martes, 13 de enero de 2015

Crítica: Awake de Dream Theater (1994)

Un clásico, a gusto de un servidor, es una de aquellas obras que crea un referente de calidad y de estilo que al largo de las generaciones pervive y pervive causando admiración, debate e investigación. Por ejemplo, Antigona de Sófocles es un clásico de las tragedias griegas porque su historia es potente, sus personajes profundos y sobretodo porque nos demuestra que no todos estamos regidos ante los mismos principios de justicia.

Dentro de la música también considero que existen unos clásicos lejanos como Vivaldi, Bach, Haydn, Mozart o Richard Strauss (la lista sería más larga). Todos ellos son grandes nombres que han aportado grandes composiciones en las que desplegar su visión sobre la música. Sus obras eran lo suficientemente grandes como para considerarlas un sello identificador de su tiempo. Pero los clásicos no siempre tienen porqué ser creaciones lejanas en el tiempo con las que nos sintamos un poco alejados del músico. Hay veces que solo tirar unas páginas atrás en un libro ya nos podemos encontrar una frase memorable...

Con ese concepto en la cabeza os quiero presentar a Dream Theater una banda trascendental durante los años 90 y 2000 en el terreno del metal progresivo y en general en el rock progresivo (¿recordais Pink Floyd, Genesis, Yes?). Aunque hay otros grandes exponentes del género en su época, la mera existencia de esta banda permitió que el intrincado género progresivo perviviera. Por decirlo de una forma un poco patán y simplista, Dream Theater son los Pink Floyd de su generación en términos de ambición y evolución, pero con la diferencia de que el género que lideraban estaba un poco tocado. Para lidiar esto, estos neoyorquinos sacaron 3 obras maestras a lo largo de los años 90 que demostraron su genialidad.

De izquierda a derecha: Kevin Moore, John Petrucci, James Labrie, John Myung, Mike Portnoy

Vayamos a los orígenes; a la prestigiosa Berklee College of Music en Boston, donde John Petrucci y John Myung (guitarra y bajo, amigos desde la infancia) se encontraron a Mike Portnoy (baterista) en 1985. Impresionados por su técnica en la percusión y sus referentes musicales tales como Rush o Iron Maiden, decidieron formar una banda que en principio se llamaría Majesty, a la que se uniría Kevin Moore (teclados). Por ella se pasaría una gran palestra de cantantes hasta que apareció Charlie Dominici para su primer disco, When Dream and Day Unite (1989). Este disco mostraba maneras sin ser perfecto, se notaba que no llegaban a las cotas que ellos deseaban, el cantante no era el indicado.

Pero con el tiempo y un periodo de frustración, apareció un cantante que realmente les llenó, James LaBrie. Durante su búsqueda ya se estaba cocinando su segundo disco, Images and Words (1992) que algún día os desgranaré como merece una obra maestra de este calibre. Fue un éxito rotundo y la banda después de todas las dificultades se dio a conocer por el mundo y triunfó, dejando a los fans a la espera de su siguiente paso musical. Con ese concepto en mente empezó la elaboración de su tercer disco, el que hoy tenemos que disfrutar y os puedo asegurar que todo lo que le rodeó le convierte en un camino tortuoso y de redención.

Por un lado, Kevin Moore quería a marchar de la banda después de la grabación del disco (su estado anímico estaba bastante tocado y necesitaba embarcarse en sus proyectos personales) y al mismo tiempo, Mike Portnoy estaba empezando a tenr algunos problemas de alcoholismo a los que aún no podía poner freno. Todos los miembros de la banda se veían obligado a lidiar con eso y a fijarse en los traumas vitales, en antiguos compañeros de camino que no pudieron cumplir su sueño musical, en el fracaso de los valores y que no todo en la vida era afrontar los problemas a golpe de canciones oníricas y de melodías alegres o enérgicas. Se encerraron en un oscuro mundo reflexivo del que es interesante analizar su contenido.

El disco empieza por 6:00, una canción muy técnica y constante. Desde su primer retumbo de batería hace referencia al irrefrenable mecanismo del tiempo que no para por nada ni nadie. Musicalmente incorpora elementos que para los que os iniciáis pueden resultar extraños como los teclados distorsionados poniendo notas disonantes a todo trapo y una parte de guitarra tensa con acordes que parecen batallar entre ellos en una sonoridad muy rica, pero aparentemente incomoda. 

