jueves, 19 de febrero de 2015

Crítica: Blind Rage de Accept (2014)

Existen muchos discos clásicos de Accept que merece la pena analizar, ya que estamos ante una banda con suficiente legado como para dejar en pañales a grandes formaciones actuales. Incluso lo hace con bandas clásicas que actualmente se dedican a hacer giras interminables sin sacar nada nuevo a la palestra (¡ejem, Metallica!). Pero creo que en la labor de hacer críticas constructivas sobre música, es imprescindible no sólo manosear las grandes estatuas clásicas que millones de personas ya han tocado, sino también dar espacio a las novedades de estos artistas. Como a todo buen deportista, hace falta que evaluemos el estado de forma en el que están las bandas y ver si su destino es autohomenajearse o seguir adelante con la cabeza bien alta y sorprendiendo a su público.

Pues bien, con toda seguridad en mis palabras puedo decir y digo que Accept es de esos combos musicales tocados por las musas. Estos alemanes han sido lo suficientemente trabajadores como para vivir una segunda juventud y firmar discos en la actualidad que bien se podrían tildar de su segunda etapa clásica. Lo mejor y a la vez lo peor es que estamos hablando de unos hombres ya maduros (de unos 50 y pico tacos) y lo digo sin prejuicios. Que tengan que venir unos veteranos con más de 30 años de carrera discográfica a sacar las castañas del fuego ante toda una tropa de bandas metaleras, que en muchos casos son más jovenes que ellos, es de elogiar. Pero a la vez una señal negativa de que músicos legendarios se han quedado bastante estancados.

¿Y que han hecho estos Accept que es tan destacable? Bien, estamos hablando de una banda que permaneció inactiva discográficamente desde 1996 con Predator hasta 2010 cuando iniciarían su nuevo periplo con el cantante Mark Tornillo. Eso suponía dejar atrás a un frontman clásico como Udo Dirkschneider con quien habían firmado sus mejores obras y seguir adelante intentando mantener la magia del pasado. De ese movimiento se publicó Blood of the Nations (2010) que como poco fue una sorpresa muy positiva y de el que nacieron algunos de sus clásicos modernos, con temas como Teutonic Terror, Pandemic, Beat the Bastards o la que da nombre al disco. Aún es un disco muy cercano, pero con los años tengo claro que será considerado una joya en su discografía y un punto de inflexión para los que creían que Accept era una banda del pasado.


En 2012 siguieron en la cresta de la ola con Stalingrad y menuda continuación se pegaron. De nuevo un disco potente, ágil y lleno de riffs destacables. Porque siempre ha sido la base de la materia prima de este grupo: los riffs memorables y los coros militares. Flash to Bang Time, Hung, Drawn and Quartered o la propia Stalingrad demostraron que el disco anterior no era un espejismo sino el punto de partida de una nueva etapa, de un renacimiento. En ese proceso es inevitable hablar de Wolf Hofmann (guitarrista lider) y Peter Baltes (bajista), integrantes de la banda desde los años 70 y que han sido desde su entrada los cabecillas en la composición de las canciones. Además han demostrado saber evolucionar con los años, sonando clásicos pero sin quedarse pasados de moda.

Hasta hace semanas, estos tres músicos se acompañaban de Herman Frank en la guitarra rítmica y Stefan Schwarzmann en la batería. En las labores de producción han contado con Andy Sneap (que ha trabajado con bandas como Megadeth) y que a lo largo de esta nueva etapa ha ayudado a solidificar su sonido. Suma los ingredientes y haciendo matemáticas te sale un disco cada dos años; o sea que 2014 iba acompañado de nuevo disco, Blind Rage. Previamente a su salida, Wolfmann dijo en repetidas ocasiones que ellos no se moverían de su sonido clásico. Y siempre tengo la idea en la cabeza que en esto de la música si te mantienes en un estilo, que sea porqué te apasiona de corazón, no por los fans ya que lo quieras o no tu música lo acaba pagando. Por suerte nuestra, creo que estos teutones son los más aficionados a su propio estilo.

Accept - Stampede (2014)


Por esa razón, cuando unos meses antes de la publicación del disco sacaron Stampede el público se ilusionó. Una potente canción con toques de speed y thrash metal y con un Mark Tornillo muy portentoso. El solo de guitarra se presenta con los esquemas típicos de la banda: épico y melódico. Pero la cúspide para mi son los últimos segundos de Mark Tornillo ¿como se lo hace para pegar estos berridos a su edad? Es brutal a los agudos que llega este hombre. Esta, claramente cierra como una de las mejores canciones del disco y un nuevo himno para la banda. Pero como ha quedado demostrado, también para los conciertos, ya que en el concierto en Razzmatazz (Barcelona) del otoño pasado resulto ser un muy buen opener.

