miércoles, 4 de febrero de 2015

Crítica de Música Clásica: L'Estro Armonico de Vivaldi (1711)

¿Se puede analizar la Música Clásica? Algunos seguramente querrán venir a por mi a partirme los dientes y a decirme algo así como: "Esta música se analiza sola, los años se han encargado de eso". Pero si fuera así, las personas más jóvenes no nos atreveríamos a acercarnos a valorar que supone para nosotros una música que fue hecha hace más de 300 años por el simple hecho de ser poco más que un mito inalcanzable con las puntas de los dedos de los ahora presentes en este mundo. Esto no es una tragedia griega, ni hay seres superiores, solo arte para valorar y por eso estamos los críticos, para valorar y transmitir cultura a los muchos interesados que existís. Entonces, la tarea difícil está en ir más allá del mito y encontrarse cara a cara con la música como si fuera de un artista más, aunque de sobras sepamos que estamos hablando de uno de los muy grandes.

Además existe otro gran problema que para muchos hace que analizar esta música pueda generar debate y controversia, el hecho de que no existe una grabación hecha por el propio creador de la obra. Eso desemboca en que existen muchas versiones con diferentes matices sueltas por el mar discográfico ¿pero cual es la buena? Eso se descubre a través de escuchar la misma pieza interpretada por diferentes orquestas y quedándose con la que más nos llene y ahí si que interviene mi subjetividad. Por mi parte, he decidido tomar esta versión de Fabio Biondi que recoge la gracia que para mi siempre ha destacado la música del compositor veneciano. Como la obra es más amplia que un disco normal y corriente, he preferido hacer referencias de diferentes partes que considere el cenit.

Es decir, que mi crítica estará hecha desde una escucha completa de la obra pero sintetizando aquellos momentos que más me hablan de ese sonido destacable que percibo. Pero antes que eso debo presentar la figura de Antonio Vivaldi (1678-1741), un destacadísimo compositor de música barroca, que destacaba por sus conciertos. Por la importancia que llegó a tomar su figura por Europa en su época, podemos decir que influyó sonoramente a músicos como Johann Sebastian Bach o Händel. Posteriormente Bach y sus hijos influenciarían a la siguiente generación, Haydn y este a Beethoven (que influenció hasta al butanero). Por lo tanto, directa o indirectamente el sonido del italiano siguió su desarrollo a lo largo del siglo XVIII i XIX. Todo un logro como músico, viendo la fugacidad actual de las modas.


Nacido en Venecia, acabaría sus días en Viena después de haber recorrido Europa realizando conciertos. Su vida fue bastante ajetreada aún siendo una persona de carácter enfermizo y padecer asma. Pero por ahora no iremos tan lejos, más bien retrocederemos a sus inicios, a su tercera obra, la que hoy trataremos. El joven Vivaldi en sus primeros años estaba haciéndose una carrera dentro de la iglesia y como músico, pero su problema asmático le alejó del sacerdocio que había conseguido en 1703. Viendo las dificultades que tendría, se pasaría a profesor de violín en una escuela de chicas huérfanas, el Pio Ospedalle della Carità, que por proximidad y confianza acabarían siendo las que darían muchas de las premiers  de sus obras (primera actuación).

Entre 1703 i 1711 dentro de la escuela se labraría un renombre haciendo varias obras de gran consideración para sus contemporáneos. La que hoy vemos, podemos considerarla como el fruto que nació de los vaivenes de aquella época primeriza. Antes de entrar en materia debo destacar lo que considero que marca el estilo de Vivaldi, una música de temperamento y belleza en la que el violín aprendido de mano de su padre, sabe destacar de manera solista. Este esta lleno de florituras (notas rápidas agudas, como si fueran pájaros) i toques dramáticos (que son mas graves o intermedias). Lo que más destaca en sus creaciones es que suena como si la naturaleza creciera ante nuestros ojos, hay músicos que te hacen un muro de sonido muy potente (Wagner o Richard Strauss). Vivaldi es más de adornar un jardín abierto.

