jueves, 12 de febrero de 2015

Crítica clásica: ...And Justice for All de Metallica (1988)

Hará 7 años que un disco me dejaría tan cautivado y enamorado de su denso, rápido y furioso sonido que no sólo me acercó a una banda sino a todo un género, el heavy metal. Y dejémonos de chuminadas, este disco del que hablo me hizo entrar tal vez por las puertas del Olimpo a un magnífico campo inexplorado para mi. Lo que no me hacía a la idea con 15 años es que la banda que estaba escuchando era una de aquellas que habían sabido tocar la tecla correcta en el momento idóneo y que se situaban como la primera línea de fuego que aseguraba la victoria en cualquier guerra.

Lo otro que no sabía y que tal vez me desilusionó es que aquel joven y vigoroso soldado que en su momento había destronado a grandes reyes (Ozzy Osbourne) y que se igualaba a los más nobles gentilhombres del reino (Judas Priest, Iron Maiden) a día de hoy era tomado por perro viejo, desgastado y desganado. Pero quise saber de su leyenda tan llena de epicidad, drama y sobretodo mucha música. Este caballero en realidad era una banda de cuatro chavales muy fervientes de energía que se hacían llamar Metallica. Sus mayores gestas se retiran ya casi 30 años en el tiempo, en aquellos lejanos (pero a la vez mas cercanos de lo que creemos) años 80.

Por su seno pasaron grandes nombres dentro de su estilo que luego también probarían de hacer sus gestas fuera de esta banda, sir Dave Mustaine (el hombre que toca la motosierra rítmica de Megadeth) o sir Jason Newsted (el hombre del bajo que corea como los espartanos). Eso si, si queremos saber el origen tenemos que mirar a un par de chavales que en su tiempo lucían una melena larga y alborotada, un danés y un estadounidense, Lars Ulrich (baterista) y James Hetfield (aceptable cantante, muy buen guitarrista). Ellos dos se encontraron a través de un anuncio colgado por el danés en una revista en 1981 y ¡pam! pura química de la que nacieron las primeras canciones para el que a la larga sería su primer disco Kill Em All (1983), un disco crudo, rápido y revolucionario.

Para ese tiempo tenían a su lado a un guitarrista solista muy solvente, Kirk Hammett y un bajista ciertamente dotado del que su sombra alargada generaría todo un mito, Cliff Burton. Ellos cuatro elaborarían música heavy, pero que bebía del punk y del New Wave of British Heavy Metal (Iron Maiden, Motörhead, Diamond Head). Distorsionada, rápida, técnica y visceral (almenos para su época) su música junto a otras bandas como Megadeth, Anthrax, Testament o Slayer formaría un subgénero llamado thrash metal. Con unas bases bien establecidas, se encaminaron en su segundo disco Ride the Lightning (1984) que les haría evolucionar a un sonido más épico y feroz. Sus obras se acercaban a sus admirados Maiden o Priest, su leyenda ya tenía dos grandes gestas.

Pero fue la tercera la que realmente dejó el mundo del metal patas arriba, Master of Puppets (1986). Ese disco les hizo pasar de ser los tíos rechazados de la escena musical de Los Angeles a los nuevos referentes de la música extrema de su tiempo. Daba igual si en los posters el cabeza de cartel de un festival era otro, ellos pasaban a ser los líderes absolutos en las mentes de los asistentes entre 1986 y 1987. A día de hoy considerado uno de los mejores discos del género por su dureza, épica, letras i musicalidad. Pero entonces en la gira de este disco la desgracia recayó sobre ellos ya que en un accidente de su bus de gira en 1986 moriría Cliff Burton, que en gran parte había sido ideólogo de su última obra maestra. A partir de ahí ¿como plantearse la nueva vida como banda?¿Seguir o dejarlo?

Jason Newsted, James Hetfield, Lars Ulrich y Kirk Hammett. Los "Four Horsemen"
decidieron seguir adelante con el legado de la banda.
Gracias al apoyo de los padres de Burton decidieron seguir y encontrar a un nuevo bajista para tirar adelante con su carrera musical. De ahí salió un chaval que era un auténtico fan de Metallica, Jason Newsted que venía de una banda llamada Flotsam and Jetsam. Un chico que sufriría mucho por ser el nuevo, incluso cuando llevara más de diez años como miembro de la banda. Grabarían unas covers para poner a prueba la aceptación del nuevo y publicarían un EP con ellas. Todo parecía seguir su curso normal y parecía ya el momento idóneo para hacer su cuarta aventura. En ella pusieron toda su rabia y frustración hacia el mundo después de la desaparición de su amigo. Y tal vez con esa idea en mente se exprimieron hasta dar el máximo de sus capacidades técnicas...