Pero la que considero la gran pieza del disco es Dying Breed que melódicamente es sublime. El riff me remite mucho a los Judas Priest de los 80 mezclados con la fórmula Accept de toda la vida. La letra es todo un juego de palabras sobre sus referentes musicales. Estos tíos componen con ganas y se nota; son los primeros en hablar de su estilo musical como un dogma de fe y en ponerle unos coros acojonantes de fondo para que todo el mundo se entere. El solo neoclásico encumbra la pieza y ¡oye! ya llevan dos clásicos así sin comerlo ni beberlo para estrenar el disco. Entonces entra Dark Side of My Heart y con ella revivimos ese metal con toques más accesibles que elaboraban en la época de Metal Heart (1985) como Screaming for a Love Bite.

Accept - Dark Side of My Heart (Saban Theater, 2014)


Ciertamente, Wolfmann había advertido que veríamos más diversidad dentro de los ideales que trabajaron en los 80 y no se equivocaba en absoluto. Ojalá el sonido de la batería fuera con ese tambor acarpetado de los discos clásicos, tenía un encanto especial. Pero con Fall of the Empire entramos en un relativo bajón. Relativo porqué a muchos ya les gustaría parir canciones con esta fuerza y estos cambios de riff tan bien tratados. Sus partes más melódicas evocan a himnos militares y las más potentes y secas nos traen un sonido wagneriano de muy buen nivel. Trail of Tears también forma parte de lo "menos convincente" del disco. Tiene mucho de canción de la primera etapa del thrash metal, pero con tanta velocidad pierde un poco del espiritu hímnico que se le podría dar. Aún así me resulta entretenida y el solo es corto, pero intenso.

Wanna Be Free es la balada del disco, que abre con unas guitarras más limpias. Esta es la más floja de las tonadas del disco. Lo se,Scorpions también se marcaba sus baladas, pero es que esas estaban tan bien buscadas y la producción era tan acertada que, esta en comparación se queda un poco atrás. Y es que realmente hasta el minuto 4 no despunta demasiado. Digamos que el break que hace le suma un par de decimas. Por suerte, hasta aquí dura lo menos bueno y vuelven a subir revoluciones con 200 Years, una canción postapocalíptica en la que la humanidad ya no habita la tierra. Sus bazas son un riff con aroma retro y un estribillo compacto como una roca. La hacha de Wolfmann pone orden con un notable solo, mientras Herman Frank hace una guitarra doblada a ratos y marca el ritmo.

Accept - 200 Years (Montaje en vivo, 2014)


Llegamos a otra canción que suena mucho a los nuevos Accept, Bloodbath Mastermind. Una composición muy pareja a lo que hicieron en Blood of the Nations, con un ritmo constante y acelerado. Es como una nueva forma de hacer épica, con una guitarra con mucho cuerpo y una batería de fondo con mucho latido. Por eso, aunque no lo haya nombrado hasta ahora, el trabajo en los parches de Schwarzmann sabe darle mucha cuadratura y pulso a unas canciones ya de por si peleonas, por eso es tan consistente. Pero para que mentir, una cosa que no me acaba de gustar del disco son las entradas acústicas y las baladillas como From the Ashes We Rise. Se que no todos estareis de acuerdo conmigo, pero de nuevo os digo, no es porqué sean baladas, más bien es que siendo buenas ideas podrían ser más antológicas. Eso no quita que en algún momento mi cabeza haga una pequeña afirmación pensando: ¡Esto no está mal!

Tramo final del disco en el que se acabará de decidir si esta nueva aventura de Accept nos sigue manteniendo eufóricos con su estado de forma. The Curse, en la oreja se me hace una mezcla de Holy Diver de Dio. No es nada especialmente malo, pero a la canción le cuesta un poco arrancar y cuando parece que podría estallar sale: It's the Curse of been Good, the Curse of doing Right... Mmm, me genera una pequeña mueca en la cara. Pero como en todas las canciones mas debiluchas del disco, Wolf Hoffmann salva los muebles con sus escalas tan emocionales con la guitarra. Todo acaba con Final Journey, que empieza tan bien como cualquiera de los discos nuevos de Accept. Pero alerta si le dejas que avance va creciendo hasta niveles realmente elevados y tocando las nubes en esa referencia a La Mañana de Edvard Grieg.

Accept - Final Journey (Video con letra, 2014)


Y con este ya tenemos 3 discos que realmente nos meten de pleno en una nueva etapa clásica de esta veterana banda. Tal vez este es el disco más flojo de los nuevos, pero sin dudarlo con material así me siguen manteniendo a la espera de que será lo próximo. Eso si, desgraciadamente con dos miembros diferentes porqué Frank y Schwarzmann hace unas semanas decidieron abandonar amistosamente la banda para embarcarse en otros proyectos diferentes. Creo que Blind Rage es un híbrido en lo que a calidad se refiere entre Metal Heart y Russian Roulette (1986). Eso es una buena señal y si es por mi que sigan haciendo la música en la que tanto creen por años y años.

Nota: 8,3

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