Este compilado hecho en 1711 representa todo un conjunto de conciertos en los que el tema armónico son la base y filosofía. Porqué Vivaldi era un tipo con un carácter muy difícil y no paraba de tener idas y venidas con la iglesia que siempre se había relacionado. Sus creaciones nacían de un hombre que iba mucho a su aire (y a veces le faltaba... vale, chiste malo) pero que usaba la "casa del señor" como su centro de operaciones e inspiración. Podemos decir que Vivaldi hacía música de categoría y la consumía gente de categoría, pero en verdad, ese mensaje era más para sus operas más llenas de personajes ricos o imperiales, en sus conciertos como veremos era más naturalista y preciosista muy probablemente haciendo referencia a la obra de Diós. (¡Sii el Zeus de los que son cristianos!)

Vivaldi - L'Estro Armonico (1711) Interpretado en 1998


Biondi decide empezar por el Concierto No. 2 en Sol menor, que le da una entrada más suave a la pieza que si empezáramos por el primero que es más rápido y virtuoso. El adaggio e spiccato por el que comienza le da un toque muy dramático y punzante, sobretodo porqué la música tocada con instrumentos de cuerda como el violín o el cello si se toca de este modo queda reforzado el efecto violento. Luego con el allegro es cuando sale la vena virtuosa de Vivaldi en la que fluye ese carácter cortesano y natural ya que Vivaldi no es un músico plano para tener de fondo, sabe captar la atención del oyente con detallitos.

El larghetto es una música con un poco de reminiscencia a lo que después se consideraria vals, pero se va pausando y repitiendo con notas fuertes y matices que aunque son dos notas sueltas dan una sensación delicada. Entonces cuando vuelve el allegro me lo tomo con más ilusión, como cuando a un cani le ponen su música máquina hardcore con toques de reguetón, pero en mi caso diciendo cosas como: "Sírvame una taza de te y unas pastas Jean Paul (mi mayordomo imaginario que al final acabo siendo yo preparándome un café y cogiendo "cocholate" negro), que hoy me siento emocionado". 

El Concierto No. 1 en Re Mayor, está genialmente colocado en segunda posición porqué sabe mantenerte la emoción un rato más en sus primeros compases con los violines haciendo piruetas como un avión acrobático. Esta melodía es más cortesana, pero la sabe hacer más grande y bonita que una simple pieza para dar ambiente. En el largo e spiccato, nos ponemos más serios y sale una vertiente más emocional y contenida de artificios. Pero dura poco y regresa a las formas coloristas y potentes de la primera sección del concierto. Y es que a Vivaldi le iba la marcha, porqué los allegro y los presto son tónica habitual en sus conciertos, muy seguramente porqué es donde desplegaba su maestría.

Algo más trotante y rítmico me suena el Concierto No. 6 en La menor, pero en verdad agradezco que varíe un poco la manera de mostrar su pulso al violín. En el largo, la parte de cuerda que da fondo a los violines solistas añade una niebla espesa musical mágica que me hace pensar en historias de magos y sus hechizos en el bosque. Lo que ocurre es que cuando da el cambio al presto, se pierde un pelín del aura tan mística que se había conseguido. Lo bueno, es que cuando llevas poco del disco y ya has escuchado antes las Cuatro Estaciones (1720-1725), por poner un ejemplo que a todos nos suena, pues identificamos el estilo de su violín o bueno, almenos las formas en las que compone para él.

¿Porqué narices el inicio del Concierto No. 5 en La Mayor me suena un poco a D'Artacan y los Tres Mosqueperros? Ya se, es muy posterior y tal vez mi camello me ha comenzado a pasar unos alucinógenos más malos, cosas de la vida, pero esas notas del segundo 11 me han tocado un botón mental que me ha trasladado a mi infancia. Después de eso volvemos a la música que es a lo que hemos vendido (Eran uno, dos y tres los famosos mosque...). Por suerte, la segunda parte de la composición es muuy tranquila y puedo relajar mi mente y dejarme ensoñar un poco. Cuando vuelve la parte alegre, noto lo bien que sabe jugar con los dos violines como si fuera un duelo de moscardones en algún momento puntual.



¡Ohh si! Acompañemos esta crítica de alguna imagen típica (tipiquísima) que acompañe el particular Concierto No. 4 en Mi menor, que haga referencia a como suena Vivaldi, al fluir de la naturaleza. Todas sus aceleraciones que luego veremos en piezas como la Primavera, se pueden escuchar aquí menos engrandecidas y me remiten al desbocar del agua y como zigzaguea con fluidez entre los meandros de un rio pequeño, más íntimo y escondido. Pero después de un río pequeño, se ensancha más en el espacio imaginario y gota a gota el río avanza en el Concerto No. 3 en Sol Mayor y por algunos momentos parece que a su lado tiene un palacio de gente noble celebrando sus fiestas al sol. Lo mejor es que cuando llega el movimiento largo, es como si entráramos en el palacio de ensueño vestidos de gala y la realidad, es que la música cuando quiere sabe trasladar a un ambiente muy noble.