La producción del disco

El encargado de producir el disco tenía que ser Mike Clink, que ya había producido el Appetite for Destruction (1987) de Guns N' Roses. El proyecto fue un fracaso y se puso a los mandos Flemming Rasmussen, que ya había producido los dos anteriores discos de la banda. Este le daría una vuelta de tuerca a lo visto anteriormente haciendo un disco más frío, denso y oscuro. Lo que ocurre es que desde el momento de su publicación el disco quedó envuelto de polémica en este apartado y ahora os desvelaré porqué. Pero por esa razón he abierto este apartado en la crítica, porqué después de años de escuchar el disco y de leer las diferentes opiniones que se han formulado sobre el, es hora de que haciendo un análisis ambicioso aporte mi visión de los hechos.

¿La producción del disco es buena? La respuesta corta es si. La respuesta larga es: Claro, el disco consigue tener una sonoridad particular sin perder la identidad de Metallica. La parte de guitarras es ciertamente gruesa y sabe transmitir una sensación de algo que avanza como un tanque pero que corta como cuchillos. Eso se debe a que se grabaron muchas pistas de guitarra haciéndose coro y con los graves muy subidos. Es lo más parecido a un cuchillo jamonero, una gran arma para hacer un trabajo bien fino. Lo mismo ocurre con la batería que brilla con luz propia y tan es este el caso, que muchas veces se considera el mejor disco para Lars Ulrich.Y es que lo debo admitir, las partes de batería son bastante originales pero mucho de su merito va reforzado por la producción de Rasmussen que supo captar los matices que el danés se sacaba de la chistera.

¿La producción del disco es perfecta? La respuesta esta vez es un no. Y la respuesta larga: Ni hablar del peluquín ya que, aquí viene la polémica, se escucha poquísimo el bajo. Tal vez como una señal de duelo por la pérdida de Cliff Burton... tal vez demasiadas pistas de guitarra comiéndose la frecuencia del bajo. A día de hoy corren versiones del disco con el añadido del bajo muy subido. Al principio el experimento mola, pero luego acaba siendo como un moscardón que no te deja dormir en paz o en este caso se come las guitarras rítmicas. Posiciones extremas contra la guitarra rítmica o contra el bajo, este ha sido el debate de los últimos 27 años que como una gripe mal curada aparece con cada soplo de este disco. 

Pero esta producción acaba siendo un sello de identidad de este disco y aunque ciertas cosas las hace de manera nefasta te acaba diciendo lo que te quiere decir: R.I.P. Cliff Burton, guardaremos un disco de silencio por ti. Las guitarras suenan densas i fuertes para ahogar la pena y la voz de Hetfield se presenta más descarriada porqué así se sentía. Entonces con esto ya tenemos todos los ingredientes, lo que hace falta ver es como se desenvolvió todo este catálogo de ideas tan argumentadas, porqué claro si me pongo ambicioso haciendo esta crítica por algo será ¿cierto?...

El disco

Todo empieza con una melodía amenazante que pone los pelos de punta, que aclimata, que prepara para un auténtico bombazo que está por llegar. Este se llama Blackened y te clava primero un puñetazo y luego te mete en su turbina de riff musculoso y doble bombo. La canción tiene un trote enfermizo y furioso, aquí no hay épica, sólo el duro suelo contra el que te estampa. A los 2 minutos cambio y es que advertencia este disco tiene aires de metal progresivo lo que a diferencia de lo que os había dicho de Dream Theater (zonas cálidas y zonas frías), este disco es pura roca maciza, riff tras riff. Lo otro interesante es el solo de guitarra, muy enloquecido y lleno de puntas abiertas. Esto o pone palote al oyente o lo deja en la cuneta. Mezclado esto con la letra que hace referencia a la Tierra podrida por la contaminación nos da como resultado una de las mejores canciones de abertura de su carrera.

