viernes, 16 de enero de 2015

Crítica clásica: Flick of the Switch de AC/DC (1983)

¿Cual es la postura que debe toma la gente cuando una obra artística ha sido y es infravalorada desde el momento de su concepción? Primero, hay los que condicionados por los prejuicios, siguen la corriente, la rechazan y permiten que siga fluyendo el río de la ignorancia. Otros, la disfrutan secretamente como si fuera un pecado que no debe ser sabido por los demás.

Finalmente, están los que con algo más de carácter les repatea que una obra en la que han encontrado encanto la traten como un bodrio del montón. O acaso es que a alguien le gusta que le digan fea a nuestra pareja. Pues en la misma encrucijada nos encontramos algunos con este disco y no precisamente desde hace poco tiempo. Creo que para eso me debo remontar a 2008 para encontrar algunos defensores serios.

En esos años yo era un auténtico novicio en esto de analizar los discos y mirar canción por canción el valor que tenían en un disco. Pero un artículo en El Portal del Metal (grandísima web para culturizarnos) sobre este disco me hizo abrir el apetito por ver que daba de si un disco que en muchas webs era atacado de poco inspirado, repetitivo e incluso de Powerage de segunda. Lo admito, a mi me va el morbo de lo malo, de las películas que te sangran las retinas, de los discos que te agujerean los tímpanos y de pegarme cuatro risas con algún experimento con gaseosa artístico que acaba resultando basura. En este caso me lleve una decepción de que no fuera malo y con el tiempo y la perspectiva, la decepción se volvió en encanto.

En 2010 había rescatado el disco de las llamas del olvido de nuevo y en 2012 ya era un disco que escuchaba con asiduidad y alevosía. Lo fui interiorizando poco a poco junto a otros discos de AC/DC y al final consideré que la etapa más fructífera y de calidad de la banda australiana va desde el crudo y efectista Let There be Rock (1977) hasta este disco. 6 discos de calidad asegurada en los que a diferencia de lo que dicen muchos, si hubo una notable evolución creativa tocando lo más oculto, violento y experimental en Powerage (1978), creando grandes hits con canciones de base más accesible pero de calidad en Highway to Hell (1979) y Back in Black (1980) y finalmente dando paso a himnos, mid-tempos y haciendo lo que llamo hard rock popero en For Those About to Rock (1981).

Una etapa de cambios para AC/DC
Entonces entramos ya en el contexto de este álbum, para eso tenemos que situarnos en 1982, año de gira intensa y de cierto parón posterior ya que extrañamente ese año no publicaron ningún disco de estudio. Por lo tanto rompían la rutina de disco por año, pero tal vez porqué las cosas en el seno de la banda estaban cambiando. Primeramente, se apartó a "Mutt" Lange de la producción del disco después de 3 discos con ellos. El había estado el artífice de el sonido más pulido y cálido de los discos de AC/DC y en parte culpable del éxito de sus canciones. Pero Angus y Malcolm Young parecían fascinados con la idea de hacer un disco más crudo y sin arreglos bombásticos. Tenía que ser una vuelta a los orígenes y rememorar el éxito de Let There Be Rock.

Por otro lado la visión de los fans había cambiado con los años, ya que aún siguiendo vigentes, ya no estaban tanto de moda. En algunos países como España se empezaba a ver a los fans de AC/DC como horteras frente a las nuevas corrientes más innovadoras del hard rock y el heavy metal. Judas Priest, la nueva formación de Black Sabbath, los hits de Rainbow, Def Leppard, Motörhead y por el lado de la música pop, el new wave; le estaban comiendo terreno a todo el campo que habían sembrado hasta 1981. Para acabar de dar la estocada, las continuas discusiones por culpa del alcohol entre Phil Rudd y Malcolm Young terminaron en que el primero fuera echado de la banda, eso sí, con las labores de batería hechas para este disco que hoy os muestro.

Entremos en materia con Rising Power, la primera canción del disco. En ella tenemos un riff durote que como una piedra que va rodando se repite hasta el puente y vuelta a empezar, la estructura típica de cualquier canción de esta banda riff, puente, estribillo i vuelta a empezar. Eso si, le ponen garra a la canción que ya de por si apunta maneras, quedando un resultado notable y potente. El solo desglosa el tema un poco, luego enloquece y finalmente muestra un aspecto más durote que los solos de por ejemplo, Back in Black.

Más simplista se presenta This House is on Fire, con cuatro acordes va que chuta y aunque indudablemente se me presenta como de las más flojas del álbum, en esta época con pocos recursos demuestran hacer música bastante respetable. Aún en esta época no habían perdido nervio a la hora de hacer canciones y su objetivo principal es hacer ritmos más primitivos y llenos de energía. Habían aprendido mucho de su etapa anterior y claro, de golpe y porrazo uno no se olvida, eso si, volvemos a los esquemas iniciales de AC/DC, riff a piñon. Bien, bien, pero tal vez espero más.