La parte final del concierto apreta un poco más y nos muestra un tema tratado de manera más redundante. Se mezcla el violín fluido con los adornos punzantes. Y aquí llega probablemente la parte que más conocía y que más cariño le guardo de L'Estro Armonico, el Concierto No. 8 en La menor. Creo sin miedo a equivocarme, que es una de las creaciones más evocadoras del músico barroco, Sus partes ligeras son un poco más lentas y a la vez, las partes más lentas son sentimentales, nostálgicas hasta llegar a la solemnidad al final del larghetto e spiritoso. El segundo allegro me parece tan distinto a lo visto hasta ahora a la hora de afrontarlo... És técnico, muy trabajado y grandilocuente; sorprende, se apaga y vuelve. Hay un pequeño campaneo que le da sutileza, como estrellas pequeñas y brillantes colgando de una fachada por Navidad, luego tres estocadas y ¡ale! Genialidad.

El Concierto No. 7 en Fa Mayor también es de los que sienta cátedra. De buen comienzo es elegante y majestuoso, estira las notas lánguidamente y se encapricha como si fueran los créditos al final de una película cayendo sobre un protagonista moribundo. Pero cuando remonta el vuelo, la pieza se presenta como algo clásico y épico. Todo coge un tinte aventurero, como esas historias de galanes espadachines que esquivan los sablazos de los maridos celosos. Y de nuevo, volvemos al tema del adagio, que nos enseña durante unos segundos la cara oscura de la melodía, pero poco dura hasta que de nuevo aparece el allegro, que culmina la alegría que hemos visto a mitad de tema. El conjunto suena como si nos contaran una historieta breve; muy, muy recomendable.

Seguramente la pieza más ingeniosa que ideó Vivaldi era el Concierto No. 11. Dentro de lo dinámica que es la composición y a la vez agradable, le noto un poco de tensión por la zona más grave. No es para nada, tan vitalista como los dos conciertos anteriores de L'Estro y es genial ver esta variedad de tonos en un disco. Y es que seamos sinceros, aunque todos los conciertos se nos muestren bajo el nombre de Estro Armonico, en verdad esto nos sirve de recopilatorio de su obra en 1711 y no nos engañemos, para Vivaldi, este año estuvo entre sus mejores y más trascendentales para su carrera. Mirad el Concierto No. 9 de Violín en Re Mayor, podría coger casi cualquier canción actual y mandarla en cohete al infierno de la mediocridad.

Estoy con ganas de ir a Cuanta Razón y poner uno de esos carteles con una foto de Vivaldi poniendo algo así como: We have a new Cop in the City, bitch! Porqué tiene bemoles que un sólo año cojas y te despaches un concierto tras otro con un caracter tan dinámico, floral, divertido y tenso, vitalista pero nostálgico, que suena al mundo de la corte pero que la abandona para ir a la naturaleza para interpretarla a través de notas y armonías. Los dos últimos conciertos mostrados, el 10 en Si menor y el 12 en Mi Mayor, me parecen dos obras de manual puras y duras; quedándome con la segunda por su brillantez pero a la vez porqué en sus momentos de pausa sabe tocar la fibra.

Lo admito, hay momentos más sublimes en L'Estro Armonico y otros que son más el prototípicos del concepto que tenemos de Vivaldi. Igualmente en ningún momento este conjunto decae por debajo de lo muy destacable y cuando quiere sabe acariciar la perfección, entonces yo me siento encantado de la vida dedicando un trabajo más denso de análisis a una música que aún tiene que crecer mucho más en mi. Tal vez me venga un especialista de Vivaldi a replicar el vocabulario que he usado o que no he hecho suficientes referencias cultas o no he hecho referencias a términos cultos para las cosas... ¡¡Fuck the Police!! Aquí se viene a leer a un tio que habla de forma comprometida y con un criterio muy recto, si no te gusta vete a Pitchfork a que un gafapasta le ponga un 9 a un disco de pitidos.

Nota: 9

No hay comentarios:

Publicar un comentario