miércoles, 14 de diciembre de 2016

Crítica: Fuck Everyone and Run (F E A R) de Marillion (2016)

Hay discos que necesitan una profunda digestión en mi mente y corazón para que pueda decir algo suficientemente coherente sobre ellos. Sobre todo aquellos que contienen una gran complejidad en sus formas y su mensaje, como es el caso del nuevo disco de Marillion. Esta banda en sus mejores épocas ha tenido unas composiciones que aún complejas, estaban dotadas de una magia que las hacía bastante más accesibles o de fácil asimilación que algunas de sus obras más tardías. En este blog, ya hemos visto algunos de sus frutos de talentosa juventud como Misplaced Childhood (1985), Clutching at Straws (1987) o Seasons End (1989); obras de aspecto colorista y muy atadas a su década que luego evolucionarían a una aparente sobriedad que en realidad nos guardaría tres grandes obras más: Holidays in Eden (1991), Brave (1994) y Afraid of Sunlight (1995). El disco que tenemos hoy bajo la lupa, en realidad guarda una relación bastante grande con estas grandes obras de los 90, tanto a nivel sonoro, como en la riqueza de su reflexión/mensaje.

Y es que antes o después, un buen artista tiene que bajar del barco de los sueños para toparse con el sendero de la realidad. En ese acto Steve Hogarth, cantante y tecladista de la banda se ha encarado con una realidad muy distinta a lo que es él: un hombre jovial, creativo y de incansable búsqueda de la felicidad ante un mundo en profunda crisis. Por eso, de un disco doble como Happiness is the Road (2008), lleno de pasajes ambientales y con un resultado a ratos insípido o desigual, se pasó a un disco como Sounds That Can't Be Made (2012), algo más gris en su ánimo pero lleno de momentos de muy alto valor como Gaza (esa conexión con la realidad y sus guerras), Sounds That Can't Be Made, Montreal o The Sky Above the Rain. Pero esta vez las ambiciones han subido para confeccionar un disco muy enfocado, sincero y por ende, pesimista...



Esta interesante realidad de m*****

Una dulce melodía de guitarra acústica nos sitúa en una Inglaterra que aunque bella en sus formas, le espera un cambio de temporal, en lo que se refiere a lo humano. El Dorado, resulta ser una suite sobre como el mundo del dinero ha acarreado víctimas bajo su lecho para poder mantenerse en vida aún siendo culpable de la desgracia de mucha gente. Aún me pone los pelos de punta el tramo de Demolished Lives, con un trabajo instrumental que me fascina tanto como aquel lejano en el tiempo pero cercano en alma Brave. Ricos y pobres juegan en un mundo en el que las normas las pone el dinero y el poder; siendo este quien los ensalza o hunde mientras somos engañados por la tecnología, creyendo que todo está en nuestras manos. La intensidad de los teclados de Mark Kelly dominan el panorama sonoro, con momentos delicados, algunos brillantes y otros tensos y potentes. La voz de Hogarth se nota madurada, pero sigue teniendo ese caràcter y emoción en lo que dice. La suite cierra con visiones de guerra en F E A R y con una reflexión sobre nuestro origen viniendo de los simios, pero capacitados para evolucionar y trascender, dejando atrás toda esta miseria en Grandchildren of  Apes

Con todo este mensaje cala y la música envuelve, incluso siento que ciertos instrumentos hacen su presencia más lánguida, como la guitarra de Steve Rothery que se deja escuchar como una parte más del tejido instrumental y no tanto como un elemento virtuoso, dejando ya atrás aquel papel que desempeñó tiempo atrás. Esta afirmación se nota en Living in F E A R, en la que la guitarra tiene mayor desempeño pero que encuentra su estructura en notas largas y acordes resonantes (en esto último si me recuerda al Marillion más clásico). La letra de este segundo tema persigue ese concepto de trascender, de volver a ser una sociedad civilizada (que no sometida) que funde los cañones para decir que da un nuevo paso. A nivel melódico, me parece una creación hermosa pero un poco por debajo de la suite que le precede; la disfruto, a ratos me emociona, pero no es un torrente de colores y emociones tan rico. Pero yo también digo: ¡Yeah, yeah!