Metallica - Blackened (Live in Seattle, 1989)


Segunda canción, la homónima del disco. ...And Justice for All, que no es un paseo por el campo te endosa sin preparación de ningún tipo una canción de 10 minutos de acordes cuadrados y que para los no iniciados, se las ve y las toma con tu paciencia. Lo que ocurre es que con las escuchas se le pilla cariño, porqué tiene muchos cojones. Y si, lo se hoy estoy hablando especialmente mal pero es que me dejo conquistar por el espiritu del disco, ya que es como una película de Tarantino, crudo y a la espinilla. Y otro término que os puede servir para este disco es monolítico. Es extraño porque en verdad un disco progresivo tiene que ser como una roca con incrustaciones de minerales y lleno de destellos, pero en verdad es progresivo de una forma diferente.

Por decirlo de una forma si escuchas Eye of the Beholder, notarás como un trote cochinero invade tus cascos o altavoces y evidentemente tu pie y cabezón de metalero. Todo parece muy cuadrado pero de golpe la batería se saca un truco inofensivo y luego otro que juguetea con el tempo. Además el tono tan absolutamente serio de las canciones y los solos de guitarra tan particulares que suenan nos hacen pensar en una especie de metal vanguardista. Un metal que contrapone riffs densos para hacer tiempo y contratiempo de si mismo. La parte psicológica está presente y estamos ante una música muy consciente de la libertad aparente, que en realidad es un mundo cerrado en el que debemos reprimirnos y acatar sin rechistar.

Otra vertiente de esta banda son las "baladas", muy entre comillas que hacía Metallica en los 80. One es el ejemplo perfecto de ello; de una melodía presuntamente más dulce pero que por trasfondo y evolución sabe ser metal. Es decir, que realmente estás asistiendo a un modelo de balada que define el dolor, la rabia y la desesperación. Inspirada en la película de Dalton Trumbo, Johnny Cogió su Fusil (1971), que habla de un chico que queda desmembrado y sin sentidos debido a una explosión. Lo único que queda vivo de el es la consciencia que lastrada de expresión, sólo desea morir. Lo más impactante es como las guitarras y la batería toman de forma sonora de fúsil ametrallando y finalmente el solo de guitarra es como una explosión de dolor. Una de las mejores canciones de la banda.

Metallica - One (1988)

Pero el disco después de explotar emocionalmente, se vuelve a encerrar en si mismo y sigue con los ritmos duros, de acordes que son como ladrillos en The Shortest Straw. Retumba como si fuera un baile primitivo, encima su guitarra tan sucia y chirriante le da un sonido enigmático, diferente e innovador en la discografía de estos tíos. Hetfield escupe la letra con una voz muy rascada que tiene más carácter que virtuosismo. Esa era la puta gracia de este cantante en los primeros discos, su carácter arenoso de voz y cabreado de pose. La pena y un día os lo descubriré es que con el tiempo se convirtió en una caricatura de si mismo. Por eso cuando escucho este disco, lo degusto como una tableta de chocolate de 99% con un buen café. Lo consume mucha gente, pero entenderlo y saborearlo no tanta.

Con un riff machacón nace la perversa melodía de Harvester of Sorrow, otra de las grandes canciones de este disco. La batería parece hacer una invocación a través de ritmos que tienen algo como ritualístico. Se ha especulado si la letra trata sobre el aborto, los esclavistas o sobre el padre alcohólico del cantante. Otra medalla en este disco la debo poner a Kirk Hammett, que sin duda dotó de una expresividad antológica a su guitarra. Hasta ese momento sus solos eran veloces y más melódicos, pero aquí van un paso más para allá convirtiéndose en frascos de almas en pena y que desprenden agonía y desesperación. Lo poco que dura el solo de esta canción siempre me pone los pelos de punta, absolutamente increible.

Metallica - Harvester of Sorrow (Aeródromo Tushino/Monsters of Rock, 1991)


A partir de este punto empieza la parte más puramente progresiva del disco. La primera, The Frayed Ends of Sanity, es la que mejor absorbe este espíritu. La intro esta bien rellena de toques sorpresa y artificios en la batería. Su melodía es muy dinámica y cambiante, a la vez; tiene un pequeño toque perturbador. No es como el black metal, pero es el equivalente a ver a una persona con una mirada rara. En el minuto 4 se produce un cambio rítmico para quitarse el sombrero y este va seguido de un solo que encumbra el concepto abstracto y doloroso de los solos que hay en este disco. Admiro lo enfocadísima que estaba la banda con sus objetivos sonoros. Si querían sonar siniestros y fríos, lo sabían transmitir a todo el álbum sin repetirse. Por desgracia, Metallica no ha decidido tocar esta canción integramente hasta 26 años después de su creación.