Pero tanta pirotecnia tiene que esconder algún mensaje profundo ¿cierto? Claro que si, pequeño Timmy (que diría un estereotipado americano), apúntate un tanto. Esta canción habla de como las personas dejan de lado muchas de sus pasiones para dedicarse a trabajos más seguros, más comunes y levantarse pronto para vivir la monotonía de la vida. Kevin Moore, lo tomó de una anécdota que le contó James Labrie y algunos teorizan que esta canción hablaba de las aspiraciones de Moore para salir de la banda y volar musicalmente. La siguiente canción, Caught in a Web, hace binomio con la primera. Esta recurre a elementos disonantes y de nuevo habla del enfrentamiento del hombre con su vida y tomando la decisión de no reprimir más sus sentimientos para satisfacer a la sociedad. Lo curioso de esta canción mezcla disonancia y color.

Con eso hablo una tónica que se repite en el disco, la tensión musical mezclada con pasajes más dulces, ambientales y accesibles para el oyente. Claramente es un disco difícil de escuchar, pide de ti mucho más que una escucha casual, necesita tiempo y muchas de las canciones que a continuación nombraré necesité mucho tiempo para sacarles todo el jugo. Pero otras como Inocence Faded desde la primera escucha me atraparon por su colorismo y sus letras que te sueltan mensajes de forma oculta. Mucho se ha especulado si es una especie de respuesta de Petrucci a Moore por marchar, como un mensaje a la calma, pero a la vez de desilusión por su intención de irse. 

Tal vez le decía que si quería trascender su sitio era con la banda (esto es mi teoría sobre la canción). Pero dejando de lado especulaciones, lo más claro es que en esta canción brilla el virtuosismo y la calidad entre unos músicos que despliegan muchos recursos en cada canción. La mejor muestra tal vez es la gran composición épica del disco que recibe el sobrenombre de A Mind Beside Itself formada por tres canciones: Erotomania, Voices y The Silent Man. Y algunos me preguntareis ¿a que se debe esto? Pues a la idea de mostrar una pequeña narración sobre un hombre que profundiza en sus pensamientos para analizar sus traumas: un padre que fue injusto y una mujer que lo trata con desapego.

La primera de ellas, Erotomania, es una pieza instrumental muy destacable por su genial factura. Para los que no lo sepáis, la erotomanía es un trastorno en el cual una persona se enamora de alguien inaccesible para el, hasta el pCaught in a Web, que refuerza esta idea). A la vez nos hace un preludio de alguna de las melodías que formaran parte de esta suite como The Silent Man, pero haciendo de ella algo épico, bonito y casi vitalista. 

Luego cuando entra Voices, las cosas cambian un poco y probablemente estemos ante una de las grandes composiciones de esta banda.
unto que hace creer a los demás y por último a si mismo que existe una relación. Tal vez, el título hace referencia a que el personaje que nos presentaran ve inasequible el amor de ciertas personas en su vida y aunque forman parte de su vida formalmente, no lo parecen sentimental o incluso sexualmente (en el caso de la mujer). En ella se sintetizan gran parte de los sonidos que hemos visto en la primera parte del disco como si hiciera referencia a que este personaje también se ve arrastrado por los poco azares de una vida tibia, monótona y en la que no puede expresar sus sentimientos (a partir del minuto 4:04 suena la melodía de

Su sonido es muy instrospectivo y tenso haciendo de esta pieza un gran viaje épico dentro de la mente del ser humano. La voz de James Labrie aquí toma mucho protagonismo y a opinión personal, en este disco podemos encontrar el cenit del cantante en expresividad, potencia, sentimiento y composición. Pero a la vez la guitarra sabe transmitir los desgarros del alma que vive el personaje, aunque la gran belleza se encuentra a partir del minuto 5 cuando parece que llueven las emociones del personaje en un pasaje tranquilo que nos conduce a un solo tan rápido como emocional.

Pero aquí no se acaba lo que da de si la canción y hacia el (poca broma) octavo minuto de canción aparece un segundo solo más técnico y un outro ejemplar, potente y evocador. Finalmente una transición que se relaja nos da paso a The Silent Man. En este caso, con lo sencilla que es la canción solo haré referencia a el mensaje que nos deja; a través de la fe todo estó que padece el protagonista es redimible y entonces yo solo puedo decir: ¡¡Como coño no se me había ocurrido antes joder!! Claro hombre, la religión me lo va a arreglar todo... Si es que algún fallo tenía que tener el disco, pero para que mentir, una chorrada que suena así pues se le puede perdonar. Por suerte, no es como algunos modernillos que me vienen a la cabeza que no se les puede pillar ni por un lado ni por otro.

The Mirror y Lie, son las siguientes y son dos canciones hermanadas. La primera habla de la traición cometida hacia uno mismo, cuando caemos en la tentación, en este caso cuando Mike Portnoy prueba el alcohol. La otra, nos muestra la traición venida de otros, cuando nos sentimos faltos de apoyo, cuando yo no están enamorados de nosotros e incluso cuando la fe parece que nos deja de lado en situaciones que ponen a prueba nuestra resistencia como seres humanos. Lo más increíble de estas melodías es que surgieron en una jam realizada por la banda y en una de las improvisaciones salió la melodía de The Mirror. James Labrie, muy precavido fue el primero en animar al resto de integrantes a que le dieran forma y letra.