Cuando llega la tercera canción se me dispara la alegría, no estoy ante un impacto tan brutal como otros clasicazos pero cumple con creces. Flick of the Switch, nos regala un riff satisfactorio y con mucho gancho y en este caso Brian Johnson (cantante) le pone ganas. Lo que ocurre es con esta banda es que debido a la simplicidad de muchas de sus canciones, para valorar su calidad analizo el nivel de implicación que tengo con ellas: ganas de cantarlas y aprenderlas con instrumentos, potencia que percibo de ellas, ritmo. En definitiva, me gusta porqué es una canción con ¡¡Pelotas!!

En cambio con la siguiente me ha pasado un proceso inverso, al principio me parecía la mejor del disco pero al final se me ha moderado la emoción con Nervous Shakedown. Me explico, la canción sigue siendo buena y tiene un ¡uga, uga! riff muy primitivo y galopante pero viendo esta melodía simple y machacona, me da la sensación de inmovilidad. Es como un tio que patalea, se enfada, se retuerce pero no se sale de su sitio y tiene que pelear, pero no sale aunque se calienta con esmero. Ni el solo me da un arranque definitivo, es como un casi orgasmo, es decir una pequeña putada que no llegue mas al clímax.

Y lo que no hace una, lo consigue la otra en poco segundos. Landslide, es de lo más cañero, rápido y boogie-woogie que le he oido a estos australianos. Todo es puro nervio y energía y encima el solo le pega a la perfección, recordandome a Let There Be Rock, pero más breve. Los remates de batería son geniales y Brian Johnson para emmarcar. Cuando su voz aún se mantenía en este estado y no era tan nasal, era pura garra y exhibición, sabía insuflar las canciones de letras barrio bajeras más vividas. Y amigos míos, ahora empieza lo mejor del disco cosa que me emociona pero me resulta raro encontrar lo más potente (a mi criterio) en la segunda mitad de un disco a ratos muy maltratado.

¡¡¡Prrrfff!! Se me erizan los pelos de la nuca cuando escucho Guns for Hire. Imaginaos como habría sonado con la producción de Back in Black, con esa entrada tan absolutamente épica y grande que se da. La gran pena es que a día de hoy, aún estando en la banda sonora de Iron Man 2 (soporífera) no la reivindican en sus conciertos y ya es hora de darle un homenaje. La temática de las canciones tal vez no es nada resaltable, pero coño es como si tuvieran en su haber la fórmula de la Coca Cola. Lo mismo pasa con Deep in the Hole, es más simple que el pa amb tomaquet pero a diferencia de Nervous Shakedown, esta si que logra colmar lo que nos enseña.

Bedlam in Belgium también está entre las mejores canciones del disco, es directa, me recuerda mucho a los mejores riffs de Powerage pero con más grosor de guitarra. La parte vocal es superenergética y te sabe conducir hasta el éxtasis del solo. Siempre me ha gustado el sonido de parche de la batería de AC/DC, sobretodo el tambor que es como una ostia en toda la cara. La única cosa que estropea un poco esta segunda mitad de disco tan lograda es Badlands. Para nada es una mala canción, me recuerda un poco los mid-tempos de For Those About to Rock (1981) pero con sabor country, su única pega no ser tan tan buena como las que le rodean.

Finalmente hace aparición Brain Shake y ya me puede venir el mayor experto del mundo a decirme que es rara, mala o lo que sea porque yo lo mandaré a hablar a los matojos. Una melodía así de intrépida igual que otras de la segunda mitad de este disco me hace pensar en este disco como en algo que nos presenta canciones de acción a lo Shoot to Thrill y se que es difícil llegarle a esa canción, pero no me negareis que se huele un poco el aura. Cuando acaba un disco así, se que no estoy ante el mejor disco del mundo, pero es muy muy divertido.

Eso si, hasta aquí considero que llega la mejor etapa de estos tíos. Esa etapa en la que te hacían un riff enrevesado te lo mezclaban con una estructura minimalista, un buen solo y va que chuta. Algunos me quieren nivelar la música que sacan a día de hoy con la calidad de este disco, me tengo que negar en rotundo. Stiff Upper LipBlack Ice o Rock or Bust (que ya analizaré con calma) son discos entretenidos con algunas ideas refrescantes (sobretodo los dos últimos), pero están fabricados con el piloto automático puesto. Flick of the Switch, aún siendo bien vendido en EEUU, fue bastante ignorado y viendo el nervio y autenticidad que posee, no es perfecto pero lo que daríamos por algo similar actualmente.

Nota: 8

No hay comentarios:

Publicar un comentario