la idea de un artista que gracias a sus inquietudes supo convertirse en un representante de la modernización del arte castellano de su tiempo y que aún así tubo la oportunidad de dar algunas de las últimas pinceladas de un mundo gótico que tan ligado estuvo en la Península Ibérica.

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