Pero espera... ¡uau! se me pone el corazón en la mano con estos teclados tan alucinantes que abren The Leavers. Creo que este primer tramo de suite, Wake Up in Music, debe ser una de las mejores cosas que ha parido esta banda desde Afraid of Sunlight. La reflexión de la realidad de Hogarth, esta vez nos lleva a ver la realidad que los miembros de la banda, junto a sus roadies viven al estar fuera de su tierra de origen y convertir su casa en el mundo entero bajo sus piés. Otro inspiradísimo tramo es el de Vapour Trails in the Sky, en el que a través de una música muy emotiva nos habla de sus horarios y realidad trastornadas al tener que estar en vuelos por todo el mundo y con horarios cambiantes. A través de la coloratura sonora de esta suite, la letra nos muestra tanto la cara dulce como la amarga de estos "desertores". Pero en Jumble of Days, nos habla de ese eje nómada que les hace volver a su auténtica casa, su família y nos hace sentir que aunque ellos han encontrado su función en la vida con la música, su lugar también está con sus famílias que muchas veces han de sustentar desde la lejanía. Al final del trayecto de casi 20 minutos de la suite Pete Trewavas con su bajo y Ian Mosley se sueltan en lo rítmico dando intensidad a la intervención solista de Rothery. 
Excelso.


White Paper, es una delicada y emocional creación que expande lo visto en The Leavers, pero en un terreno más personal. Un hermoso piano tocado por Steve Hogarth sirve de colchón de una canción sobre la idea de madurar, de dejar de ser el protagonista en ciertas vidas (intuyo que en la de los hijos), de tomar una nueva visión del amor y de saber ver los matices en todo aquello que parece lo mismo. Un tema hermoso que me hace reflexionar sobre muchas cosas que algún día también me llegarán a mi. El teclado de Mark Kelly y la guitarra de Rothery se mezclan con Hogarth como aquellos postes de color blanco rojo y azul que había antiguamente en las barberías y peluquerías (buscad en caso de duda en san Google: "barber pole" o "poste de barbero"). Por cierto, observación, disfruto aún tanto de la voz de "H" tanto como lo hago cuando escucho discos de principios de los 90 y en este tema es tan claro y sincero con lo que dice, que su voz se ve afectada para bién.

Finalmente, llega la vista desde las alturas con The New Kings. Las siglas del título de este disco nos hablan de la filosofía que se desprende de este tema: "Que se joda todo el mundo y corre". Corre a por el oro, a por tu éxito sin mirar a quien te llevas por delante, a quien haces desgraciado o pisas para ascender. Algunas de las mejores partes instrumentales de los últimos 20 años en esta banda y con un mensaje tan gordo como: "Si asciendes a la torre y te cruzas con nosotros te compramos, la codicia es buena"; me hace pensar que estamos ante algo muy serio y crudo. Ese falsetto de Fuck Everyone and Run o este nuevo orden del mundo en Russia's Locked Doors o Why is Nothing Ever True?. Eufemismos desde el poder para decir que nuestros valores pasados ya no son orden del día. Si bien las letras son las más impactantes del disco, para mi esta suite se queda al nivel de El Dorado a nivel instrumental, situándola en mi criterio como la segunda mejor pieza de esta obra. Tomorrow's New Country, sería el cierre a este disco con una tranquila melodía en la que los desertores (The Leavers) nos dicen que deben volver a su casa, para ver el país del mañana.

Una visión y una conclusión


Es curioso como en un sitio tan hermoso como los Real World Studios de Peter Gabriel se ha concebido un disco con un mensaje tan duro. Esta idea de su Inglaterra y trasladable al mundo entero sobre la pérdida de valores y el dominio del dinero y las corporaciones nos habla de una realidad nacional hecha en un entorno y a través de unas melodías complejas en conjunto, pero amplias en sus múltiples secciones. La figura de Steve Hogarth en el rumbo temático de este disco es trascendental y en muchos sentidos, parte de los oyentes atentos de esta obra le han otorgado un carácter visionario. Tal vez mi discurso no llega a ese extremo, pero si que puedo afirmar que este disco posee la claridad que tuvieron obras como Brave o Afraid of Sunlight en lo que se refiere entender el mundo, la realidad y al ser humano. 

No voy a decir que el disco me haya impactado tanto como lo hicieron sus creaciones cumbre de los 80 o los 90, incluso no tengo miedo en decir que en mi primer mes y medio de estarlo escuchando tenía reservas sobre si podría haber sido mucho mejor. Pero llegado este momento y escuchando las suites completas y no entendidas como pedazos, mi visión ha mejorado un poco y vislumbro mejor este gris paisaje bañado en oro que nos presenta la banda de Aylesbury. Tal vez echo un poco de menos algo más de fuerza en el papel de Rothery en la guitarra o más notoriedad y variedad en el bajo de Trewavas, pero parece que como conjunto más que perjudicarle, hace que el disco lo vea como si tuviera sus propias reglas de juego. Para mi, el mejor disco de Marillion desde 1995.

Valoración: 🌟🌟🌟🌟 (Muy bueno)

1 comentario:

  1. Muy buena reflexión; si el Marillion de los 80 era un vaso de whisky, el Marillion de los últimos años es una copa de un vino complejo y sutil, pero no por ello menos alcoholico

    Un abrazo desde Chile

    W.

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