Sonoramente, estas dos canciones son la vertiente más heavy del disco con unos riffs densos y de sonidos con toques arábigos. Al principio resultan un auténtico muro para los asiduos a las músicas etéreas y dulces, tal vez es hora de que dejéis endulzaros por la rudeza machota de lo heavy, ya que muchas veces esconde una enorme expresividad. Aún así el disco sabe ser bondadoso y nos regala una canción más esperanzadora, preciosista y delicada. Lifting Shadows of a Dream, es la canción que da un poco de pausa a tanta tortura psicológica hablando de la superación de una mala época (una ruptura o muerte) a través del amor y las ilusiones renacidas. Es larga, como otras del disco, pero seguramente es la que mejor sabe encandilar al oyente a que se quede.

Entramos así, en la parte final del disco y a mi parecer lo mejor llega ahora, cuando ya hemos visto un puñado de grandes canciones, aparece la obra maestra del disco y esta se llama Scarred. Esta canción cuando la escuché por primera vez me dejó absolutamente completo, es decir, hay canciones que satisfacen pero esta colma cualquier tipo de expectativas. Melódicamente es sublime ya que te puede mostrar un tema misterioso, otro más elegante, luego se vuelve salvaje, épica y cambiante. Es un auténtico viaje musical que merece cada uno de los minutos de su elaboradísimo camino y escuchar la parte vocal, es para enmarcarla, simplemente la cima de James Labrie.

Lo que tal vez entristece un poco más el marco cronológico que rodeó este disco fue que debido a una intoxicación, Labrie al vomitar se deterioró las cuerdas vocales al empezar la gira del disco. La recuperación le duró años y aunque ha realizado grandes aportaciones, siempre he tenido esa sensación de que su evolución vocal y expresiva quedó un poco marcada por este hecho. Pero aún así, os dejo la mejor interpretación hecha en vivo de esta canción que ha quedado registrada. ¿Y la parte del significado de la letra es digno de tal despliegue musical? Con convicción, si. La letra de nuevo es increíblemente críptica, pero entre sus lineas parece que se esconde algo amoroso fallido y a la vez algo religioso. 

Según el día tengo una interpretación o otra, pero cuando leo en detalle percibo una canción que habla de alguien que evita las "falacias de otras religiones" y a la vez sufre miedo e incomprensión en la suya. John Petrucci es el rey de las canciones de difícil interpretación, de los mil caminos para llegar al significado real, de las letras escritas bajo efectos de alguna sustancia (¡¡no he dicho drojas!!) o incluso para si mismo. Esa es la parte de morbo que tiene esta banda, la música trabajada y las letras que van hasta lo más profundo e incomprensible del ser humano, incluso en la forma de comunicarse.

Llegamos al final del disco con Space-Dye Vest, una melodía muy íntima de Kevin Moore y la última composición que hizo antes de marchar de la banda. Su piano apagado y melancólico es como mirar por la ventana como llueve y abrir solo un poco para que entre el frescor. Sensación agradable consecuencia de un tiempo inestable (¡oh dulce dolor!). Moore había acabado una relación personal hacía poco y sentía que no había podido dar todo lo que el quería, su amor quedó interrumpido y como muchos hemos hecho, quería poder desprender ese sentimiento en algún sitio. Un día ojeando una revista se quedó prendado de la chica de la revista y de nuevo la lluvia y la brisa... (bonito pero paralizante, no se puede hacer nada así).

Conclusiones


No cabe duda que el estatus de Awake como uno de los discos favoritos para los fans de la banda y del metal progresivo en general, está mas que justificado. Su combinación de sonido duro y oscuro, con momentos delicados y preciosistas nos trasladan a un auténtico estudio de las luces y sombras vitales que viven las personas. El cierre de telón de la etapa Moore en Dream Theater nos muestra a unos músicos de calidad magistral que saben ser técnicos pero al mismo tiempo, regalar una gran carga emocional a sus oyentes, incluido el excelso trabajo vocal. Estamos ante un disco al que no le veo directamente taras, sino, canciones menos geniales que otras, pero todas con un baremo de calidad altísimo. Puesto en el contexto de los 90, este disco tiene el mérito de ser tremendamente sincero con las intenciones poco "trendies" de los artistas, sin desentonar con el aroma grunge de la época. Y es que Awake, suena tan auténtico como Images and Words lo hacía, pero dejando atrás las melodías de colores motivadores por un sonido más denso e intenso.

Valoración: 🌟🌟🌟🌟🌟 (Superlativo)

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