La siguiente más de lo mismo, otra gran olvidada del catálogo de esta banda hasta hace 4 días. To Live is to Die, es la canción instrumental del disco y sigue los principios del mismo: densidad, cambio y pesadumbre. El primer solo de guitarra me deja traspuesto de lo elaborado y dramático que es. Luego entra la parte más relajada y sinfónica para posteriormente aparecer un segundo solo mucho más apagado. Y en medio de la melodía unos rezos de Hetfield a la memoria de Burton. Vuelve la parte más dura de la canción y se desvanece luego con la entrada acústica que nos la abría. Entonces es cuando se nos corta de cuajo el royo cuando entra la siguiente canción, Dyers Eve. Esta canción que habla sobre el aborto, es de las más rápidas y feroces del catálogo de la banda. Su espíritu es progresivo, primitivo y como siempre que las guitarras van rápido digo: Esto es una puta motosierra en marcha suelta. Genialidad, sin más.

La estructura Rasmussen

¡Ahh! ¿Que os creiais que esto ya se iba a acabar? Bueno, pues concededme unos segundos más. Este disco tiene una estructura sospechosamente parecida a la que tenían los otros discos de Metallica con Rasmussen (Ride the Lightning, Master of Puppets y ...And Justice for All). Y no soy el único que se ha percatado de eso por internet y por esa razón he pensado que lo tengáis presente para próximos análisis que hable de discos de esta etapa. Pues bien, ya que nadie le había puesto nombre a esta coincidencia (que me huelo que estaba muy bien preparada en su momento), he decidido darle el nombre del productor. ¿Y en que se basa esa estructura? Pues es una forma de organizar el disco en diferentes tipos de canciones, la coincidencia se encuentra en los estilos, pero también da que la posición de la canción coincide estratégicamente en los tres discos (seguiré el orden de los discos):

Opener rápido con intro más acústica o sinfónica
·Fight Fire with Fire (Ride the Lightning),                                                                                             ·Battery (Master of Puppets)
·Blackened (...And Justice for All)

Canción homónima: Puesta siempre la segunda en cada álbum

Canción machacona más simple: For Whom the Bell Tolls, The Thing that Should Not Be, Eye of the Beholder

Balada: Fade to Black, Welcome Home (Sanitarium), One

Rotunda acelerada: Trapped Under Ice, Disposable Heroes, The Shortest Straw

La denostada: Escape, Leper Messiah, Frayed Ends of Sanity (Aquí cambia el orden)

La instrumental: The Call of Ktulu, Orion, To Live is to Die (

La canción misil (muy rápida): Creeping Death (aunque también valdría Fight Fire), Damage Inc., Dyers Eve.

La única que se queda colgada es Harvester of Sorrow, ya que And Justice es un disco más extenso que los otros dos. Pero ciertamente, como veis las piezas encajan y es que para muchos fans desde la música hasta los meros detalles hacían de su música algo más importante, más de calidad. Esos eran tiempos en los que ellos demostraban dar admirables pasos de evolución para ser frescos y transgresores al mismo tiempo. La lástima es que cuando estaban a las puertas de llevarse su primer Grammy con este disco, una decisión estúpida concedió el primer premio de disco metal a Jethro Tull (banda de rock progresivo). Eso si, un año después One se llevó el galardón a mejor interpretación.

Este cierre de los años 80 de Metallica es una muestra genial de la calidad que estos tipos atesoraban. Su nivel de evolución de las canciones, las temáticas y el sonido tan particular que consiguió lo encumbran como uno de los mejores discos de final de la década sin distinción de género. Pero como bien sabéis, soy un poco hueso valorando los discos y aunque para el criterio que uso la nota que sale es bastante alta, seguro que muchos os quedáis un poco extrañados de que no suba más. Pero tenedlo en cuenta, este disco tiene carencias sonoras y no todas las canciones son excelentes, aunque ninguna baja de lo muy bueno. 

Nota: 8,9

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