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San Andrea de 1326 hecha por Simone Martini (Metropolitan Museum of Art, NY) |
Y os puedo asegurar que el tema del dorado y el color en esa época no era una mera broma o una excusa que hiciera distinguible las obras de un sitio, no. La luz y el color iban vinculados a una cierta filosofía que se había establecido al iniciarse el Gótico con el abad Suger. Este abad que estaba establecido en Saint-Denís (París), había loado el hecho de la belleza material para llegar a contemplar a Dios. Este eclesiástico emprendió entre 1140 y 1144 unas obras que llevarían consigo un enriquecimiento de la abadía de Saint-Denis con cristaleras de colores y artículos de oro, a parte de las evidentes reformas estructurales de la iglesia. Aunque un importante grupo de benedictinos se puso en contra de una filosofía que iba en contra de la austeridad típica que quería promover la Iglesia, estas medidas tuvieron éxito y difusión por Europa. El arte sienés, se podría considerar un heredero de esta estética de la luz, la vistosidad y la belleza en busca de el misticismo.
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Vista de Siena; una ciudad que ha mantenido su aspecto y encanto medieval |